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viernes, 22 de marzo de 2013

DIGNIDAD

DIGNIDAD

                                   Atributo ético moral común a toda persona.

.-A resultas de oír la radio, ver la televisión y demás medios informáticos podríamos  pensar que esta  hermosa palabra ha desaparecido de nuestro diccionario. Creo que nos ha abandonado, cansada de ser violada, adulterada, falazmente interpretada, menospreciada y atrozmente ignorada.
            Kiko era un campesino, que vivía en un pueblo rural, allá a finales del diecinueve y principios del veinte. Trabajaba en Papeleras Reunidas y cuando terminaba su jornada laboral y por tiempos ya primaverales, iba a las masías a limpiar de hierbas pujantes los márgenes de los bancales, huertos y jardines, lo que le suponía una doble jornada de trabajo. Por esta segunda labor no cobraba salario alguno, el dueño de la masía le decía que cogiese, algunas panojas, rastras de ajos o cebollas, o algún montoncito de fruta algo dañada. Lo dejaba a su libre albedrío y cuando comprobaba la equidad que aquel hombre usaba para cobrarse el esfuerzo realizado, no podía más que extrañarse:
 “Vaya  Kiko, ya veo que eres un hombre honrado y comedido” a lo que Kiko le respondía:
 “Procuro ser lo las  equilibrado posible, ya que usted tiene la propiedad, de la que necesita más o menos, que lo mismo aumenta que disminuye, según las cosechas y las  circunstancias, por supuesto;  mi único valor es mi dignidad, con la que alimento mi existencia”. Debo decir que estos razonamientos no siempre eran comprendidos, ni por unos ni por otros.
.-Sin duda Kiko mantenía su conducta alimentada de dignidad, la cual no perdía nunca de vista pues era el elemento moral que ajustaba su conducta.
Más que con sorpresa, se diría que con extrañeza cada cual le da una significación particular y no tanto la notamos de falta cuando somos agredidos que cuando somos nosotros los agresores.
Parece que no es tan fácil mantener una existencia digna; estando la situación económica y social tan deteriorada
Horroriza pensar lo difícil que resulta mantener la propia dignidad ante la falta de trabajo, que te aboca a aceptar algo que en otras circunstancias rechazaríamos totalmente. Ahora, como decía el paisano, hay que bajar el listón de la dignidad y aceptar lo que antes se rehusaba.
Esto será según se interprete, porque recoger comida, ropa, o metales puede ser tan digno como cualquier otro menester.
 Que duda cabe que como ser humano, una persona pudiente puede tener tanta dignidad como cualquier otra  pero el trabajador tiene además, la dignidad de su trabajo, sea el que fuere. La dignidad que se logra cuando tu deber esta cumplido, cuando tu aportación al bien común, no sólo porque has trabajado, sino, porque has ayudado a los demás;  es la cuota de dignidad más alta que puedas alcanzar y la sustancia que mantiene tu moral a flote.
Diremos que no es fácil y acertaremos, pero seguiremos manteniendo la idea de que un NO ante algo que daña nuestra dignidad, y que echamos de falta en los políticos que nos gobiernan,  nos llena de una infinita satisfacción, y encontrarse bien porque nuestra dignidad ha sido salvaguardada, es una satisfacción no siempre fácil de lograr.

SALOMÉ MOLTO, de Alcoy, Alicante, España.
Miembro Honorífico de Asolapo Argentina                                                                                                

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