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sábado, 11 de marzo de 2023

EL MOMENTO Y EL LUGAR, Elias Galati, Buenos Aires, Argentina

 


EL MOMENTO Y EL LUGAR


Kant afirma que espacio y tiempo son condiciones a priori de toda experiencia, a la vez que parece alinearse con la naturaleza euclidiana del espacio y la simultaneidad absoluta. Es decir son condiciones de la sensibilidad humana; el hombre siente, piensa, actúa, se mueve dentro de un tiempo y de un espacio, no puede concebirlo de otra manera. Es decir hay un momento y un lugar para todo y para todos. Las condiciones espacio temporales son la base de lo fenoménico, y poseen también idealidad transcendental porque son la condición de posibilidad de toda experiencia y no están en las cosas en sí mismas. Tiempo y espacio no son las cosas, se diferencian de ellas. Se puede concebir un espacio y un tiempo vacíos, pero no se puede concebir un objeto sin espacio, sin tiempo. En la "Crítica de la razón pura" sostiene que son condiciones del conocimiento, y formula su tesis del siguiente modo: espacio y tiempo son las condiciones absolutamente necesarias, sólo bajo las cuales los objetos pueden ser dados a nuestros sentidos; y ello es debido única y exclusivamente a la naturaleza de nuestras facultades de conocer, en este caso, a la naturaleza de la sensibilidad humana. Esa sensibilidad está en la base de todo conocimiento y de todos los juicios. El tiempo es, en sentido general, una magnitud física que se utiliza para medir la duración, simultaneidad y separación de los hechos y acontecimientos y el espacio es considerado el medio físico en el que se sitúan los cuerpos y los movimientos, y que suele caracterizarse como homogéneo, continuo, tridimensional e ilimitado. y también como la Superficie o lugar con unos límites determinados y unas características o fines comunes. San Agustín dice que sabe que es el tiempo, pero que si me lo preguntas no te puede responder, no lo puede explicar. Y termina diciendo Hay de mi que ni siquiera sé lo que no sé.Nuestro momento y nuestro lugar es nuestra existencia, es el derrotero de nuestra vida. Es donde se desarrolla nuestra historia. Aunque en ella haya momentos y lugares diferenciados, que nos marcan de una manera distinta y a veces absoluta. Son el momento y el lugar que marcan nuestro destino, que determinan quienes somos y que proyectan nuestra existencia. Esa circunstancia es crucial en nuestra existencia y nos coloca solos delante de nosotros, para determinar quien somos, que queremos, cuál es nuestro carácter y nuestra personalidad. ¿Cómo llegamos a dicha condición? ¿cómo nos hemos aprestado a lo largo de la existencia para hacer una buena elección? La primera condición indudablemente es el amor; el amor que sentimos, que nos hace amar y ser amados, y el amor que debemos sentir hacia el lugar y el momento en que fuimos colocados, porque no es nuestra elección. Es necesario haberse preparado para elegir, porque es posible que no nos demos cuenta, y el instante pase de largo y nunca tengamos la oportunidad de elegir. Elegir como vivir, como valorar, como priorizar las cuestiones importantes sobre las triviales, como relacionarse con los demás y con el mundo. Hay un momento y un lugar, un único momento y lugar que engloba nuestra vida y nos proyecta hacia el futuro. Que nos catapulta al infinito, que nos nutre, que llena nuestra mochila para que dure durante toda la vida. Donde arribamos solos, desnudos, despojados de toda trivialidad, de todo lastre, y desde donde somos responsables de lo que haremos con nuestra existencia, de aquello que marcará nuestro derrotero y quizás deje una huella en la vida de los hombres. La vida te coloca delante de la Divinidad para que determines quien eres, que haces, que deseas, que proyectas, que valoras y como has de continuar tu vida en el futuro. Tamaña responsabilidad que sólo podrás superarla amando, a ti mismo, a los otros, a las cosas, valorando lo bueno, lo justo, lo equitativo y lo pacífico, y compartiendo no solo lo que tienes sino también lo que eres, porque si no te das a ti mismo, no serás capaz de dar otra cosa a los demás. Es el momento y el lugar de la verdad, el que te hace hombre en serio, el que te dignifica y te eleva.

Elias D. Galati, Buenos Aires, Argentina


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