LA INTEGRIDAD
La integridad o calidad de íntegro, es el estado de aquello que no le
falta ninguna de sus partes, que está completo, incorruptible, recto.
En otra acepción es aquel desinteresado, probo.
Corresponde a un estado de pureza y conservación en el que está
garantizada evitar su alteración.
Como valor moral es la cualidad de la persona, que procede correcta y
ordenadamente, según su deber y que por ninguna circunstancia altera su
conducta ante situaciones de conveniencia, favores o dificultades.
Asimilar la integridad a la probidad significa resaltar la bondad, la
rectitud de ánimo, la hombría de bien, la honradez en el obrar.
Como tantas otras cosas, la integridad es una actitud ante la vida.
Es la posición desde su interior, que el hombre adopta para enfrentar la
existencia.
El principio de identidad esta asociado a otros principios éticos, en
especial con el valor de la honestidad, el respeto, la armonía, el desinterés y
la transparencia en las relaciones humanas.
La persona íntegra amolda su conducta a sus sentimientos y sus valores,
siempre en relación con el mayor bien, y considerando su comportamiento desde
el rol que le corresponde en su grupo social y en la humanidad, poniendo en
primer lugar el bien común, y la armonía universal.
Sus valores se relacionan con la honestidad, la honradez, la lealtad y
la verdad, y tiene respeto por los demás como por sí misma y controla sus
emociones.
Es bien conocido el texto de Aristóteles, sobre su maestro Platón, por
la crítica a su doctrina filosófica “soy amigo de Platón, pero más amigo soy de
la verdad”.
Esta cualidad faculta al individuo para decidir por sí mismo, sobre su
comportamiento y creencias, sabiendo que hará lo correcto y no perjudicará a
otros.
La falta de integridad nos conduce a una doble moral; nuestros dichos
son opuestos a nuestra conducta, o aun peor, exigimos a los demás conductas que
jamás realizamos nosotros.
Decia Groucho Marx “Estos son mis principios, pero si no le gustan,
tengo otros”.
Lamentablemente en la sociedad actual, hay tantos ejemplos de
comportamientos de doble moral, en ambos sentidos.
En enseñar una conducta y practicar otra o la opuesta, y la de acomodar
sus principios y valores, a la conveniencia, al poder de turno, a quien más me
da, o a favorecer amigos o compañeros.
La integridad es un camino y un esfuerzo diario,
constantemente hay que esmerarse por ser mejor persona, por corregir errores,
por implicar la conducta a la integración, la paz, la igualdad y la felicidad
de todos los hombres sin distinción.
Es una tarea que se debe asumir, aceptando nuestras
falencias, pidiendo perdón constantemente por nuestros errores, y tratando en
lo posible de reparar los daños cometidos.
Como resultado, el esforzarse por conseguir la
integridad moral, te hace confiable a los demás, te permite tener una
conciencia tranquila, transitar la existencia hacia objetivos seguros, y lograr la
armonía y la paz interior que hará irradiar la misma hacia nuestros semejantes.
Seremos vistos y considerados como íntegros y
lograremos junto con nuestros semejantes que se han propuesto el mismo camino,
la construcción de una persona mejor, nosotros mismos, y de un mundo mejor, el
que vivimos.
En última instancia parte de la convicción que hay un principio superior
que es el cumplimiento de nuestro deber.
Un viejo proverbio oriental señala que nunca tu deseo supere a tu deber.
Es cierto que el deseo es el motor de la conducta humana, pero el hombre
íntegro sabe discernir cual es el deseo correcto, y cual el incorrecto.
Que es lo que debe hacer, y que lo que no debería hacer, y como puede su
comportamiento ayudar a mejorar la vida de los hombres, o complicar y
perjudicar a los otros.
Miremos a nuestro interior, y juzguemos con honestidad si nos
consideramos íntegros, si nuestra conducta esta marcada por nuestro deber y por
el sentimiento de ser realmente íntegros, probos y servidores de la verdad.
Elías D. Galati, Buenos Aires, Argentina
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