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sábado, 18 de diciembre de 2021

Guerras, las de ayer, las de hoy y las de siempre. Salomé Moltó, Alcoy, Alicante, España

 




En plena angustia de que estamos invadidos por un enemigo invisible, nuestra desorientación es total y nos perdemos “dando palos de ciego” hoy más que nunca Las imágenes que nos  transmitió la televisión  sobre las vejaciones monstruosas que los soldados invasores infligen  a los países que invaden, golpean nuestra sensibilidad y pensamos que la de toda persona bien nacida.

Lo que dudamos es, de saber cuánta gente no debe haber nacido normal o la educación recibida la ha transformado al punto de convertirla en un ser avieso. Recordamos con espanto la cara del soldado americano, que se mofaban del montón de iraquíes, desnudos y humillados, no hace tanto, no comprendíamos que un rostro aparentemente tan normal pudiese esconder un ser tan horrendo. Luego dicen siempre, que la responsabilidad es del grado superior que es quien manda y ordena lo que hay que hacer Esa ya fue la monserga que esgrimieron los acusados nazis en el juicio de Nuremberg, voluntarios para ejercer la represión y esquivos para aceptar cualquier responsabilidad

           Si la dinámica de toda guerra es la humillación, la represión y la muerte del vencido y muy a menudo  las víctimas de hoy, se convierten en los victimarios de mañana, como ocurre hoy en muchas partes del planeta, no podemos por menos de hacernos varias preguntas ¿Es el hombre bueno o malo? ¿Tiene éste conciencia del bien y del mal? ¿Se tiene una idea cabal de lo que es el  bien y el mal?

 El filósofo británico Hobbes, en el siglo XVII ya apuntó con su Leviatán, la maldad natural de hombre y la necesidad de un contrato social que restringiera su agresividad, Rousseau, el filósofo suizo al contrario, pensaba que el hombre nace bueno y que es la sociedad quien lo corrompe.

         La vida es mucho más compleja que estos dos conceptos por muy profundos y exactos que nos parezcan. Importantes en el momento que surgieron, vigentes al día de hoy, pero insuficientes para comprender el marasmo de una sociedad como la que vivimos y sufrimos en estos momentos de descontrol total. Muchas opiniones apuntan a que el hombre goza de libre albedrío, de unos derechos universales aceptados por todos los países y que si delinque, si desvía su conducta del “recto proceder”, es por voluntad propia y hay que aplicarle sanciones contundentes.  A parte de no saber con exactitud que es “el recto proceder”, como se nos apunta, pues deducimos con la expresión una carga de intereses partidistas, por no decir inconfesables, la demagogia barata  ha despertado siempre, nuestros resortes escépticos.

         Si cada hora tiene su afán, cada época sus problemas, sus trampas, sus inquietudes y sus guerras, y en el fondo el loable intento de hacer del hombre un ser libre y esas guerras son el ejemplo fehaciente de que no lo conseguimos. No hemos llegado a eliminar la esclavitud, la hemos puesto en nómina.

¿Tiene el hombre necesidad de someterse a una autoridad política, religiosa o económica? ¿Qué busca el hombre que se somete? ¿Protección? ¿La consigue o a sus   propios errores añade los del mando?

         Con su voluntad propia, el ser humano tiene dos puntos de apoyo: el razonamiento y la ciencia y su orientación más sublime el Amor universal, sólo falta que lo comprenda y se decida a emprender un camino justo para todos. Estamos convencidos de que las guerras, empezarían su declive. 

          

 ©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora española

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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