Imágen de: Artelista.com
MIRO LOS SUEÑOS DE UNA MUJER SENTADA
Vi sus senos angélicos, serenos.
Languidecía la orilla entre náufragos.
La nave, ya ciega, era la inmovilidad,
el engaño de las frentes y los vientos.
Hay un lenguaje que entreteje el olvido,
un lenguaje de antiguos crepúsculos
que alumbraban la noche en crisantemos.
Un lenguaje que es metáfora y fábula.
Allí la dispersión de la memoria:
la caricia de primaveras apagadas,
una voz del exilio.
Este es el viaje dónde preguntamos
quién soy después del amor desordenado,
después del desborde de su cabellera en mi pubis.
Hay un lenguaje que nace inexplicable,
un secreto hilo, prefijado, de nuestra mitología.
Y entonces -rituales de la vida- la soledad.
La soledad, como un glaciar asomando en la mar,
en la penumbra de una sala con balcones sellados.
En la sed y el presente de una mujer taciturna.
CARLOS PENELAS, Buenos Aires, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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