LLORÓ
COMO UNA MUJER
(Letra : Celedonio Esteban Flores - Música : José María Aguilar)
Recitado:
Cotorro al gris. Una mina ya sin chance por lo vieja
Que sorprende a su
garabo en el trance de partir,
Una escena a lo Melato
y entre un llanto y una queja
Arrodillada ante su
hombre, así se le oyó decir:
“Me engrupiste bien
debute, con el cuento ´e la tristeza
Pues creí que te
morías si te dejaba amurao,
Pegabas cada suspiro
que hasta el papel de la pieza
Se descolaba de a poco
hasta quedar descolgao.
Te dio por hacerte el
loco y le pegaste al alpiste
Te piantaron del
laburo por marmota y por sebón,
Yo también al verte
enfermo, empecé a ponerme triste
Y entré a quererte por
sonsa, a fuerza de compasión.
Te empezó a gustar el
“monte” y dejaste en la timba
Poco a poco la
vergüenza, la decencia y la moral,
Como entró a escasear
el vento, me diste cada marimba
Que me dejaste de cama
con vistas al hospital.
Como quedaste en la
vía, y tu viejo, un pobre tano
Era chivo con los
cosos, pelandrunes, como vos,
Me pediste una ayuda,
entonces te di una mano
Alquilando un
cotorrito, en el centro, pa´ los dos.
Allá, como a la
semana, me pediste pa´ cigarros
Después, pa´ cortarte
el pelo y pa´ ir un rato al café,
Una vez que
discutimos, me tiraste con los “tarros”
Que si no los
gambeteo, estaba lista, yo sé.
Decime si yo no he
sido para vos como una madre,
Decime si yo merezco
lo que me pensás hacer.”
Bajó el bacán la
cabeza y él, tan rana y tan compadre
Besándole los
cabellos, lloró como una mujer.
ANÁLISIS
SEMÁNTICO.
Este es uno de los grandes tangos que llevó al
disco Julio Sosa con la orquesta de Leopoldo Federico. Anteriormente lo había
grabado Gardel con guitarras para el sello Odeón. Contiene muchas palabras en
lunfardo, que pasamos a analizar.
Cotorro: (del castellano cotarro”) albergue
para pobres; hogar humilde
Mina: mujer
Chance: ocasión, probabilidad
Garabo: hombre
Melato: referencia a María Melato, actriz que
interpretaba los roles con mucho dramatismo
Engrupiste: engañaste
Debute: algo superlativo; mucho
Amurado: abandonado
Alpiste: bebida alcohólica
Piantaron: echaron
Laburo: trabajo
Marmota: torpe
Sebón (de “hacer cebo”): holgazanear
Entré: comencé
Sonsa: tonta (expresado generalmente de manera
cariñosa)
Monte: juego de naipes
Timba: lugar donde se juega por dinero
Vento: dinero
Marimba: golpes, azotes
En la vía: estar sin dinero
Tano: apócope de “napolitano”; por extensión,
todo los italianos
Chivo: enojo / chivarse: enojarse
Coso: persona innominada (es despectivo)
Pelandrún: vago, haragán
Cotorrito: diminutivo de “cotorro” (ver la
primera definición)
Tarros: zapatos
Gambetear: eludir, esquivar
Bacán: en este caso, tiene el sentido de
gigoló, persona mantenida
Rana: avispado, astuto
Compadre (de compadrear): bravucón, provocador
RELATO.
Como si del escenario de una obra teatral se
tratara, así se nos representa a nuestros oídos el recitado previo al poema tanguero. Es una escena dramática que se
desarrolla en una vivienda pobre, donde la mujer de edad madura –sin
posibilidades ahora de rehacer su vida con nueva pareja- sorprende a su
compañero en el momento que intenta irse de su vida.
Protagoniza entonces una escena dramática,
llorando y quejándose de rodillas ante él, expresando en su dolor
algunas circunstancias de esa
convivencia. El recitado tiene
–indudablemente- toda la fuerza dramática y en él está configurada la situación
que se esboza posteriormente, cuando ella habla en primera persona casi hasta
el final, que aparece una tercera persona
“en escena” para explicar el arrepentimiento de él en dos versos
solamente.
Ella le dice que la engañó muy bien, pues
creía que él se moría si lo abandonaba, suspirando desazonado. Que se extravió
y se hizo borracho, perdió el trabajo por inútil y haragán. Al verlo de esa
manera enfermo, ella se puso triste y, por tonta y casi compadecida, comenzó a
quererlo.
Le enrostra la afición por el juego de naipes
por dinero, por lo que éste comenzó a faltar, desquitándose con ella por medio
de palizas que casi la ingresan en el hospital. Al quedar sin dinero, su
italiano padre se enojó con él por su holgazanería. Fue ella quien lo ayudó, y
alquiló una humilde vivienda para los dos.
A los pocos días le pidió para comprar
cigarrillos, después para la peluquería y también para ir al café. Esta
situación lógicamente origina discusiones, durante una de las cuales él le
arroja los zapatos, que afortunadamente pudo esquivar. Y finalmente le reprocha
pues ella, que lo había tratado como si fuese su madre, no merecía ese
tratamiento, es decir, abandonarla.
El hombre, tan bravucón, le besó los cabellos
y “lloró como una mujer”.
Julio Sosa canta, en esta ocasión con la
orquesta de Francini-Pontier:
©CÉSAR TAMBORINI DUCA,
poeta y escritor argentino
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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