EL
ASOMBRO
Iba el asombro cavilando
la incógnita del huevo y la gallina.
De a ratos meditando se abstraía
por el negro misterio de la noche
y el contraste lumínico del día.
Por más que lo pensara no podía
dilucidar ese asunto tan arcano.
El pobre la respuesta no encontraba
a la cuestión gravosa y alarmante:
por qué el sol salía tan temprano?
Y si a la luna su pensar se dirigía
por más que realizaba conjeturas
no podía definir la maravilla:
que estando sin ligar en las alturas,
con su tremendo peso no caía.
Sin hallar respuesta, pobre asombro,
a todas las preguntas que se hacía,
acabó por llegar al camposanto
donde detuvo el paso estupefacto
para inquirirse si el alma se moría?
Norberto Pannone, Buenos Aires, Argentina
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