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CATARATA
Escribimos cuando
se
nos desboca el alma.
Lo
hacemos
en
esos momentos
en
que no hay piel
capaz
de absorber
tanto
sentimiento.
Es un
llamado profundo
en
que frente a frente,
el
papel y yo
nos
desnudamos
y nos
empapamos
del
mismo temblor
de
idéntico
sabor
de las lágrimas.
Luego
uno se arremolina
en el
pliego,
se
adormecen los sentimientos
y se
exhala
esos
estremecimientos profundos
que
ya no tenían espacio
en
nuestra alma.
Se
escribe, porque
solamente
el papel
puede
absorber
tanto
dolor impregnado
que
nunca fue aliviado.
©HILDA
AUGUSTA SCHIAVONI, poeta y escritora argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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