“UN PENSAMIENTO EN TRES ESTROFAS”
– de Antonio Muñoz Feijoó (1851-1890),
poeta de Popayán, Colombia.
Tomado del libro ¨La Poesía en Popayán¨, segunda edición, publicado en 1954.
No son los muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de su tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía.
No son los muertos, no, los que reciben
rayos de luz en sus despojos yertos;
los que mueren con honra son los vivos,
los que viven sin honra son los muertos.
La vida no es la vida que vivimos,
la vida es el honor, es el recuerdo.
Por eso hay hombres que en el Mundo viven,
y hombres que viven en el Mundo muertos.
Antonio Muñoz Feijoó
ANTONIO MUÑOZ FEIJOÓ (Popayán, Colombia, 1851 -
Santander de Quilichao, Colombia, 1890).
Se recibió de
ingeniero, graduado en la Universidad de Cauca, en la que, posteriormente,
llegó a desempeñarse como profesor y rector. Desde muy joven se aficionó a la
literatura, participando en diversos círculos intelectuales de Popayán.
Respecto a su
poema más conocido, existen testimonios de personas muy allegadas a él que
confirman que a sus 18 años, luego de haberlo escrito, mucho le costó asignarle
un nombre. Vaciló al respecto, al tratarse de tres cuartetos con diferente
rima, habiéndose decidido al final nominarlo “Un pensamiento en tres estrofas”, cometiendo, posteriormente, el
error de entregar su manuscrito a un editor que terminó quitándole el crédito
asignándose él la autoría. Poema que, después, y por si fuese
poco, ha tenido una paternidad vilipendiada dando como autores a Gustavo Adolfo
Bécquer, Rubén Darío, Ricardo Palma y Julio Flores, entre otros.
Veamos
ahora el testimonio de Don Alberto Carvajal de Cali, Colombia:
-
El señor Antonio Muñoz Feijoo fue compañero y condiscípulo de mi padre y él me
contó al oírme recitar la primera estrofa de esa poesía –que es la estrofa
universalmente conocida en el continente americano de habla española o al menos
la que todo el mundo sabe de memoria-, cómo nacieron estos versos:
He aquí lo que mi padre me
dijo aquel día:
- Visitaba yo con frecuencia la casa de Antonio. Tanto él como yo
vivimos los rosados años de la adolescencia y gozábamos hablando de nuestros
estudios, nuestras ilusiones y nuestros nacientes proyectos literarios. Popayán
era en aquella época, un centro de los de mayor actividad literaria y social.
Quizá el más movido del país, después de Bogotá. Su universidad disfrutaba de
bastante crédito en la República. Nosotros formábamos parte de un grupo de
muchachos aficionados a las letras. Allí estaban Simón Rojas, Miguel Medina,
José María Velasco entre otros. Un domingo llegué a casa de Antonio. Como
estuviera escribiendo me acerqué sin que me sintiera y alcancé a ver por encima
de su hombro una hoja de papel en la que había tres estrofas sin título. En
cuanto se enteró de mi presencia, me dijo: - Acabo de escribir una poesía, pero
estoy en un aprieto: No sé cómo bautizarla porque está formada por tres
cuartetos de distinta rima que contienen, expresado en diversas palabras, los
tres el mismo pensamiento. Vaciló un instante y, para leérmela, trazó encima de
ellas estas palabras: ”UN PENSAMIENTO EN TRES ESTROFAS”. El novel poeta no
contaba entonces más de 17 o 18 años.
Investigación: Luis Alposta, Buenos Aires, Argentina
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