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sábado, 29 de septiembre de 2018

AL FINAL DEL VERANO, Adrián Néstor Escudero, Santa Fe, Argentina

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Imagen de: Flickr




AL FINAL DEL VERANO

Al Maestro literario santafesino Arturo Lomello, con afecto indeclinable. In memoriam...

¿A la Una?
     De hecho, debo aclararles que todo comenzó y concluyó -muy rápido- al final del verano. Del último verano, precisamente. Quizás en el preciso instante en que, Alejandro, turbado aún por la partida de Lorena, no se movió del lugar.

     El puerto de Piriápolis se hamacaba impávido y ajeno a otro contorno sobre las aguas rioplatenses agridulces y casi mansas, con un pedazo de océano tomado del Atlántico…
     Atardecía ya, y el mágico momento de la despedida iba a ser coronado por una doble puesta solar. Fue cuando el buquebus brilló, por última vez, hasta desaparecer en el horizonte como un sol artificial. Los latidos del mar acompasaron el rito de su hundimiento y, tras los reflejos del verdadero febo, quedó la majestad y esperanza de un amor que prometía, desde Buenos Aires, retornar cada fin de semana hasta la eternidad…

     Por un momento, su personalidad, obsesionada por el dinero y los negocios, se había esfumado -tontamente, se dijo, claro- después del milagro cotidiano de la vida pegando la vuelta junto al giro del planeta, al sellarse, de este modo y una vez más, la promesa de una historia de ciclos percutiendo al ritmo del universo.
     Al dar la espalda al vagido de la noche, su mente volvió a sumergirse en los sones del éxito rotundo que acompañara a su original idea veraniega, gratificada a la postre tanto por el público como por el gobierno comunal de turno: alquilar a los municipales de Piria la vieja playa San Francisco por tres meses y construir allí un balneario donde los ejes claves de su visión estratégica fueran: a) La ultra modernidad de infraestructura; b) La atención personalizada al cliente bañista; y c) La higiene “cero defecto” veinticuatro horas del día, pues ni una microscópica migaja de residuos debía contaminar la excelsa pureza de sus arenas blancas y sensuales. O el máximo grado de excelencia...
     Un arduo trabajo, recordó. Desde el planeamiento, dos años antes, hasta su implementación e inauguración con apoyo oficial absoluto. El marketing enfocado a un segmento selectivo de mercado hizo el resto, y la fama del balneario alcanzó pronto un microclima de status natural y social tan deseado y perseguido por las clases acomodadas de la región, que la demanda se elevó mundialmente hasta límites insospechados para un hábitat que, por sus escasas ventajas comparativas, no hubiera podido competir -prima facie- con otros sitios paradisíacos del planeta.


¿A las Dos?
     No obstante, aun gozando de su logro empresario durante el corto trayecto de regreso desde el puerto a la cabaña de administración del balneario –ahora- más importante del mundo, la agitación del triunfo reconocido por las pingues ganancias obtenidas calculadas por una matemática tasa de retorno sobre la inversión realizada, y una canción de los Queens horadando locamente sus oídos, no pudieron disimular  -tras superar el curvado circuito de la costanera franciscana-  el horror que lo esperaba, allá, abajo, en las dormidas playas de final del verano, convertidas en una gigantesca mortaja mineral donde yacían, descarnados, un centenar de cuerpos bronceados y grotescamente heridos de muerte por... ¿ellas?

     (La luna naciente fue mudo testigo de los crímenes esparcidos por la arena sangrienta, en absurda mueca del destino y feroz desacato al encanto del “cero defecto” en higiene que tantos beneficios le había acarreado).

     De pie, junto al auto, todavía absorto ante aquella mortandad anaranjada por el agónico crisol del ocaso linealmente sepultado, el graznido capitano de la Madre arrastró, súbitamente, sobre su aterrorizada cabeza, un cortejo de suaves y glotonas gaviotas que mostraban todavía, en sus picos afilados y mortales, los trofeos del despojo humano consumado…
     Sí, tras meses de arduo planeamiento, la matanza había sido claramente exitosa. Tan exitosa como su planeada playa futurista… Su fulmínea implementación y puesta en marcha así lo atestiguaba. La estrategia “cero defecto” del humano enemigo, había sido por completo derrotada… Enemigo astuto que, durante todo ese tiempo, le había impedido alimentar a sus pichones como legítimamente correspondía a su carácter de coheredera natural de un dominio geográfico que enseñoreaba desde el origen; parte propia y poética del embeleso sereno con que las ondulaciones bravías o calmas del espumoso paisaje marino, atraían al corazón de los hombres en pacífica convivencia ecológica...
     Y que éstos habían quebrantado. Por lo que, a la venganza consumada y a la gloria recogida, sólo correspondería la devolución del reino usurpado por la ambición humana. No habría dudas…


¿Y a las Tres?
     Entretanto, Alejandro Escobar, exitoso CEO argentino, despertaba en su cabaña administradora sobresaltado y con el terror oscureciendo la juventud de unos ojos azules y brillantes; como quien recibe una descarga eléctrica y logra superar, a duras penas, y por el oportuno obstáculo de un atlético esqueleto, el dudoso equilibrio entre la vida y la muerte...
     Es que un raro desasosiego se le instaló, suspicaz, en el alma dolarizada, quebrantando su tardía siesta…

     De un salto, corrió hasta la ventana abierta por donde asomaba el mar, y dio un respiro al constatar la serenidad del ambiente y la quietud del atardecer herrumbrado por el jubileo del sol y normalizado por sus máquinas de higiene cero defecto ... Absorbió profundamente la gratuidad del exquisito oxígeno yodado que flotaba en el aire, mientras observaba a su selecta clientela recoger bolsos, mantas, ropas y bronceadores, al cabo de una cándida y feliz jornada en el balneario, ahora, más importante del mundo. El de las Islas Caimanes, claro.
     Y como a nadie le gusta tener pesadillas en vacaciones, descerrajó una estruendosa y abrupta carcajada que llegó, quizás, hasta los inquietos oídos de un como enjambre de gaviotas arracimadas mansamente a lo lejos; disponiéndose, eufórico, para el cóctel de honor de una noche histórica, donde recibiría el premio a la excelencia por su labor empresarial en favor del turismo del lugar, y de parte de los altos jerarcas de la Corporación ADONIS de donde dependía su distinguida cadena de resort hotel...


Sí, a las Tres de la tarde…
     Empero, su risotada, fue la señal… Madre levantó vuelo, y, tras ella, una multitud de alas, picos, murmullos de roncos graznidos y quejidos de estómagos largamente vacíos, se suspendió en la atmósfera embriagada de sal, y partió, rectamente hacia él, a la conquista de una cena demasiado esperada...
     Sí, fue hacia el final del verano. A las tres de la tarde del final del último verano, precisamente…

©ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA



BREVE RESEÑA CURRICULAR – Setiembre 2018
   ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO. Nacido en Santa Fe, Argentina, el 12 de enero de 1951. E-mail: adrianes@hotmail.com. Casado, cuatro hijos y seis nietos (por ahora, y a la espera de los que vendrán, a Dios gracias). Como Dr. Contador Público Nacional (1975) y Magíster en Dirección de Empresas (CT – 1998), se desempeñó en la gestión privada y pública. Ejerció la docencia y cargos académicos universitarios en el Área de Administración de Organizaciones y Área de Gestión Educativa (FCE-UNL, 1972/1980 y FCE-UCSF, 1980-2000).






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