15 MICROHISTORIAS SIN CUENTO
El cuento más breve del mundo
Quería ser el autor del cuento más breve
del mundo. Era su obsesión.
Escribió O…
y lo tituló “Alternativa”.
No conforme, pensó en escribir otro mucho más
breve,
tan breve que le permitiese prescindir hasta
de las palabras.
Se quedó en la intención y lo logró.
Lo que Dios quiera
Reflexionaba
sobre la impuntualidad del remordimiento, la indiferencia del tiempo y la
eternidad del plástico… con el comodín del azar en la manga.
La
eterna duda
Pienso, luego
desisto.
Versión
definitiva
Corregía tanto que, invariablemente, terminaba
corrigiendo lo corregido. Un buen día decidió darle fin al cuento y le cambió
el título. Lo llamó “Versión definitiva”. Estuvo a punto de llevarlo a Corregidor, pero cambió de idea y se
dijo a sí mismo: -¡Terminemos con esto! Optó entonces por enviarlo a un
concurso donde le pedían que lo firmara con seudónimo.
Pocos días después, alguien abría un sobre que
venía firmado por un tal Irresoluto
Descartes.
El pintor
Cansado de que
rechazaran sus cuadros decidió exponer por su cuenta y tituló a la muestra:
“Pinturas en tela de juicio”.
En
aquella casa
En aquella casa todo era brilloso. En aquella
casa la yerba y sus infusiones estaban prohibidas. En aquella casa nadie jugaba
al ajedrez. En aquella casa, su dueño había adiestrado a un doberman, de tal manera… que toda vez
que oía la palabra “mate”, obedecía.
Vecinos
Ella vivía en el quinto piso. Él, en el tercero.
Al encontrarse a solas en el cuarto...
se acostaron.
Aritmomanía
A su primer hijo, como correspondía, lo llamó
Primo.
Al segundo, Segundo. Al tercero, Tercio.
El problema fue con el cuarto. Como no hallaba
el nombre apropiado, lo llamó Marco (después de todo un marco tiene cuatro
lados, pensó).
El quinto fue Quintín. El sexto Sixto. Y el
lobizón Septimio.
Fue entonces cuando Octavia, su mujer, le
confesó que el verdadero padre de sus siete hijos… era el Nono.
La guillotina del párpado
Evitaba
parpadear para no echarla de menos.
Dejó de
hacerlo y ella ya no estaba.
Abandono
No se sacaba
el pijama ni para ir a dormir.
El colmo
Era siniestro,
zurdo, comunista y cardíaco.
Medicina
gramatical
Era profesor de castellano y estudiante de medicina.
Una mañana, frente a la cama de un enfermo,
reflexionaba: - La coma es una pausa en la oración, y el coma, es también una
pausa... pero seguida de una oración.
Sus
últimas palabras
Perdón señor ¿la estación del tren?
Catalepsia
Cuando despertó, creyó escuchar que alguien le
preguntaba a sus familiares: ¿Crema…
o chocolate?
Solitario
y solidario
Aunque era un hombre solitario, su soledad era
como la del dedo pulgar, la que no le impedía formar parte de la mano y darse
siempre a los demás.
©LUIS
ALPOSTA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Felicitaciones. Su ingenio y brevedad alegraron mi día. Así es cuando la literatura celebra la inteligencia que siempre es Divina.
ResponderEliminarFavio Ceballos desde Baigorria Ciudad de Poetas. Argentina
Felicitaciones. Su ingenio y brevedad alegraron mi día. Así es cuando la literatura celebra la inteligencia que siempre es Divina.
ResponderEliminarFavio Ceballos desde Baigorria Ciudad de Poetas. Argentina