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domingo, 23 de abril de 2023

EL NIÑO Y EL MAR, Adrián Néstor Escudero, Santa Fe, Argentina

 







EL NIÑO Y EL MAR

A los Sueños

En especial, al insigne Poeta almeriense, ANTONIO CAMACHO GÓMEZ (92 AÑOS), amante del Mar y sus misterios… Con un Cielo de afectos admirativos y bendiciones Pascuales…

 

Soy tan sólo un pequeño hipocampo

de luces arracimadas sobre una montaña

ondulada como olas de libros encrespados

en mi Botica de Autor…

Y luego de tenerlo, en el reciente estío,

-entre mi cuerpo todo y agitado en manos y reposado en mis ojos-,

vuelvo a pensar…

en Él

En el Mar…

Porque desde las arenas penumbrosas

de mi Memoria vino aquel recuerdo.

Y quién sabe qué extraña brisa sopló sobre ella y,

una tras otra,

el polvo amarillento de los años rezumó las palabras

por los intersticios del tiempo,

anárquicas e inseguras –al principio-,

ordenadas y sensibles –después-,

hasta pergeñar mi sepia imagen de niño solitario

discurriendo sobre las arenas mansas

-al principio, pero luego agitadas-, de otra realidad.

Arenas de las playas del mar al que desde infante visitaba,

como quien visita a su mejor Amigo,

pues el mar era mi Amigo,

y era sabio e inconmensurable como el fondo

y matiz de las verdades que mi alma perseguía…

Y mi niño miraba al mar y el mar miraba al niño,

y lo hacía con un millón de ojos de espuma,

y el niño llamaba al mar y el mar llamaba al niño

con otro millón de bocas chorreantes,

y el niño saludaba al mar y el mar saludaba al niño con otro,

y otro, y otro millón de olas de aplausos y chasquidos,

y el mar comenzaba a cantar y hacía cantar al niño,

y ambos esperaban la somnolienta oquedad de la noche

para despedirse: el niño brotado de sal

y de una humedad nueva y nutriente,

y el mar humanizado, después de correr como los hombres,

de hablar y cantar, de gritar y soñar como los hombres –pequeños-,

como los niños de enero que descubren, ¡al fin!, que están vivos…


Quizá del polvo seco y acre

de un vetusto cajón de escritorio añoso 

-forjado en madera misionera y olorosa de petiribí-,

brotó aquel recuerdo.

Y mi Botica de Autor se prendió al fuego liminar

de sus entrañas acuosas

y de sus misterios arrobadores y acidulados por una sal existencial…

Y el Poema cobró vida.

Y fue como una Ola más en el Océano de la vida para la Vida.

 

ADRIÁN ESCUDERO, Santa Fe, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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