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domingo, 26 de febrero de 2023

GIANCARLO CARLOMAGNO: UN SIGNORE COMMENDATORE, Pedro Broemser, Buenos Aires, Argentina

 




GIANCARLO CARLOMAGNO: UN SIGNORE COMMENDATORE

 

Estaba regresando a mi casa… después de haber “vagado” como siempre, por mi “boulevard” añorado... venía tarareando aquella vieja canción con que Nicola Di Bari, allá por los “setenta” nos enamoraba: I Giorni dell` arcobaleno… caminando por Bulnes y cuando cruzó Mansilla, un señor desde la vereda de enfrente, me regala una sonrisa y un saludo con sus manos… al punto lo recordé y lo aguardé a su paso… era el amigable “maestro “ de Reiki que un buen día “me dio una mano”-literal- pues su expertís tenía como instrumento fundamental “la imposición de manos”. En ese segundo traje a mi mente alguien a quien “no ricordo” que me habló de la Ley de Atracción, de la cual era yo un ignorante- como de tantas cosas- y que, según dicen que inconscientemente uno atrae a quien llama con el pensamiento? “¡Cómo te va!”, le dije -¡Pedrito!, exclamó, ¡qué placer!, se acordaba hasta de mi nombre? - le agradecí el gesto pero debí, confesarle que no recordaba su nombre de “pila”… y me espetó el suyo… verdadero cartel de un “emperador”: Giancarlo Carlomagno, natural de Nurcia, en la región de Umbría. Ahora lo ricordo!, le dije… y además no olvido que aquella vez que me conociste, yo- en esa necesidad de hacer amigos y caerle simpático- se me ocurrió decirte, siguiendo la historia del emperador, que a mí me llamaban como a tu papi, Pipino… por qué?, me preguntaste y yo no tuve mejor idea que decirte: porque era un petiso simpático!... en ese momento, creí que se iba a cruzar de vereda, se puso serio y yo comprendí que me había “mandado flor de cagada”, mi pulso se aceleró… mi lengua se secó, sentí más calor… intenté salir del paso preguntándole por una señora que era amiga en común y que sabía que quería mucho y GRACIAS A DIOS que estuvo de mi lado, al recordarla cambió su semblante y respiré… sentía mi camisa transpirada que al pegarse en mi piel me daba frío… el diálogo, posteriormente continuó en forma agradable. Recordé que en aquella época… me invitó a conocer su estudio, que quedaba a la vuelta del kiosco… allí fui a la salida de una tarde… subí al departamento, donde al llegar me recibió con música suave y desconocida para mí, me dijo que era oriental… me hizo pasar a un gabinete e indicó que esperara que ya vendrían a atenderme, me acercó una jarra de jugo de naranja bien helado, ah!, lo supuse porque la misma estaba mojada, le pedí disculpas y tomé la jarra y la acerqué a mi frente, ardía de calor y de emoción… recuéstate en la camilla y relájate!, me dijo antes de irse… lo cual no era muy habitual en mí y menos en esta situación de “extrañamiento”. Era la primera época en mi kiosco, nueva actividad, nuevo barrio, otra gente… no hacía mucho que me había separado de mi familia, mis hijos, mis afectos y frustraciones que desbordaban la mochila… sueños irrealizados por falta de empuje y cobardía… una pieza importante para cualquier psicoanalista… diría que tal vez constituía con “mis rollos” “una tesis” para “una maestría”… en todo eso estaba pensando, mientras la música me acunaba.

No sé, sentí al rato que alguien me hablaba… señor, señor!, una suave y dulce voz me despertaba… al parecer me había quedado dormido?… y claro todas las mañanas me despertaba a las 6 hs. y salía luego de 12 hs. de “laburo” sin descanso, “de fierro no era?”… abrí los ojos despacio y lo que primero me llamó la atención era una suave sonrisa de una jovencita… bah!, no sé si era tan joven pero su sonrisa era de una “casi-niña”… claro, yo venía de una época en que todos me parecían menores que yo y por desgracia, verdad tenía!. Sus ojos profundos verdes que te quiero verde, Federico el Lorca, diría… y yo no pude más que a su sonrisa contestarle con la mía. Podrán creer que me fascinó esa niña?, no?, pues sí!, desestabilizó mi vida. Intenté incorporarme y ella llevando sus deditos a sus suaves labios de “flor recién nacida” me hizo el “moín” de silencio y callé de por vida. Ella, Larisa- según decía el cartelito de su chaqueta- me dijo: quédese tranquilito señorito (me llamó señorito, no podía más de dulce esa ninfa!)… vaya detrás del biombo y quítese la ropa yo le alcanzaré una bata, así está más cómodo … luego venga y yo le quitaré los zapatos… usted, despreocúpese... se acostará en la camilla y procederé a hacerle unos masajitos… le agradecí y le dije que su nombre era el mismo que el de la protagonista de la película Dr. Zhivago, se sonrió tan hermosamente que si estuviéramos sobre “las estepas siberianas”, se hubiesen derretido las nieves de la emoción que me causó… presté atención a la melodía que salía de los parlantes y era canto de sirenas y pájaros mezclados con brisas tranquilas y yo “que dormirme quería y no quería”.

Larisa, hablaba o susurraba como avecita en cortejo… diciendo palabras sueltas, mientras me acariciaba o masajeaba… era lo mismo, todo me parecían ca-ricias y así estuve una hora quizás?, lo importante es que fue una experiencia única… en un momento se retiró del gabinete, diciendo que ya volvería para ayudarme a vestir… al rato regresó y yo ya me había vestido e incorporado… ella me dijo: Peter!, me sorprendió que supiera mi nombre… ella me dijo, que lo había visto en la invitación que le había entregado… me dijo que su padre, se llamaba así y que ella lo llamaba de esa forma y que tenía ciertas actitudes similares a las mías, eso me agradó,  aunque no quise pensar que me considerara solo en edad de ser su padre?!... me sentí algo viejo, pero traté de superarlo, ella no merecía que yo perdiera la oportunidad de ser cortés y de seguir disfrutando de su dulzura, por darle “bola” a mis traumas.  

Luego de tan bella sesión de “imposición de manos”, algo totalmente novedoso para mí… no volví, pero a estas alturas… considero que debí hacerlo… y como muchas cosas en mi vida no fui muy consecuente, tal vez eso hubiese armonizado más mi espíritu al emplear herramientas indicadas?... no sé qué habrá sido de Larisa… se habrá casado?, “el vago “que se llevó ese premio, la habrá merecido?... ojalá, así sea!.... yo no la olvidé y ni siquiera pregunté por ella…  no vaya a ser que me dijera Giancarlo, que siempre me recordó, pero que suponía que era muy chica para mí y que no le daría “bola” y ella tampoco sabrá nunca que fue “la musa “ inspiradora de más de un puñado de versos.

Pasado el tiempo… a veces me entran las dudas… de si fue aquella historia con Larisa verdadera o si todo fue un bello sueño que se produjo ni bien arribé al consultorio y me tendí en la confortable camilla?... de todas maneras, en ambas situaciones fueron muy muy bellas experiencias.                                                                                                  


Pedro Broemser, Buenos Aires, Argentina


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