EN EL
PRINCIPIO FUE EL SUEÑO
El principio de amor a si misma,
obliga a la flor
a realizar su acto
el más egoísta... florecer
y darse afuera
con su apertura que atrapa.
Luego la abeja,
vaciada de si misma,
arrodillada
ante la abeja reina,
interpreta el perfumado
llamando de la flor
como una ofrenda generosa,
el colorido atavío
como una devota
y sumisa donación.
Hasta que el oso
deja su trance invernal,
sale de la cueva
pisando flores
y come la miel
sin ni siquiera plantearse
si ésto...
también es un sueño.
FAVIO
ANDRÉS CEBALLOS, Baigorria, Santa Fe, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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