EL NIÑO Y EL MAR
A los Sueños…
En
especial, al insigne Poeta almeriense, ANTONIO
CAMACHO GÓMEZ (92 AÑOS), amante del Mar y sus misterios… Con un Cielo de
afectos admirativos y bendiciones Pascuales…
Soy tan sólo un pequeño
hipocampo
de luces arracimadas sobre
una montaña
ondulada como olas de
libros encrespados
en mi Botica de Autor…
Y luego de tenerlo, en el
reciente estío,
-entre mi cuerpo todo y
agitado en manos y reposado en mis ojos-,
vuelvo a pensar…
en Él…
En
el Mar…
Porque
desde las arenas penumbrosas
de
mi Memoria vino aquel recuerdo.
Y
quién sabe qué extraña brisa sopló sobre ella y,
una
tras otra,
el
polvo amarillento de los años rezumó las palabras
por
los intersticios del tiempo,
anárquicas
e inseguras –al principio-,
ordenadas
y sensibles –después-,
hasta
pergeñar mi sepia imagen de niño solitario
discurriendo
sobre las arenas mansas
-al
principio, pero luego agitadas-, de otra realidad.
Arenas
de las playas del mar al que desde infante visitaba,
como
quien visita a su mejor Amigo,
pues
el mar era mi Amigo,
y
era sabio e inconmensurable como el fondo
y
matiz de las verdades que mi alma perseguía…
Y
mi niño miraba al mar y el mar miraba al niño,
y
lo hacía con un millón de ojos de espuma,
y
el niño llamaba al mar y el mar llamaba al niño
con
otro millón de bocas chorreantes,
y
el niño saludaba al mar y el mar saludaba al niño con otro,
y
otro, y otro millón de olas de aplausos y chasquidos,
y
el mar comenzaba a cantar y hacía cantar al niño,
y
ambos esperaban la somnolienta oquedad de la noche
para
despedirse: el niño brotado de sal
y
de una humedad nueva y nutriente,
y
el mar humanizado, después de correr como los hombres,
de
hablar y cantar, de gritar y soñar como los hombres –pequeños-,
como los niños de enero que descubren, ¡al fin!, que están vivos…
Quizá
del polvo seco y acre
de
un vetusto cajón de escritorio añoso
-forjado
en madera misionera y olorosa de petiribí-,
brotó
aquel recuerdo.
Y
mi Botica de Autor se prendió al fuego liminar
de
sus entrañas acuosas
y
de sus misterios arrobadores y acidulados por una sal existencial…
Y
el Poema cobró vida.
Y
fue como una Ola más en el Océano de la vida para la Vida.
ADRIÁN ESCUDERO, Santa Fe, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
No hay comentarios:
Publicar un comentario