BUENOS AIRES DE LLUVIA
Hace algunas horas que se
ha muerto el sol.
Los obeliscos se burlan de
las voces
retorcidas de la noche.
Espían por la avenida
mutilada
de sueños y de angustias;
de trances y desidias,
de inútiles anuncios y las
cosas de siempre.
Anoche, tuve un sueño siniestro
con ángeles negros que
morían de risa
al mirar el cortejo de los
perros sin amos
que me daban sus patas y
ladraban
la angustia del ausente dueño.
Por las calles Mármol, San
Juan e Independencia,
barrio de Boedo y Manzi,
descubrí al poeta que
rimaba un soneto.
Hoy es domingo
y la mesa vacía descubrió
que Luisa,
ese día no estaba y que
todos sus hijos,
quizás a esta hora, se
encontraban de gira
ocupando las sillas de las
otras familias
y de ajenas cosas, quizás,
se ocupaban.
Por la ardiente resina del
tabaco amargo
que en mis dedos humeaba,
se escaparon los sueños que
apenas quedaban
y mi vaso de vino, sin tocarlo,
temblaba.
Llueve en Buenos Aires.
Por la calle mojada, atrevidas
palomas
acribillan el hambre en un
trozo de sueños.
Llueve.
Fue un día silencioso de mañana gris.
Anoche, anduvo un duende hiriendo mi ventana
y en un descuido mío, cuando casi pensaba,
escuché la ternura que dejaste olvidada
en el cuarto alquilado y en la cama profana.
Me fugué por el hueco que pusiste en la almohada
y me ahogué en el perfume de la copa acabada.
©Norberto Pannone, Argentina
norbertopannone@gmail.com
http://norbertopannone.blogspot.com
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