FRASES AL VIENTO Y EN EL RECUERDO
Me siento detrás de la cortina, allí en el balcón, llueve, no voy
a salir. De momento la imagen de Amando se muestra imperiosa en mi mente,
recuerdo cuando me contó su cautiverio de todos aquellos años encerrado en su
casa, mientras Mariu, se iba a trabajar para poder mantener la casa, a su hija,
pensaba la gente, porque su marido, todos creyeron haber subido al Strambook hacía
Oran aquellos triste días finales de marzo de 1939. Pero no fue así, permaneció
en casa ese largo tiempo, sin poder salir.
A pesar de la dulzura que emanaba de su persona, Mariu iba
delante, enérgica y observando la calle, me dijo, yo detrás, llovía a cántaros,
a un gesto de ella, yo me inclinaba fingiendo abrocharme los zapatos, pues
alguien venía corriendo por la calle bajo la lluvia. Muchos pensarían que
aquellos viejos estaban medio locos, pues iban de paseo cuando llovía. Era la
única ocasión de poder salir de casa sin levantar sospechas, ya sabes, me dijo,
fue muy duro permanecer dieciséis años encerrado en casa, como un “topo” Cada
vez que me paraba respiraba profundamente
y andaba un poco más.
A veces pienso que no sólo somos víctimas de las circunstancias,
de las políticas opresoras, de nuestros propios defectos e insuficiencias e
intento recordar los sufrimientos que padecieron personas, que perdieron la guerra
y que me contaron muchas vivencias, brutales represiones y angustias sin fin y
todo ello sin ningún rencor, eso me emocionó.
La cogí en mis brazos cuando exhalaba su último suspiro, me dijo
Tomás, refiriéndose a su hija. Vino a Oran y trabajaba llevando la contabilidad
del taller que tenía yo de ebanistería, salimos a comer, cuando la policía dio
el alto, todos nos echamos al suelo, así “el felagas” que perseguía la policía
si no se paraba le disparaban y si se echaba al suelo como los demás, lo cogían
enseguida. Mi hija levantó la cabeza en el momento en que el árabe pasaba junto
a ella y como resulta que era uno de los aprendices del taller, al verse
descubierto le disparó a la cabeza. ¿Sabes? Sólo tuve el tiempo de cogerla en
mis brazos donde exhaló el último suspiro, ya no he vuelto a ser persona, todo
se acabó para mí, no sabría definir su mirada que quedó clavada en la mía, pero
no pude decir nada más.
Bien es verdad que los historiadores, profesores y sociólogos
hacen meritorios trabajos recordando hechos bélicos, posiciones políticas y
muchas decisiones importantes, de aquellos dramáticos tiempos, pero la
investigación del dolor humano, que siempre traen las luchas armadas, todavía
son insuficientes.
©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora
española
MIEMBRO HONORÍFICO
DE ASOLAPO ARGENTINA
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