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domingo, 28 de abril de 2019

“MI MADRE”, Carlos Rodolfo Ascencio Barillas, El Salvador

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Imagen de: Wikipedia

“MI  MADRE”


Después que los años se han ido,
y el recuerdo es flama inexpugnable de breve espera
y como ave fénix vuelan tus almos encantos,
y con los manantiales de tu amor me bañado,
en el deleite exuberante de tus brazos,
imperecederos  arreboles esperanzas de mi ocaso. 
Hoy veo el jardín de rosas 
en el argento impoluto de tus sempiternos equinoccios
y en los hermosos árboles paradisíacos                                                                                                              
de tus fragantes montañas
con tu bella voz que se une en el alma mía.
Yo sé recordar los tristes lamentos
pero el viento llora tu ausencia
y una leve brisa pasa por mis suspiros
entre el  comprender y sollozar,
extraña sensación que invade mi soledad.                                                                                      
Yo no puedo, ni debo renunciar a ti,
junto a mis lejanos pesares
y recibe el amplexo de mis besos,
y usted sabe, Madre del alma mía,
el gran cariño, y  los días que se marcharon
con los otoños y caminos afanosos del mundo
muy pronto vendrá el frío invierno
que acobijo el Hécate  de tu luz fúlgida soñadora
y tus ojos son dos lumbreras en mis amaneceres,
déjame despertar en la cuna de tus desvelos
permítame volver al hogar de mis ilusiones
y crecer con la hierba de tus llanuras
y refrescar mi garganta con tu rocío
entonces, le gritare a los mares, tú belleza
asombro Hebe  de los montes y las selvas
allá  en mi tierra, su linda tierra
donde nace el río cristalino que brota de tu pecho
y donde la lluvia acaricia mi regazo
y el prístino sol baja con mi llanto
y los furtivos olores en los desfiladeros
y el bello fulgor de tu silueta escandinava
y en la tarde azul que viste el horizonte
y el empíreo soñar con madreselvas de tu aliento
así, te quiero, con toda el alma mía,
después de mucho tiempo, te seguiré amando
hasta el último suspiro de mi vida,
para estar más cerca del acendrado cielo
y gima  el clamo aparecer de tu resplandeciente aposento.
¡Cuánto te sueño madre, madre del alma mía!
Eres, mi sueño, mi estrella y mi anhelo;
madre de amor, de infinita bondad…

©CARLOS RODOLFO ASCENCIO BARILLAS, poeta y escritor salvadoreño
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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