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sábado, 23 de abril de 2022

EL REFLEJO DEL ALMA, Elías Galati, Buenos Aires, Argentina

 



EL REFLEJO DEL ALMA

 

Se dice que los ojos son el reflejo del alma, que nuestra mirada da la pauta de quienes somos y como nos comportamos, aunque es difícil comprender la mirada de nuestros semejantes.

El alma es el numen del ser humano, la sustancia específica que se manifiesta en los fenómenos psíquicos.

Comprende las cualidades características de la naturaleza de un individuo, en especial las cualidades emotivas de simpatía.

Pero en esta concepción psicológica, la simpatía puede trocarse en antipatía, cuando no hay respuesta al otro, o la respuesta es antagónica, pues la simpatía es una emoción provocada en un individuo por la percepción o la idea del sufrimiento en los otros, y que lo conmueve llevándolo a aliviar el sufrimiento.

La simpatía es repetir en uno la emoción del otro, compartirla.

Se transforma en antipatía cuando se adopta una actitud distinta y opuesta, y se niega o rechaza compartir.

Cuando hay simpatía, hay también alegría y desde el alma interior se trasluce hacia el rostro una luz que lo tersa y lo hace grato.

Cuando hay antipatía, hay tensión, se tensa desde el alma, todo el cuerpo, y se manifiesta en la dureza del rostro y la contractura de las facciones.

Esta situación no es gratuita, deja huellas, marcas en nosotros, no sólo internas sino también externas en especial en nuestras facciones.

Las comunidades también lo sufren; vivir rodeado de personas que no son gratas, que no manifiestan emoción ni simpatía, marca un déficit en nosotros que se trasluce en las actitudes y los reflejos exteriores.

Los grupos y los pueblos que sufren tensiones permanentes, que no son considerados empáticamente, y soportan a diario situaciones ingratas que los angustian y entristecen, poco a poco van cambiando sus facciones y se convierten en el reflejo de lo que han recibido y reciben.

La bondad y el amor, son las características elementales del alma humana, y desde allí se reflejan en su conducta y en su exterior.

Cuando no hay bondad ni amor, o cuando es muy difícil expresarlas dada las circunstancias o los componentes sociales que mayoritariamente existen en una comunidad, esas características del alma humana, están como en espera, y los reflejos son distintos.

Nuestra alma se refleja en primer lugar en nuestro comportamiento.

Lo que hacemos, las acciones que producimos, nuestra conducta señalan quienes somos en realidad, de qué somos capaces y que sentimos, aunque a veces nos encontramos con personas o grupos capaces de esconder en otro tipo de conducta lo que sienten.

Este comportamiento cuando va en consonancia con nuestro interior, también ilumina y marca nuestro cuerpo, en especial nuestro rostro.

Las expresiones de bondad y de alegría nos distienden, nos armonizan y va en consonancia nuestro interior con nuestro exterior.

El transcurso del tiempo, parece que tuviera un efecto opuesto, y que nosotros y nuestras facciones mejoraran.

En segundo lugar se manifiestan en nuestras palabras; cuando hay simpatía y bondad en nuestro interior, nuestras palabras serán bondadosas, veraces, correctas y equilibradas.

Producirán paz a nuestro alrededor, y serán gratas para quienes nos rodean, serán consideradas y a veces tomadas como ejemplo.

Empero, la falta de simpatía, la carencia de bondad, genera una gran tensión en nuestro interior y marcan nuestro destino.

Entonces nuestras expresiones serán duras, aunque no podemos escapar a quienes somos, ni a nuestra condición humana, ni a nuestro carácter social, ni a la necesidad de ser solidarios y vivir en conjunto.

Aunque haya quienes se empecinan en tratar de lograrlo, y pretenden escapar a su condición de hombre y considerarse super héroes o superiores.

¿Cómo somos nosotros, cual es nuestra conducta, nuestras palabras, que refleja nuestro rostro? ¿Tratamos a los demás con bondad y equilibrio, tenemos simpatía con ellos o no nos importan o somos antipáticos?

Cuando sonreímos nuestro rostro se expande y se ilumina, cuando gritamos, manifestamos rencor o maquinamos ideas no bondadosas, en cambio, se contrae, se crispa y deja huellas que poco a poco van siendo perennes y nos marcan

¿Cómo son los que nos rodean, en especial nuestros líderes y referentes?           

¿Cuáles son sus conductas, sus palabras, que muestran en sus rostros?

Aquellos que son bondadosos, aman la paz y la armonía, con el transcurso de la vida mejoran su conducta, sus palabras y muestran rostros agradables. Son diáfanos y puros.

Los que buscan el camino opuesto de la antipatía, son autoritarios, se sienten superiores y discriminan, en general ajustan con mayor intensidad su conducta a lo que sienten, sus palabras son más duras y muestran un rostro con facciones severas.

¿Cómo reflejamos nuestra alma? Es nuestra conducta y nuestras palabras bondadosa y armónica, es nuestro rostro agradable y placentero.

De ser así podremos generar una sociedad mas equilibrada y mas justa.

ELÍAS GALATI, Argentina


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