Guillermo Enrique Hudson, nostálgico de la pampa
la prensa, carlos penelas
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EL
GRAN ESCRITOR Y CIENTÍFICO NOTABLE EVOCO CON ROMANTICISMO LA TIERRA QUE LO VIO
NACER
Pocos hombres como Hudson son
recordados con afecto. En sus páginas se admira a un observador inteligente y
apasionado. La obra de Hudson representa el amor a la naturaleza y a la
libertad. Todo en él conduce a la sabiduría de la vida, al misterio y al
prodigio. Nos dijo: "He pasado noches en el desierto, y al despertar allí,
en los amplios espacios abiertos y llanos, la primera claridad del cielo por
oriente, el grito del tinamú y el perfume del campo, me han parecido siempre
una especie de resurrección".
Guillermo Enrique Hudson es un
escritor reconocido como excelente prosista, pero además tiene que ser
considerado como un científico. Fue conservacionista, y sin duda alguna un
pionero de la ecología.
Hudson nació el 4 de agosto de 1841. Fue el cuarto hijo de Daniel Hudson y de Carolina Augusta Kimble, quienes se casaron en Boston en 1827. Llegaron al Río de la Plata en el vapor Potomac en 1833. La primera Iglesia Metodista -está aún en Corrientes y Maipú- tiene un registro de bautismos. Allí están registrados Daniel Augusto, Edwin Andrews, Carolina Luisa y Guillermo Enrique. Más tarde nacen Alberto Merriam, en 1843 y María Elena Harris en noviembre de 1846.
Hudson nació el 4 de agosto de 1841. Fue el cuarto hijo de Daniel Hudson y de Carolina Augusta Kimble, quienes se casaron en Boston en 1827. Llegaron al Río de la Plata en el vapor Potomac en 1833. La primera Iglesia Metodista -está aún en Corrientes y Maipú- tiene un registro de bautismos. Allí están registrados Daniel Augusto, Edwin Andrews, Carolina Luisa y Guillermo Enrique. Más tarde nacen Alberto Merriam, en 1843 y María Elena Harris en noviembre de 1846.
En junio de 1846 la familia se
traslada a Chascomús. Hudson describirá la época del gobierno de Rosas, el paso
de las fuerzas derrotadas por Chascomús. Luego volverá a Los Veinticinco
Ombúes, previamente deberá hacer el servicio como soldado de la Guardia
Nacional. Inicia también una importante correspondencia con el Instituto
Smithsoniano en Washington y con la Sociedad Zoológica en Londres.
LA
PATAGONIA
De su
viaje al norte de la Patagonia nacerá su libro Días
de ocio en la Patagonia. Cerca de la costa de
Patagones el barco en que viaja naufraga, pero se salva la tripulación. Hudson
viaja entonces al Valle del Río Negro y describe con su característico estilo
el paisaje y los pájaros de la región. En 1868 cuando muere su padre -su madre
había fallecido en 1859- Hudson viaja al Uruguay. De ese viaje nacerá su novela La
tierra purpúrea.
En 1871 fue nombrado miembro
correspondiente de la Sociedad Zoológica de Londres. Es cuando resuelve viajar
a Inglaterra. Un vapor equipado también con velas, el Ebro, lo llevará en 1874.
En Inglaterra se dedicará al estudio de pájaros británicos. Será el naturalista
más destacado de Gran Bretaña.
Hudson se casa con Emily
Wingrave, su casera, una mujer que le lleva varios años, en 1876. Administrarán
una casa de huéspedes en Londres. Es un momento muy difícil para el escritor
pues carece de dinero. Lord Gray de Falloden, admirador de la obra de Hudson,
le otorga una pensión. Hudson puede mejorar un poco su situación económica por
algunas lecciones de canto de su esposa y pequeños ingresos que le producen sus
publicaciones.
Una muestra de la ética de este
hombre es que renuncia a la pensión. Alega que no puede ser una carga para el
pobre contribuyente británico. Funda la asociación para la defensa de los
pájaros y escribe folletos en defensa y la protección de la población avícola.
En 1921 muere su esposa y en 1922 Hudson fallece en una guardilla de la calle
St. Luke, en Londres. Creemos que es importante recordar el epitafio que se
encuentra en su tumba en Worthing: "Amó a los pájaros y a los sitios
verdes, y el viento en los matorrales y vio el brillo de la aureola de
Dios".
Hudson no solamente es un caso
original sino tal vez único. Nacido en Quilmes, de estirpe inglesa, de padres
norteamericanos, permaneció en esta tierra hasta los treinta y tres años.
Escribió siempre en inglés y murió octogenario. Su gran amigo Roberto
Cunninghame Graham dijo: "Sí que era argentino y lo fue hasta el último
día de su vida". Más adelante añade: "Hasta en el físico conservó el
tipo del gaucho; su hablar lento y su acento de la pampa, siempre me hacían
pensar que tenía ante mí a un gaucho de viejo cuño". Hudson solía declarar
a sus íntimos: "Mi verdadera vida terminó cuando dejé las pampas".
LLANURA
INFINITA
Añoró hasta el momento de su
muerte las lejanías, los horizontes ilimitados. Todos los parajes que tanto amó
en Inglaterra, las claras praderas de Sussex, el campo de Salisbury, llano y
sin árboles, le recordaban la llanura infinita donde pasó su juventud. Con
escaso dinero -casi siempre sólo para la cama y la merienda frugal- montado en
su bicicleta, escapaba de la ciudad en cuanto le era posible. Nos dice Enrique
Williams Alzaga: "Contempló Hudson con ojos realistas el mundo que
describe -hombres, cosas, paisajes-. Pero es un realismo romántico, en rigor el
suyo. (No olvidemos que rememora mucho después y desde lejos los
acontecimientos: hay una indefinible melancolía, una onda a nostalgia en sus
evocaciones)".
Nacido y criado en la pampa,
Hudson retrata en su obra el ambiente y los hombres que le eran familiares.
En su Hudson a caballo, Luis Franco dice: "Hudson ha aprendido como nadie que el camino de nuestra armonía con la Naturaleza es el sentido de lo bello, presente en nosotros, porque es el espíritu mismo de lo creado. Aprehender su belleza, es fecundar la nuestra y realizarla humanamente. El arte es sólo la traducción de esa felicidad".
En su Hudson a caballo, Luis Franco dice: "Hudson ha aprendido como nadie que el camino de nuestra armonía con la Naturaleza es el sentido de lo bello, presente en nosotros, porque es el espíritu mismo de lo creado. Aprehender su belleza, es fecundar la nuestra y realizarla humanamente. El arte es sólo la traducción de esa felicidad".
Pero Hudson ve también ciertos
aspectos de la sociedad de su época. "El gaucho carece o carecía en
absoluto de todo sentimiento de patriotismo y veía en todo gobernante, en toda
autoridad, desde la más alta hasta la más baja, a su principal enemigo y el
peor de los ladrones dado, que no sólo le robaban sus bienes, sino también su
libertad".
Hudson se interesa por la vida,
por la idiosincrasia del aborigen, por el amanecer y el canto de los pájaros.
La vida es en sí mucho más misterio y maravilla: "La sensación de lo
sobrenatural en las cosas naturales".
Para terminar citaremos una vez
más al poeta catamarqueño: "Su atisbo de los infinitos aspectos de las
cosas, su contemplación en intuición del todo, su pensamiento y su sentimiento
de lo que vive, desde la hierba al hombre, forman un mensaje de belleza y
sabiduría sin par para el que debemos a toda costa aguzar nuestros oídos".
© CARLOS PENELAS, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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