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sábado, 15 de junio de 2019

EXTRAVÍOS, Adrian Néstor Escudero, Santa Fe, Argentina















EXTRAVÍOS

A alguno de los hijos del mundo, con
 resignación de padre, y esperanza de madre.
Esperando, buscando, llamando…


   Ahora recuerdo lo que Él dijo, cuando “algo” tosco apareció entre sus manos y sus labios sentenciaron: “Cuando el Tiempo aprisione tu vejez, quizás, leyéndolo, puedas escapar de sus rejas y barrotes infranqueables…”.

   El muchacho -28 años recién cumplidos-, recibió del viejo un gastado libro. Un libro de tapas tan duras como las miradas joven y añosa que se cruzaban, desafiantes… Por última vez.

   Un libro de tapas duras con letras doradas nominándolo a jirones, más allá de los rasguños del tiempo y del uso.
   Un libro denso, de hojas tibias y quebradizas, tan delgadas y finas como la figura enhiesta de quien lo sostenía, con esas manos trémulas y tan tibias y quebradizas, como las hojas del libro denso de tapas duras con letras doradas nominándolo a jirones.
   Una especie de Biblia, ahora virginal entre sus manos, aceptada sólo por debido y humano respeto… Por última vez.

   Recuerdo también que luego, el muchacho sonrió con lástima ante el rostro apacible del Anciano que lo miraba con dulce firmeza y el brazo extendido y la mano abierta, en vano intento por estrechar la de su hijo… Por última vez.

   El vacío ocupó la desairada nobleza de aquel inveterado gesto de amistad entre los hombres, y el muchacho, después de abandonar con displicencia el libro viejo del viejo Anciano, lo arrojó con desprecio en un cajón de su -hasta ayer- lustroso escritorio de avanzado estudiante de posgrado…
   Y dando media vuelta, se marchó con un “chau, para siempre…”, del hogar paterno, pensando lo sería… por última vez.

 (Heredada por un hermano mayor, aquella casa -la del libro- nunca se vendió. Y ahora que recuerdo lo que Él dijo, cuando “algo” tosco apareció entre sus manos y sus labios sentenciaron: “Cuando el Tiempo aprisione tu vejez, quizás, leyéndolo, puedas escapar de sus rejas y barrotes infranqueables…”, un muchacho, “cierto” muchacho -ya entrado en años- y tumbado sobre la puerta de entrada -tras desatar un timbrazo de estridencia entrecortada por invisibles sollozos- volvió aquel día a aquella casa, con tembloroso pulso y arrugas cristalizadas en el cuerpo, a buscar ese “algo” que había olvidado en un cajón de su -hasta ayer- lustroso escritorio de avanzado estudiante de posgrado, a comienzos de una -ahora- vana existencia arrepentida…).

©ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO. Nacido en Santa Fe, Argentina, el 12 de enero de 1951. Casado, cuatro hijos y seis nietos a la fecha y a Dios gracias). Como Dr. Contador Público Nacional (1975) y Magíster en Dirección de Empresas (CT – 1998), se desempeñó en la gestión privada y pública. Ejerció la docencia y cargos académicos universitarios en el Área de Administración de Organizaciones y Área de Gestión Educativa (FCE-UNL, 1972/1980 y FCE-UCSF, 1980-2000). Miembro del Consejo Profesional en Ciencias Económicas de la Provincia de Santa Fe, Argentina (1975/1980). Miembro del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas de la Provincia de Santa Fe (Argentina) (1975 a la fecha).









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