EL BARQUITO
Como encargada de la administración de la empresa donde
trabajaba tenía como misión, además de muchas otras, de ir a recoger el importe semanal para pagar a las esposas de los montadores de las máquinas que durante varios meses estaban efectuando su labor en cualquier parte del mundo.
El señor que me recibió, me hizo pasar a su despacho, una sala en donde las paredes eran en realidad una enorme biblioteca aunque lo que más me sorprendió, fue ver sobre una mesa, casi en el centro de la habitación, un acuario, pero sin agua, mejor dicho una botella, sin agua y en el centro de la misma, un pequeño barco, con sus velas, una diosa griega en la proa, redondeada la popa. Mientras esperaba que el Sr. Tomás sacara el dinero de la caja fuerte, yo me preguntaba como era posible hacer un barquito tan pequeño, tan perfecto, tan hermoso dentro de una botella, cuando el cuello de esta botella era estrecho, por allí no podía caber casi nada.
.-Sí, me llevó mucho tiempo – me dijo al observar la forma en que miraba aquella bella obra – pues para poder colocar cada pajita e ir montando ese barquito, me costó lo suyo, vaya que si! No dije nada, pero me abrió a una reflexión muy importante y es que muchas veces menospreciamos a las personas que no responden al esquema social que nos domina, y poco reparamos en que hay personas que consideramos insignificantes, pero cuando intentamos ir más allá de lo “socialmente correcto” como se suele decir, descubrimos un mundo sumamente importante de personas que llevan una vida interior muy rica y creativa, un mundo que les ayuda a sobrellevar los desencantos, los problemas, los inconvenientes, así como un tubo de escape.Y en estos tiempos de desencantos, tan largos, que los podemos dividir por varios más, descubrimos el inmenso sentir creativo de muchas personas y me pregunto si no será que todos llevamos dentro, una parte artística que desconocemos.
SALOMÉ MOLTÓ – Alcoy,
Alicante, España
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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