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domingo, 12 de diciembre de 2021

LA VOZ, ©ADRIAN NÉSTOR ESCUDERO, Santa Fe, Argentina

 






LA VOZ

 

A los saben Escucharla…

 

 

Es terrible el grito de hombres y mujeres y niños abusados de mil maneras; el clamor de la tierra convertida

 en basural y destrucción, que genera enfermedades, pobreza y muerte; y el dolor de pueblos enteros

 abandonados por sus hermanos…: la creación entera sufre y grita. Pero dentro de ella, y desde Galilea,

una pequeña Voz susurra a estos tiempos la esperanza de la liberación…

(T.a. Comentario Rom 8, 18-2 5- Liturgia Cotidiana, Edic. San Pablo  Oct.´19, p. 90)

 

 “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro… No se puede servir a Dios y al Dinero (Ah, Poderoso y mundano Caballero)… (Porque) Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón” (Mat 6, 21;24).

a. “La Verdad es como el agua”, dijo. Correrá, se ocultará, se ensanchará, se angostará y se moldeará hasta volverse como una paradógica sombra luminosa recostada e impúdica, sobre las faldas necias de la más apetecible y cruel de la mentiras; para luego filtrarse, de súbito y como un relámpago, por el rescoldo del descuido o el resquicio de la valentía, de cualquiera de las fuentes corruptas del (de los) Señor (Señores) de Relaciones Públicas y su pandémico, codicioso y virósico Nuevo Orden Antinatural…”

“Porque Aquel que los creó sin ustedes, no los salvará sin ustedes, hombres libres pero de poca fe… Más todo el que sea de la Verdad…”, continuó diciendo, “… escuchará mi Voz, Yo seré su Señor y tesoro en las alforjas de sus labios, emergiendo desde lo oculto y ahora develado en sus corazones… Que ya no lo serán de piedra sino de carne y huesos redimidos… Escucharán mi Voz, pero no de antiguo como un trueno, sino como los arpegios de una flauta[2] y se librarán así -en un jordánico diluvio bautismal[3], donde no será el Mar Rojo sino el Río Jordán el que se abrirá a sus pasos- del insensato poder del Ateo Impío, del Dragón dormido y de la Bestia encriptada, y su Gran Ídolo plastificado y coronado mortalmente de sangre justa e inocente... Y cuando el Ídolo caiga, proferirá un gran grito de espanto al ver, demolido, su narciso poder financiero de barro, hambre y fuego; y quebrado para siempre el tétrico Círculo Vicioso de los Tres Demonios que lo edificaran, disueltos todos (de una vez y para siempre) en los morbosos confines de la Supra Nada”… 

b. Luego, la Voz hizo silencio y pareció que el mundo se evaporaba… Que el mundo entero dejaba de latir, mientras ellos, los Errantes elegidos, los convocados para escuchar e interpretar por medio de la Voz, el crucigrama del Verbo vuelto palabra llana, se postraban ante el lampo de su fantasmal figura de arcángel, alzando los ojos al cielo como hipnotizados por el esplendor de la Verdad Humanizada, que parecía estar suspendida en vilo por aquella Columna de Nubes donde restallaba un enigmático, radiante Sol de Justicia… Y desde aquellas alturas imaginarias, abierto los oídos al susurro delicioso de su boca  aramea, le escucharon ordenar, con el portento de su divina majestad y haciendo conmover los cimientos del Monte sepulcral que los rodeaba, el grito potente de liberación que tanto esperaban escuchar: “¡Lázaro, amigo! ¡Ponte en pie y sal fuera!”[4]

… Y Lázaro, abandonando los lienzos, perfumes, ataduras y flaquezas de una joven e inesperada dormición, resucitó… Revivió. A la carne y al espíritu, como alter ego de su Adán Redentor, revivió. Y María dio gracias… Y Marta lloró… Y todo el humilde pobrerío del pueblo de Betania, festejó… El Nuevo Orden (otra vez Natural, estaba en marcha, y la historia humana volvería para muchos a comenzar…  (Aunque, sin dudas, y como estaba escrito en el Libro de las Pruebas de la Vida, el Gran Hermano personificado por la Tenebrosa Trinidad del Señor (Señores) de Relaciones Públicas, lo volviera –volvería- setenta veces siete, a intentar…).

c. De todos modos, y nuevamente ahora, entre lágrimas y sonrisas como quien siembra y cosecha, algunos buenos escribas dijeron, no sin saber la suerte mártir que les esperaba, que en mismo instante (inaudito para su humana credulidad y sin saberlo obrando bajo el signo del apóstol Mateo, el Dudoso), otras tumbas de justos esperanzados en La Venida, cavadas en la misma piel de aquel Tabor sagrado (que luego llamarían “de la Transfiguración”), se conmovieron también; pero no se abrieron todavía…

… Lo harían cuando un manso aunque terco israelita, fuera por otros sacrificado y ungido –como rey de los judíos- en un trono de Cruz de enclavado madero -predicho por la Reina de Saba y oculto en las vísceras de la tierra por el Rey Salomón, y surgidos a su debido tiempo de misión a cumplir, al excavarse el sitio elegido para zanjar la piscina de Bethesda- y donde moriría a la carne de ferviente Galileo, para renacer (de una vez y para siempre), como un viviente y hasta eucarístico Nazareno providencial… En tanto el agua surgente de su costado abierto y mortificado en sangre –atravesado por una pérfida lanza romana-, daría curso y caudal al jordánico diluvio bautismal vaticinado, que vencería a la Impiedad, al Pecado y a la Muerte, esto es, al Ateo Impío, al Dragón dormido y a la Bestia encriptada, y su Gran Ídolo plastificado y coronado mortalmente de sangre justa e inocente...

 

 ©ADRIAN NÉSTOR ESCUDERO, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA



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