Nostálgica Sinfonía
la glorieta donde el sol
tejía, con el oro de sus dedos,
algarabía, ahora sólo
hojas mustias entrelaza.
¿Ves con cuánto amor,
cobijan al silencio, los brazos de la parra?
Inhabitada la hamaca, se
columpia entre gemidos,
descolorida y desgarrada.
Sueña con el milagro de
ver el cielo abajarse
y recrear nuestro patio en
paraíso, por un instante.
Detrás de las ventanas de
mis ojos
la lluvia inunda mis
arterias con tu nombre.
Ya no hay libros y
cuadernos abiertos sobre el lecho,
tampoco quien done sus
besos en mis trenzas.
Sola he quedado sin tu
paso y el costado se niega
a dejarte ir, le teme al
vacío que vendrá a anidarlo.
He acomodado la casa
lentamente y guardado
en cajas tus retratos.
Tu ausencia se agiganta en
los rincones,
y el péndulo que delató mi
rebeldía, de tristeza ha muerto.
He traído mi vida para
quedarme…y en las entrañas,
quizás, un atisbo de
ternura de tus ojos y tu rostro.
Madre…los puentes del amor
jamás se rompen...
¿Podrías por alguno de
ellos —en las siestas—venir a visitarnos?
©BEATRIZ TERESA BUSTOS, poeta y escritora
argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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