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sábado, 2 de abril de 2022

LA VIDA QUE PUDE, Norberto Barleand, Buenos Aires, Argentina

 









LA VIDA QUE PUDE

 

Moriré de ceniza con el humo en la sangre,

entre luchas  tenaces en las rutas del tiempo.

Moriré con la furia de mis brazos  dolientes ,

los rostros ocultos , las sombras del grito.

Moriré con los tigres de profundos rugidos ,

en los montes  febriles y los sueños quebrados.

Moriré  de humillantes parodias

con traidores sin rumbo en la rueca del tiempo

Moriré  en los fogones ,  con amigos

Compañeros del  vino , la cruz lacerada .

Moriré en silencio   con mi pueblo en los hombros,

el horror en las ojos ,

el rumor de la luna,  fulgurante y  sumisa

Moriré con tambores  en los tallos del viento,

y un eco esperanza en el brocal de la lluvia.

Moriré en el surco del suspiro arrogante

con las penas partidas  y jazmines de fuego.

Moriré en las colinas  donde entonan los sauces

                                    el himno inconcluso  , el relincho salvaje .

Moriré de mirar ,

la tristeza extendida,

la insomne pereza 

                             de los cómplices ciegos ,

Moriré con la muerte

                                      y la vida que pude

                                                Deuda

Al amor le debo todo        y no puedo enamorarme

Compartir la brisa ,   la primavera azul ,

Espejos vacíos  , imágenes  que reposan

                 en  linternas opacas del olvido.

Al amor le debo todo          y no puedo enamorarme

Tal vez,                  la solitaria membrana de los días,

 el árbol que regué en los diluvios  con la  voz  sutil de la inclemencia.

.Las  sábanas en sus blancas rutinas reclaman

el susurro de algún beso, una lágrima,

un labio en los brazos de la almohada.

Al amor le debo :

Una luz en la tibieza del otoño,

la caricia de mi madre en la nostalgia,

y    aquella   casa con  atajos  de ausencia.

Al amor le debo los amigos ,   libre canto del perfume y de las flores

los que siguen en la ruta del delirio  o se fueron con  violines de  viento ,

sin un saludo, con un adiós de luto que obtura la sangre.

Los sigo amando  desde el arroyo de sus ojos mansos.

Amo a mis hijos ,             a los hijos de otros padres.

Al amor le debo todo              y no puedo enamorarme.

Pasiones y tumultos  fueron sembrando

de brotes  y cuestas el camino donde    encallan

los últimos refugios de  la vida.

Que de tanto amor que debo.

                                            No puedo  enamorarme .

 

©NORBERTO BARLEAND, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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