“EL PASADO DEL MAÑANA”
¡Oh muerte! ¡oh destino!
¡Oh Luz! ¡Amiga mía!
¿Por qué existe tanta disensión,
entre las sombras?
¿Porque los hombres,
huyen de tus besos?
¿Acaso no eres el excelente remedio,
de todos los males?
Eres la salida de todo sufrimiento,
eres más que la vida inerte
¿Porque veo sombras en la aurora,
de tus místicos atardeceres?
y una prolongada agonía,
se cierne con la lluvia de tus ojos
¿Quién odia tu complaciente silencio?
¿Quién escucha tu canto?
de seguro son los profanadores
de tu ineludible boca,
los que viven para producir
mas congojas con tu nombre,
los que lloran en los brazos
de tus inertes paraísos;
por eso, te espero con vehemencia
para transformar el mundo
que nos margina, y nos esclaviza,
en sus cadenas invisibles.
¿Quién osara burlar tus puertas?
¿Quién encontrara tu salida?
Yo clamo para escuchar el llamado
de tus fugaces trompetas,
y cuando haya muerto será el canto
silente vibrando en tu sonrisa,
y en la soledad de tus ojos,
¿Quién te comprende?
Ni Reyes, ni Mandatarios,
ni Potentados,
ni Clérigos, ni pobres y ricos.
Temen el advenimiento
de tu ineludible justicia,
¿Quién eres, que despiertas
la noche en el despotricado llanto?
¿Dónde están tus manos
acariciando la soledad de tus ojos?
¿Por qué tus dagas se clavan
en las tristezas del alegre pecho?
¿Que lejos están los túneles
oscuros en tus viajes sin retorno?
Porque arrasas en el nefasto
paso de tus inmensos caminos
y arrasas las perversas vanidades
de tus crueles seducciones
y mitigas la soledad con el misterioso
llanto de tus convicciones
y en los días caliginosos retornas
a tus mesuradas decisiones
eres equitativa en el ingrato mundo,
de miseria y riqueza
y tirana en la probabilidad
de tus inesperadas visitas
y oprimes las impudicias
irracionales de los opresores
y enalteces las efímeras glorias
de los emperadores.
¡oh muerte, justiciera,
benigna en la agonía!
Hay quienes son vivos,
pero están muertos
y hay otros que están muertos,
pero viven añorando estar vivo,
ella es implacable y indoblegable
con los explotadores insaciables
sus pasos caminan en el silencio
de la noche eterna
¿Quién temerá a los tentáculos
de tus indómitos brazos?
¿Quién osará desafiar el lazo
que une la vida y la muerte?
Si, la muerte es el preludio
de luz en la vida perfecta
y la verdad que reconoce
las tentaciones de la carne
y nos libera de la pérfida mentira
y del oprobio en la oscuridad
¡oh! muerte, son frutos del árbol caído,
montañas sin viento
agua sin mar, luz sin sol, niebla
en el rocío de los amaneceres
¡oh! muerte, mi amada muerte
Vives para liberar al hombre
De sus iniquidades…
El Salvador, julio de 2019
©Rodolfo Ascencio Barillas, poeta
y escritor salvadoreño
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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