Remembranzas
Hay un silencio sin tregua que no cesa.
Hay un pretexto de sueños que recuerda.
Hay una mueca de soledad, disimulada en la ausencia.
Nadie pretende juzgar la sentencia del destino:
No te devolverán ni el tiempo ni las lágrimas.
Sólo la fe circundará tu perfil de serena austeridad.
-¿Quién cuidará la era abandonada, bajo el cielo yerto?
¿Quién alzará la ley obstinada, inapelable?- quizás
pensaste, tras la efímera certeza del adiós…
Y luego, irracionales, inexplicablemente,
tantas lunas se acallaron, sin medir las sombras…
Tantos espejos apagaron tu imagen de luciérnagas azules…
Cuando sordamente sonó el reloj de eternidad,
llamándote desde los recónditos ecos de la casa,
tan lejana, inmensa hoy, deshabitada de tu fuego…
Nadie puede pronunciar, en ritual conjuro,
las palabras que te respiren, que te exhumen,
que te reinventen, que te expulsen de la noche…
¿Qué haremos nosotros, mientras tanto, solitarios eternautas,
cabalgando sonámbulos sobre el lomo agrietado del planeta,
hasta el instante de retornar al origen amniótico del tiempo?
Sólo saber evocarte, desde el cristal de la memoria,
panóptico de aquellas horas que ya fueron,
alquimia de antiguas huellas que aún palpitan…
©LIANA
FRIEDRICH, poeta y escritora argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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