Inteligencia Artificial
No voy a soslayar que está de moda y
que genera muchas expectativas, y los pioneros en estos avances tecnológicos
sueñan con un coche que los desplace de un punto a otro de la geografía sin
tener que molestarse en conducir.
Uno de los interrogantes que se me
plantean es si la máquina así lanzada en una calle cualquiera, al cruzarse una
pelota, sabrá discernir la alta probabilidad que detrás aparezca un chico
corriendo, atravesando la calle detrás del balón. Tal vez sean conjeturas
extravagantes del que no es ducho en informática y los expertos seguramente
contemplarán estos detalles tan importantes para la seguridad.
Pero lo que me llevó a esta reflexión
es lo siguiente, tal vez a ustedes les habrá ocurrido que escriben mal una
palabra y la máquina los corrige; pero en realidad la habían escrito bien, solo
que el sesudo PC no “interpretó” lo
que ustedes habían aclarado previamente, que
escribían textualmente el artículo de tal escritor del siglo XVIII, por
poner
un ejemplo. A veces con
insistencia logramos convencerla, otras veces no. ¿Y saben qué ocurrió con mi “Lenguaje y números de los Pampas”?
Habitualmente mis trabajos son
manuscritos, luego los tipeo en el PC y a continuación envío a la impresora,
releyendo en todos estos pasos para evitar –en lo posible- errores
gramaticales. Para editar posteriormente en mi página copio y pego sin preocuparme en releer pues todo debería ir
encarrilado sobre rieles.
No sé por qué circunstancia fortuita
abrí el artículo mencionado y vi –horrorizado- un cambio que significaba un
burdo error que podía inducir a otros: la reacción en cadena de la Bomba A. Ahí
me di cuenta que en una serie numérica la máquina se guía por la lógica (su
lógica, la que tiene en su
cerebro) desobedeciendo a su amo.
Había detallado la numeración decimal
con el nombre de cada número del 1 al 10 en idioma mapuche, y luego escribí el
nº 100 y el nº 1000 con su correspondiente denominación: Pataca (para el 100) y Huaranca
(para el 1000); pero la máquina –que por lo visto adolece de ese pelín de
falta de inteligencia- me corrigió y siguió el orden numérico lógico (para
ella): 11 y 12 en lugar de 100 y 1000.
Pensé “no voy a perder tiempo en
discusiones baladíes, porque es tan obcecada que si la corrijo, ella a su vez
me corregirá”. Y corté por lo sano para dejarla en evidencia que no razona
mejor que yo, colocando primero las palabras y a continuación los números que
designan, de modo que quedó así:
Pataca: 100, Huaranca: 1000
CÉSAR TAMBORINI DUCA, León, España
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA