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SEGUNDO
ACTO
Incorporo tu cansancio a
mi medida
de bestia perentoria
que sólo ve por el ojo
polifémico
su caudal de instintivas
marejadas.
Quiero guardar la remota
nervadura
que inclinaba el traslado
cavernario
como un emblema distinto.
Sin embargo
me parezco a mí mismo,
en actitud insólita de
búsqueda
de la otra verdad que
justifique
mi propia existencia.
Sigo rescatando a cada
paso
las imágenes hundidas en
los tiempos,
hasta encontrar la tuya,
imagen-sueño, transformada
en oscilante deseo de que
fuera
siempre la misma,
cierta, justificada
existencia.
Urdo la idea compartida
cuando nadie nos lee la
mirada,
ni el deseo ni el sueño
propio del saberse
íntegro,
desceñido de la falsa
dramaturgia
donde se queman las
mejores inocencias.
Finalmente despierto y,
cotidianamente,
me avergüenzo.
©JERÓNIMO CASTILLO, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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