Nos
bate el almanaque que hoy es lunes… Evocación del poeta Francisco García
Jiménez
La
mayoría de las letras de tango están escritas con palabras y giros tomados del
“lunfardo”. Creo no exagerar si afirmo que la música de Buenos Aires se apoya
esencialmente en esta forma de lenguaje que en demasiados casos alcanza la
categoría de poesía y que, como cualquier otra jerga (el “argot”, el “calo” o
la “germanía”), sin dejar de ser parasitarias de la lengua común donde crecen y
se desarrollan -aunque nadie habla ni escribe un lunfardo puro-, también la
enriquecen imponiendo sus pintorescos modismos que forman parte del habla
cotidiana. A Borges no le caía muy bien este modo de hacer literatura; es más
hasta no ocultaba su fastidio y rechazo. Contaba que su colega Roberto Arlt, al
referirse a este lenguaje rufianesco, menos usado por gente común que entre
presidiarios, le dijo bastante molesto: “Yo nací en Villa Luro y me crie en
los arrabales porteños y nadie hablaba en lunfardo, Borges”. Sea como
fuere, este modo de expresión se posesionó del tango, donde se hizo usual y
casi necesario, marcándole un sentido que abarca circunstancias que van desde
la acusación de un delator hasta la confesión de emociones y tristezas, que se
sienten especialmente en los complejos asuntos del amor.
José
Gobello, uno de los investigadores más tenaces, fundador de la Academia
Argentina del Lunfardo, destaca el clima controvertido que suscita este
lenguaje desde los orígenes de la palabra “tango”. En su libro El
lenguaje de mi pueblo, centra el debate en las corrientes civilizatorias, y
señala conjuntamente el papel jugado por las culturas indígenas
latinoamericanas y por las inmigraciones europeas y africanas, incidentes en la
conformación del habla cotidiana. A su vez, reflexionando sobre este asunto, el
escritor e investigador Héctor Benedetti, en su ensayo Sobre la
etimología de la palabra tango, realiza un prolijo repaso de las diversas
teorías que se han formulado y la suerte corrida por cada una, sin eludir
el Diccionario de la real Academia Española (versión de 1914),
que sugiere de manera quizá imprudente que “tango” proviene del latín
“tangere”, palabra eliminada en ediciones posteriores. También se conjetura,
que en el lenguaje de los esclavos traídos a la Argentina (principalmente los
que pertenecían a etnias del Congo, el golfo de Guinea y el sur de Sudán,
usaban la palabra “tango” para referirse a los sitios de reunión, utilizados en
el África, como en la América colonial. De allí que probablemente la palabra
“tango” tenga orígenes africanos, cuestión que hace dudar al letrista Horacio
Ferrer, autor de varios volúmenes dedicados a la música de Buenos Aires. A
ellas se suman otras palabras íntimamente relacionadas con el tango, tales como
“canyengue” y “milonga, también de indiscutible origen africano. La polémica
resulta hoy en día más bien ociosa, ya que los ingredientes hispánicos en
cuestión contaban con su cuota de sangre negra.
Pero
hay palabras que se usan de manera corriente en el habla cotidiana de la ciudad
del tango, tales como el verbo “bate”, que significa en la jerga lunfarda
delatar o denunciar; un “batidor” es, verbigracia, un encubridor, o un vulgar
alcahuete, referido en términos populares. Estas etimologías han sido y siguen
siendo objeto de múltiples teorías y filosas controversias, cuando no de
provocadoras ironías.
Sirva
esta introducción sobre el lunfardo en el tango, para referirme a uno de sus
más brillantes y consagrados cultores; me refiero al poeta Francisco García
Jiménez, el ilustre y memorioso “don Paco”, del que guardo un entrañable y
vívido recuerdo, y me parece verlo sentado en el café Floridita,
ojeando el diario o animando un diálogo con el dedo en alto en tono de voz vehemente,
debidamente malevo; aunque de malevo no tenía nada, ya que era un hombre
pacífico, profundamente bueno, amistoso y solidario.
Recuerdo
que mi relación con “don Paco”, empezó en de la década de 1960, cuando yo
trabaja como cadete en la radio El Mundo y él frecuentaba esa
emisora prodigando sus pareceres en un afamado programa. El locutor Antonio
Carrizo y el bardo porteño Julián Centeya, fueron quienes me acercaron a “don
Paco”, que era la historia viva del tango. Sus primeras obras literarias se
dieron en el campo de la poesía y ya en la década de 1910 algunas aparecieron
en varias publicaciones, como la revista Mundo Argentino. Fue
también periodista y dramaturgo; su primera obra teatral, escrita en
colaboración con José de la Vega, se tituló La Décima Musa y
se estrenó en 1918 en el Teatro Variedades con gran éxito de
crítica y público. En los años siguientes produjo una treintena de obras de
teatro entre las cuales se destacan: Ahora va a ser la nuestra, De
los Cuarenta pa' arriba y El más feliz de los maridos.
Alguna
vez le hice una entrevista que publicó la revista Imagen del país,
en donde me contó generosamente pasajes de su vida y la de otros personajes que
conoció, entre ellos Carlos Gardel y el padre del sainete criollo, Alberto
Vaccarezza. “Don Paco era la historia viva del tango. Entre sus libros más
destacados en esa dirección se cuenta Así nacieron los tangos,
volumen que conservo con su cariñosa dedicatoria; antes había publicado Carlos
Gardel y su época, Estampas de tango, Memorias y fantasmas
de Buenos Aires, El Tango y Vida de Carlos Gardel.
Para el cine colaboró en los guiones de Se llamaba Carlos Gardel, La
historia del tangoy Mi noche triste, además de realizar la
asesoría musical de Tango argentino, un documental inédito y
abarcador de la música de Buenos Aires, producido en 1969. Pero creo que su
faceta más destacada y admirable fue como poeta del tango. A él le debemos
composiciones como Zorro gris, de 1921, que fuera cantada por
Carlos Gardel con acompañamiento de guitarras.
Cuantas noches fatídicas de vicio
tus ilusiones dulces de mujer,
como las rosas de una loca orgía
les deshojaste en el cabaret.
Y tras la farsa del amor mentido
al alejarte del Armenonville,
era el intenso frío de tu alma
lo que abrigabas con tu zorro gris…
Con
Antonio Requeni, que fue su compañero de redacción en el diario La
Prensa, lo evocamos muy seguido; también con el aedo e investigador Luis
Alposta, que lo destaca entre otras cosas, como autor de la famosa “Marcha del
estudiante”. Casi es ocioso decir, que “don Paco” García Jiménez fue un hombre
de vasta cultura y sólida formación intelectual, atento siempre a todo lo
referente a la vida de su ciudad y su música. Con sus versos, siempre
emocionados y evocadores, hasta le cantó a uno de los días menos gratos de la
semana; me refiero concretamente al “lunes”, que en 1927 musicalizó José Luis
Padula, y fue todo un éxito en la voz del cantor Carlos Dante, con la orquesta
del pianista Alfredo De Angelis. Con gracia y hondura popular, enriquecido de
palabras lunfardas el tango nos conmueve con su gracia y franqueza. Creo que
bien vale la pena transcribir algunos versos:
Un catedrático escarba su bolsillo
buscando un níquel que alcance pa’ un completo.
Ayer salió con la fija del potrillo
mascando rabia y rompiendo los boletos...
El almanaque nos bate que es lunes,
que se ha acabado la vida bacana,
que viene al humo una nueva semana
con su mistongo programa escorchador...
Rumbeando pa´l taller va Josefina,
que en la milonga, ayer, la iba de fina.
La reina del salón ella se oyó llamar;
del trono se bajó para ir a trabajar...
El lungo Pantaleón ata la chata,
de traje fulerón y en alpargatas...
Ayer en el Paddock
jugaba diez y diez...
hoy va a cargar carbón
al Dique Tres.
Piantó el domingo del placer,
bailongo, póker y champán...
Hasta el más seco, pudo ser
por diez minutos, un bacán.
El triste lunes se asomó,
mi sueño al diablo fue a parar,
la redoblona se cortó
y pa´l laburo hay que rumbear…
¡Cuántas
cosas encierran los mensajes del tango en su poesía y su atrapante melodía!
Esta letra, enriquecida de correspondientes palabras en lunfardo, donde el
verbo “bate” y su extensión: “batidor” es de mucha importancia, sublimada con
otros matices bien orilleros, de música contagiosa y sabiduría popular, se
queja del lunes, ese incómodo día de la semana que nos convoca al regreso de la
vida cotidiana y a retomar las debidas obligaciones. Pasó el feriado, claro,
“se fue el domingo de placer y el triste lunes se asomó. Se van todos los
ensueños, se cortó la redoblona y al trabajo hay que volver (o “rumbear”, como
bien dice el verso. Y así, resignada, camino del taller va Josefina, la que en
el baile ayer la iba de fina. ¡Pobrecita!, se tuvo que bajar del trono para ir
a ganarse el pan de cada día…
A
mí me encanta escucharlo en la voz de otro personaje muy querido y admirado, me
refiero al cantor Carlos Dante, que acompañado por la orquesta de don Alfredo
De Angelis, hizo toda una creación de “Lunes” en la década de 1960.
Don
“Paco” García Jiménez fue un hombre de vasta cultura y sólida formación
intelectual, un verdadero maestro que deleitaba con su palabra a quienes lo
rodeábamos. Los versos de sus tangos, que -con verdadero hallazgo- introducen a
la clase media en el tango, son verdaderas crónicas de época y evocan desde los
viejos carnavales, en letras como “Siga el corso”, hasta la exaltación de
sitios remotos de los suburbios, tales como los versos de “Bajo Belgrano”,
sitio donde se ubica el hipódromo de la ciudad de Buenos Aires.
Bajo Belgrano... Cómo es de sana
tu brisa pampa de juventud,
que trae silbido, canción y risa
desde los patios de los studs.
¡Cuánta esperanza la que en voz vive!.
La del peoncito que le habla al crack:
-Sacame 'e pobre, pingo querido,
¡no te me manques pa'l Nacional!...
En la alborada de los aprontes,
al trote corto del vareador,
se cruza el ansia de la fortuna
con la sonrisa del buen amor...
Y mientras pierde la vida un tango
que el ronco fueye lento rezonga,
se alza la cifra de una milonga
con el elogio del cuidador...
Y en el delirio de los domingos
tenés reunidos, frente a la cancha
gritando el nombre de tus cien pingos
los veinte barrios de la ciudad!...
El
entrañable y recordado “don Paco” García Jiménez nació un 22 de septiembre de
1899, y murió en un trágico accidente ferroviario el 3 de marzo de 1983.
©ROBERTO ALIFANO, poeta y escritor
argentino
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Excelente el artículo, y el tango Lunes, lo escuchaba de pibe en la versión señalada , en el Glostora Tango Club, y me parecía haber sido el autor. Una joyita, todo.
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