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domingo, 21 de diciembre de 2025

SOBRE EL AMOR - Santiago Sylvester - Salta, Argentina

 










SOBRE EL AMOR


No importa dónde nace el amor 
(los nacimientos son asuntos de registro o 
de parroquia) 
pero sé que no dura al aire libre, 
en ese prado aséptico con un molino al fondo. 
Nace en cualquier parte 
pero no prospera en la ilusión bucólica: 
busca la complicación, 
no el caos pero si su orilla, 
un cuerpo espeso de tejidos 
y de material residual, 
y busca sobre toda la armonía 
que es donde, si nos descuidamos un instante, 
muere por falta de necesidad.


SANTIAGO SYLVESTER – Salta, Argentina


TRANSCURRE DICIEMBRE… Antonio Las Heras -- Buenos Aires, Argentina

 







TRANSCURRE DICIEMBRE…


Es la media mañana de este diciembre 
inquietante, oculto, silencioso 
que invita a esas reflexiones pospuestas 
por no haberse atrevido a vivirlas plenas. 

Los pájaros surcan el aire, lejos 
de dónde está posada la mirada 
que interroga con espíritu frenético, 
anhelante de respuestas tan ansiadas.

Un nuevo año se aproxima, 
eso es seguro, inevitable y oportuno 
pues la proa de la vida allí puesta 
invita al recorrido de la senda cierta. 


ANTONIO LAS HERAS – Buenos Aires, Argentina

 MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA


HOY TE VI TAN LUNA - Marian Muiños - España

 










HOY TE VI TAN LUNA

Hoy te vi tan luna 
sin ser media 
ni entera 
ni blanca. 

Alternadamente 
asomándote 
calle a calle 
el autobús 
rodando 
rápido. 
Y tú, fugaz: 
tres cuartos de luna 
irregulares 
-cobre de luz 
y no blanca!

La noche arriba 
a tu izquierda, 
disimulando 
tu escasez de luna.

Y tu gravidez visible 
pariendo sueños 
de hijos que no nacen 
de madres que no sueñan.

Pariendo la noche entera 
tu hechizo 
que nunca cesa. 

Ni siquiera 
con la Tierra y sus seres dando tumbos. 
Ni siquiera 
cuando apenas te miran los poetas. 

Ni siquiera. 

Del libro “De paso por el mundo” Ed. 2024

MARIAN MUIÑOS – España 
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


ANTES - Luis Alposta, Buenos Aires, Argentina




Dibujo de Samuel Mallo López

ANTES

La poesía precede al lenguaje.

En la luz que se demora
sobre una hoja
como si dudara.

En el viento
que no explica nada
y aun así insiste.

En el agua
que emprende el camino
sin preguntar.

En la flor
que se abre
sin tener nombre
ofreciendo su color
y su perfume.

La poesía no escribe.
Respira.

Está en el árbol
que se inclina
y da sombra.
En la piedra
que guarda siglos
sin palabras.

Nosotros llegamos después,
con el lenguaje a cuestas,
a intentar nombrar
lo que ya estaba
vivo
y en silencio.


LUIS ALPOSTA – Buenos Aires, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA




SOLEDADES - Ricardo Molinari - Buenos Aires, Argentina











SOLEDADES


De ayer estoy hablando, de las flores, 
de la fuerte agua, transparente y fría, 
del alma, de la luna abierta, ¡oh mía!, 
de un ángel dulce y solo en los albores. 

De tantas noches secas y menores, 
del perseguido bien sin alegría; 
del aire, de la sombra y la agonía, 
de lumbres, cielos y arduos pasadores. 

De ti, tiempo llegado y desprendido, 
que vas en mí y me dejas en velada: 
solitario, desierto y sin sentido. 

Y encima de ti, vida delicada, 
cabello suave, quieto y advertido, 
la muerte sueña y mueve su morada.


RICARDO MOLINARI – Buenos Aires, Argentina


SONETO DEL RETORNO - Joaquín Gómez Bas - Buenos Aires, Argentina

 








SONETO DEL RETORNO


Quiero encontrar la sencillez que un día 
deseché por pueril e inofensiva; 
hallar la intrascendencia rediviva, 
remozada en candor y algarabía.

Recuperar mi trompo de alegría, 
la inocente pirueta sensitiva, 
y trocar mi violada luz cautiva 
en luminaria de juguetería. 

Volver a la estridencia de la ronda, 
a la crueldad sin culpa de la honda, 
a jinetear el palo de la escoba… 

Hallar de nuevo el canto de la espuma 
y tiritar medroso ante la bruma 
que trae al ogro que a los niños roba. 

 

JOAQUÍN GÓMEZ BAS - Buenos Aires, Argentina

TIEMPOS DE SEDAS - Norma Padra - Buenos Aires, Argentina

 




TIEMPOS DE SEDAS


Una mañana de invierno cercana a la primavera, llegó a Biertel el joven Xiao Yi, 
proveedor de las más finas y delicadas sedas. Él conocía muy bien el camino de la seda 
que sus ancestros chinos habían transitado. Las modistas de aquel pequeño pueblo de 
Alemania lo esperaban con ansias todas las temporadas, para poder confeccionar las 
camisas de los caballeros, o los vestidos para las damas de la aristocracia. 
Xiao Yi había nacido en Taipéi, bajo la protección de una familia tradicional, que le 
transmitió valores y normas de convivencia estrictas de esa cultura. Siempre se lo veía 
impecablemente vestido, su andar era digno de atraer las miradas. Sus ojos rasgados y 
profundos eran como perlas negras; su sonrisa persistente, el contorno de sus labios era 
fino y su piel nacarada. Su refinamiento oriental provocaba las miradas de las mujeres 
de Biertel y los celos de sus esposos. 
Si bien tenía un trabajo solitario él era muy comunicativo y le gustaba entablar 
conversación con los nativos de los países europeos, sin importarle sus rasgos. 
En cuanto Xioa Yi instaló su carro en la plaza y abrió los baúles se produjo la magia. El 
colorido de las sedas y sus brillos cambiantes se dejaron ver cuando él tomó las telas y 
las hizo danzar por el aire para mostrar la calidad con que habían sido elegidas. Sabía 
exactamente qué tela necesitaba cada persona para cambiar su suerte y su futuro. 
Se acercaron las costureras más importantes. Anna acompañó a su madre a ver las bellas 
telas. Sus hermanas, alborotadas, también corrieron para saludar a Xiao Yi. Lo 
invitaron a beber agua fresca recién traída del arroyo. Anna, la más joven de ellas, 
siempre se había sentido atraída por él, porque dejaba un perfume excitante al andar, tan 
elegante que evocaba la frescura de un jardín en primavera. Todo su aspecto era muy 
varonil… también mantenía ciertos misterios. Contaba historias de su ir y venir que lo 
llevaba a conocer diferentes países, por los que viajaba sin cesar. En las charlas que 
mantenía dejaba deslizar algunas confidencias de clientes de otros pueblos, pero nunca 
hablaba de sí mismo. 
Cada año Anna lo esperaba con mucha ansiedad. Por suerte, para su contento, Xiao Yi 
se hospedaría en el cuarto principal de su casa, que estaba reservado para huéspedes. 

Después de compartir la cena se saludaron y partieron hacia sus habitaciones. Era casi la 
medianoche cuando Anna se acercó con decisión pero, a la vez con cierto temor hacia la 
puerta del dormitorio de Xiao Yi. La danza de las luces y las sombras que la vela 
ardiente del candelabro dibujaba sobre el cuerpo de su amado le produjo un 
encantamiento singular. Se tendió a su lado entre las sabanas perfumadas de lavandas. 
Él despertó asustado. Estaba inmerso en un sueño muy profundo, Anna comenzó a 
acariciar la bata de seda que él tenía puesta. Incómodo al principio no supo qué hacer. 
Tomó las manos de ella y las alejó de su tenso cuerpo. La miró desconsolado y dejó 
caer las lágrimas que desahogaron su angustia. Ella asustada, por ser la primera vez que 
estaba a solas con el hombre amado, no entendió. Y volvió a tocarle suavemente el 
brazo y los hombros, mientras sus manos temblorosas gozaban cada centímetro de esa 
seda que recorría. Hasta que por fin, Xiao Yi pudo recuperarse y acongojado le contó 
que al cumplir los dieciocho años se había casado, como lo marcaba la tradición y tuvo 
una hermosa hija. Mientras se encontraba vendiendo telas a miles de kilómetros de su 
familia, una desgraciada noche, el fuego devoró su casa con ellas dentro. El espanto se 
vio reflejado en el rostro tenso de Anna que mantenía su corazón oprimido. Él la 
contuvo entrelazando sus manos y así durmieron, luego de un largo silencio. Serenos, 
tomados de la mano. 
Antes del amanecer Anna despertó y él ya no estaba. Le había dejado, en el borde de la 
cama, unos pañuelos de seda y un pequeño escrito donde le decía; “perdóname, nunca 
más me verás. Pronto conocerás al verdadero amor de tu vida y serás muy feliz. Yo 
solo sentiré nostalgia por no volver a ver a tu familia”. 
Anna comprendió entonces que él vivía habitado por sus propios fantasmas. Fue hacia 
el viejo retablo que tenía en su casa y rezó por ella misma. Pensó que, quizá, la ilusión 
de vivir un gran amor la había mantenido expectante y feliz. Tenía ahora que aceptar 
con nostalgia su pasado, su presente y su futuro sin Xiao Yi. 

Fin 

3/12/2025

NORMA PADRA –
Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA



DIGNIDAD - Salomé Moltó - Alicante, España

 





DIGNIDAD

 

Atributo ético moral común a toda persona.

.-A resultas de oír la radio, ver la televisión y demás medios informáticos, podríamos pensar que esta hermosa palabra ha desaparecido de nuestro diccionario. Creo que nos ha abandonado, cansada de ser violada, adulterada, falazmente interpretada, menospreciada y atrozmente ignorada.

Kiko era un campesino, que vivía en un pueblo rural, allá a finales del diecinueve y principios del veinte. Trabajaba en Papeleras Reunidas y cuando terminaba su jornada laboral y por tiempos ya primaverales, iba a las masías a limpiar de hierbas pujantes los márgenes de los bancales, huertos y jardines, lo que le suponía una doble jornada de trabajo. Por esta segunda labor no cobraba salario alguno, el dueño de la masía le decía que cogiese, algunas panojas, rastras de ajos o cebollas, o algún montoncito de fruta algo dañada. Lo dejaba a su libre albedrío y cuando comprobaba la equidad que aquel hombre usaba para cobrarse el esfuerzo realizado, no podía más que extrañarse:

“Vaya Kiko, ya veo que eres un hombre honrado y comedido” a lo que Kiko le respondía:

“Procuro ser lo más equilibrado posible, ya que usted tiene la propiedad, de la que necesita más o menos, que lo mismo aumenta, que disminuye, según las cosechas y las circunstancias, por supuesto; mi único valor es mi dignidad, con la que alimento mi existencia”. Debo decir que estos razonamientos no siempre eran comprendidos, ni por unos ni por otros.

Sin duda, Kiko mantenía su conducta alimentada de dignidad, la cual no perdía nunca de vista, pues era el elemento moral que ajustaba su conducta.

Más que con sorpresa, se diría que con extrañeza cada cual le da una significación particular y no tanto la notamos de falta cuando somos agredidos que cuando somos nosotros los agresores.

Parece que no es tan fácil mantener una existencia digna; estando la situación económica y social tan deteriorada

Horroriza pensar lo difícil que resulta mantener la propia dignidad ante la falta de trabajo, que te aboca a aceptar algo que en otras circunstancias rechazaríamos totalmente. Ahora, como decía el paisano, hay que bajar el listón de la dignidad y aceptar lo que antes se rehusaba.

Esto será, según se interprete, porque recoger comida, ropa, o metales puede ser tan digno como cualquier otro menester.

Qué duda cabe que como ser humano, una persona pudiente puede tener tanta dignidad como cualquier otra, pero el trabajador tiene, además, la dignidad de su trabajo, sea el que fuere. La dignidad que se logra cuando tu deber está cumplido, cuando tu aportación al bien común, no solo porque has trabajado, sino, porque has ayudado a los demás; es la cuota de dignidad más alta que puedas alcanzar y la sustancia que mantiene tu moral a flote.

Diremos que no es fácil y acertaremos, pero seguiremos manteniendo la idea de que un NO ante algo que daña nuestra dignidad, y que echamos de falta en los políticos que nos gobiernan, nos llena de una infinita satisfacción, y encontrarse bien porque nuestra dignidad ha sido salvaguardada, es una satisfacción no siempre fácil de lograr.

SALOMÉ MOLTÓ - Alicante, España

MIEMBRO HONORIFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


SONETO PARA UNA NAVIDAD - César Tamborini Duca - León, España

 







 SONETO PARA UNA NAVIDAD


Un Rey en pajar nació 
de la estirpe de David 
generoso como vid 
al decir del que lo vió.

Sin corona era este Rey 
adorado por los pobres 
-aquellos sin pan ni cobres- 
los seguidores, la grey.

Iba en el campo sembrando 
y otros iban cosechando, 
sus consejos, su palabra; 

su discípulo, Francisco, 
hoy nos revive a Cristo 
pues un mismo campo labra.


CÉSAR TAMBORINI DUCA – León, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

 


CONTAGIEMOS LA PAZ - Lola Benítez Molina - Málaga, España

 








CONTAGIEMOS LA PAZ

Ahora que es época de Navidad, 
de luces que se encienden, 
de reuniones de hermandad, 
para festejar el nacimiento del niño Jesús, 
es hora de comenzar a contagiar la paz, 
es hora de erradicar la maldad, 
de comenzar a ver una nueva mañana 
y así sembrar un mundo de esperanza. 
Unamos la alegría, 
contagiemos la paz 
y veremos germinar la semilla de la felicidad. 



LOLA BENÍTEZ MOLINA -
Málaga (España)

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


sábado, 13 de diciembre de 2025

COPLAS DE VINO - Luis Alposta – Buenos Aires, Argentina




 

 

 




COPLAS DE VINO

(cueca)

Vino que a mi copa vino
de tan hermoso parral,
miralo por el cristal,
mirá cómo me lo empino.

¿Que de qué nace el amor?
De un roce, de una mirada,
muchas veces de un error
y casi siempre de nada.

Yo fui como el picaflor
que pica a la flor volando
y hoy soy canario enjaulado
que se la pasa cantando.

Al separarnos los dos
fue mucho lo que sufrí.
Cuanto más lejos de vos
más contigo y más sin mí.

Vino que a mi copa vino
de tan hermoso parral,
miralo por el cristal,
mirá como me lo empino.


LUIS ALPOSTA
– Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA

“COPLAS DE VINO” – cueca – Canta: Aldo Videla
https://www.youtube.com/watch?v=2ilhe_Otckc

LO FUGAZ - Carlos Penelas - Buenos Aires, Argentina

 








Lo fugaz

Es el aire ligero, abandonado.

El alma sobre un cielo inmóvil

- donde fingimos la ventura -

con un viento insomne sumergido en la mar.

Y la llovizna en una tarde eminente

Buenos Aires, 12 de diciembre de 2025

CARLOS PENELASBuenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

PELOTA DE TRAPO - César Tamborini Duca - León, España

 












PELOTA DE TRAPO
 

Como “Pelusa” en bolsiyo usado
Te metiste a la hinchada futbolera,
Gambeteabas el hambre y la friolera
Con la alegría de un balón pausado.
Pensado para el pase al compañero
Con la pelota dirigida al hueco
-y el rival, parado, es un muñeco-
Cuando la pared da el rebote señero.
Hoy el fobal se debate triste
La pelota hoy no corre, no se viste
Por la alegre caricia de una mano;
esa mano de Dios, para un hermano,
que es el arco rival ya perforado
y por el ímpetu genial, muy contrariado.



CÉSAR J. TAMBORINI DUCA – León, España
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

UN LUCERO Y TRES ESTRELLAS - Clotilde y Mirella Tinnirello - Rawson, Chubut, Argentina

 







UN LUCERO Y TRES ESTRELLAS.


-Tango de Buenos Aires
Letra: Clotilde Soriani Tinnirello
Música con IA: Mirella Tinnirello


Cuando la noche acontece
con los compases de un tango
cómo si fuera un milagro
amarrado al bandoneón
enamora el corazón
porteño de Buenos Aires.

La voz del Zorzal Criollo
con su garganta canora
en su esencia natural
está en el mundo encendida
con remembranzas y acordes
del rioplatense arrabal.

Las canciones atesoran
las melodías tangueras
que traspasaron fronteras
con su don atemporal,
Carlitos en su cantar
tiene el trino del zorzal.

Las guitarras armonizan
en el devenir del tiempo
al trío del instrumento
que acompañaba a Gardel,
ellas se fueron con él
al altar del firmamento.

En el podio de la gloria
el arte dejó grabado
un lucero y tres estrellas
con los laureles dorado
del talento irrepetible
en ingenio consagrado.

La voz del Zorzal Criollo
con su garganta canora
en su esencia natural
está en el mundo encendida,
con remembranzas y acordes
del rioplatense arrabal.


CLOTILDE Y MIRELLA TINNIRELLO
– Rawson, Chubut, Argentina
MIEMBROS HONORÍFICOS DE ASOLAPO ARGENTINA

AGNUS POPULI: CORDERO DEL PUEBLO - Favio Ceballos - Baigorria, Santa Fe, Argentina

 












AGNUS POPULI: CORDERO DEL PUEBLO


En campos de verde, ilusión temprana,
pacen los siervos bajo el sol dorado,
creyendo en pastos de eternal mañana,
sin ver el lazo que les han atado.

El pastor guía con voz melodiosa,
promete futuro mostrándose fiel,
mientras la sombra se hace más odiosa,
mientras les prepara un destino cruel.

Comen el pienso de la servidumbre,
nutren su fe con ciega devoción,
ignoran la fatal incertidumbre,
que les aguarda al fin de su sumisión.

Borregos mansos, de mirar sereno,
que adoran a su amo, pasión pastoril,
es vil religión su bondad veneno,
sofocan latido de sangre viril.

La esquila duele, mas ellos soportan,
piensan que es regalo por su bien obrar,
y esas cadenas que al cuello portan,
creen: son adornos que deben amar.

Mas llega el día, la hora postrera,
cuando el pastor revela su intención,
y el matadero, boca negra fiera,
devora los sueños pierden la razón.

Agnus Populi, triste su destino,
corderos ciegos de fatalidad,
son cómplices de un embuste mezquino,
en la eterna rueda de la crueldad.

¿Cuándo abrirán los ojos al engaño,
y romperán las cadenas del confiar?
¿Cuándo verán que su amo es el extraño,
y es el pastor quién los va a sacrificar?

Despiértate ya, dormido en el ego,
Mírate al espejo y ve el plan social
tus dientes de lobo disfraz de borrego
Esa es la mentira principio del mal.


FAVIO ANDRÉS CEBALLOS – Baigorria, Santa Fe, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

UN JUGUETE ROTO EN EL BASURAL - Raúl González Tuñón - (1905-1974) - Buenos Aires, Argentina

 


 




UN JUGUETE ROTO EN EL BASURAL


Un poema está en el sueño. También fuera del sueño.
A veces está allí donde el poeta mira.
Y nada más poético que ese juguete roto
—extraña flor brotada a la intemperie—
que junto a los residuos de los inquilinatos
grises y fraternales
y la hierba menuda del baldío
recatado en el bosque de cemento
piensa cuando jugaba con él un dulce niño
que después fue soldado.

Nunca vuelven.
Y un poema está allí, donde no está el poeta.



RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN - Buenos Aires, Argentina

CUENTO MI EDAD - Gloria Nistal - Madrid, España

 









CUENTO MI EDAD


Por las expulsiones del paraíso,
Por los múltiples sueños
Incumplidos,
Estrellados contra el asfalto
De la realidad,
Que sonríe altiva y compasiva.

Las muescas en la culata
De mi historia
Son los fracasos obtenidos.
La herida de hoy es grande y profunda.

Cada año al dejar Galicia
Lloraba,
El día que dije adiós a Guinea
Una punzada certera
Me atravesó las vísceras.

Ahora, hoy, treinta y seis años después
De vivir veranos irresistiblemente sonrientes
Soy consciente de que el pasado,
Si pleno,
No debe cambiarse,
No debe olvidarse,
Aunque el presente vuele
Por otras atmósferas.

Volveré a las alturas de las aguas,

Volveré al verde fortuna y esperanza.
Aún no renuncio a la agitación del bosque.

Sigo, tantos años después,
Dibujando una sonrisa abierta
Ante los impagables soplos
De la felicidad afable y fugaz,
Tal vez inmerecida.



GLORIA NISTAL
– Madrid, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

ALGA QUISIERA SER, ALGA ENREDADA... - Ángel González - España

 











ALGA QUISIERA SER, ALGA ENREDADA...


Alga quisiera ser, alga enredada,
en lo más suave de tu pantorrilla.
Soplo de brisa contra tu mejilla.
Arena leve bajo tu pisada.

Agua quisiera ser, agua salada
cuando corres desnuda hacia la orilla.
Sol recortando en sombra tu sencilla
silueta virgen de recién bañada.

Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,
gaviota, cielo, nave, vela, viento…

Caracola que acercas a tu oído,
para poder reunir, tímidamente,
con el rumor del mar, mi sentimiento.



ÁNGEL GONZÁLEZ - España

Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid 2008)
Con una obra poética que comenzó en 1956 con Áspero mundo, González fue miembro de la Real Academia Española y recibió –entre otros reconocimientos– el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1985 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1996.

DOCTOR DE MUNDOS: EL REGRESO - Adrián Néstor Escudero - Santa Fe, Argentina

 




DOCTOR DE MUNDOS: EL REGRESO

      No había sido buena la bienvenida. De ahí la necesidad de provocar aquella lluvia para rasgar la burbuja molecular que precintaba la atmósfera, luego de fallar por enésima vez la comunicación con algún centro espacial o aeródromo del mundo.

Dedicó pues unos segundos a meditar sobre el hecho de no contactar con alguna otra nave, habiendo sido tan magnífica su lejana partida. Partida decorada por entonces por un cortejo zumbador de aviones de última generación, con los que Ellos habían saludado su histórico despegue con el Gran Cohete; Cohete al que íntimamente bautizaría como El Sillón de los Sueños.

      (…) Por entonces, el detalle le había parecido reconfortante. Además, la Estación de Lanzamiento le había brindado el emérito homenaje titulándolo, por ende, Abogado Cósmico, y logrando simular en un amplio espectro del espacio de lanzamiento, la bandera del Gobierno de Transición de la novísima Federación Estelar mediante el empleo de algorítmicas redes eléctricas satelitales. Un formidable trabajo de programación computarizada, unido a los efectos del disparador iónico de defensa.

      Dejó de pensar. Sus pies se ahogaban en el lodo amarronado del avanzado atardecer. A cinco minutos de la noche esperada y del Oso Polar. Comparó, sí, la sensación de este descenso con el de otros mundos, y no dudó en caracterizarlo como "extraño". Porque extraña era la sensación que lo había invadido, una especie de íntimo terror, de miedo a los desvaríos del desarraigo, como si en aquel instante hubiera sido el único e irrepetible ser humano del planeta...

      No estaba tan equivocado. La falla estaba en que el lugar de arribo se había prefijado, y nadie había venido a recibirlo. Sólo la tierra. La tierra lo recibió húmeda y llagada... La lluvia le cruzó el rostro amoratado y barbijo, y lo enredó como de lágrimas azules (despojos de un cielo enmascarado). Y la noche fue más negra y siniestra en el desierto aquél, que en todo el Universo. Sin estrellas. Tosió. Al cabo de cien (diez) años, tosió. Pesadas las manos y los pies, apretando el cuerpo contra el barro cenagoso…

      Recordó la pesadilla aquella donde había sido devorado por un Planeta al que había bajado en busca de agua. La similitud lo estremeció. ¿Qué buscaría en realidad?

      DON 'C - TRIFUS y VIEJO-LIDIUS habían llegado. Y algo buscaban. Algo buscaba.

      ¿Lo encontrarían o serían devorados por su propio Planeta? ¿Agua? Lluvia. ¿Lluvia? Sueños. ¿Sueños? Sueños. Todavía no lo sabía. Tenía que caminar. Y llegar a la ciudad. Y encontrar a la gente en la lluvia. Y hablar con ellos, pues de seguro tardaría en acostumbrarse a muchas cosas…

      Dejó de pensar. Tosió. No estaba tan equivocado. Miró hacia atrás. DON ' C cuidaría del cohete hasta que pudiera dar aviso y vinieran a buscarlo. Ahora bien, parte de su mente y de su cuerpo habían quedado atados también por un indescifrable circuito de sentimientos a la estrecha cabina que lo había cobijado durante el extenuante periplo. Entonces, como una horda de hormigas gigantes o de microbios sigilosos que corroen la vida de una vida, la melancolía se apoderó de él. Y sufrió. Y en una sola lágrima se deslizó, entre las demás gotas de lluvia, su incontrolable y súbita desesperanza... Es que sólo conocía las preguntas conocidas. Así, de pronto. Como antes de la Partida.

      Las respuestas habían quedado dentro del cohete y en el corazón metálico de DON' C., la I.A. que dirigía la nave… Las preguntas y las respuestas de Mercurio, Venus y la Tierra; Marte, Júpiter y Saturno; Urano, Neptuno y Plutón. Y las de cada Enviado, visible o invisible, que habitaba aquella delgada porción cósmica llamada Vía Láctea. Dos bolsos pendían de sus hombros. Desacostumbrado aún a la enérgica gravedad terrestre, sus primeros pasos fueron lentos, duros y torpes, como el de un autómata industrial. Un improvisado impermeable lo protegía del agua que caía y caía desde las cascadas relampagueantes que habían brotado con su reentrada térmica en el oxígeno estandarizado del mundo. El contorno fugaz de las figuras eléctricas que poblaban aquel cielo negro, lo cautivó, y detuvo su andar de huellas de botas de gigante para pronosticar una semana de continuo temporal. Luego, prosiguió su marcha pesada y aceitosa.

      Se lanzó hacia el este en busca de hogar. Una ciudad tan importante como la suya no podía estar a más de treinta kilómetros de donde se encontraba ahora, aunque algunas cosas habrían cambiado con seguridad. (Todavía no sabía ¡cuánto!). Además, confiaba en ser recogido por algún vehículo o encontrar alguna estación de aprovisionamiento o granja de luz encendida donde pernoctar. Así que,  en tanto la lluvia acompañaba sus pasos y jugaba con su barba de algas y cenizas,  y formaba anillos en la tierra con globos de cristal de adivinanzas,  y sus ojos trazaban la redondez del horizonte en tinieblas,  y volvía a sentir la pulsación reanimada de su cuerpo otra vez en su hábitat,  con las coyunturas doloridas por aquel avance rígido y moroso, Memo volvía a estar allí diciéndole: "Abuelo, regresa pronto", y su mano de astronauta escondiéndolo de  un golpe de ternura y magia en el regazo, porque cuatro años es bueno para soñar...

      "Abuelo, cuéntamelo". El cuento del viejo y del cohete. "¿Otra vez?". "Sí, otra vez, otra vez, abuelito, otra vez...". Y llovía, como ahora, ¿recuerdas? Como hoy. Ah, la lluvia; siempre ella. Marcando hechos y actitudes muy íntimas, purificando o ahogando la tierra, destruyendo o encendiendo los sueños, los sueños de la vida... Como ayer. Como hoy. Cuéntame ese cuento, Abuelo. El del viejo y el cohete. Claro, pequeño. Sí. Sí. (…) (…) Señor comandante, repórtese a chequeo final. Ya es la hora. Cinco minutos para el lanzamiento. ¿Lista la rampa? Bien. Todo bien. Tranquilos muchachos. Todo saldrá bien. Acompáñame, Memo. Vamos a las estrellas. Sí. Sí. Oficial, acérquelo después junto a sus padres. Adiós. Cuídense mucho. ¡Papá! No llores, hija. ¿No es mejor este tipo de partida? ¿Mirándonos a los ojos? ¿Conversando? La muerte también es un viaje, pero de ojos cerrados. Así es mejor. Yo me cuidaré. DON' C me cuidará. ¡Es el mejor de su clase! Ahora, Memo, escucha: "Había una vez un viejo y un... cohete”. (…)

      Cuando estuvo de vuelta, ya no era el mismo. Había llegado finalmente a la Ciudad. Y había visto "todo". Y a duras penas había conseguido volver al cohete sin ser atrapado. Estaban como locos. Estaban TODOS como extraviados. Los niños, los grandes y los viejos. Sin... ¿remedio?

      ¡DONC' C! ¡Tienes razón! Pero, ¿te sacrificarías, así, por nosotros? ¡Te llevaré como una Cruz por el desierto! ¡Y no me importará ¿Morirías, así, por nosotros? Amigo, oh amigo...

      “Ah, viejo, viejo perfecto y bondadoso. Es tu destino y el mío. No te preocupes por mí. Mas bien, llévate mi cerebro y los sueños que has almacenado en él. Yo viviré de otra forma. Y a ti te escucharán. Verás; finalmente lo harán... Todo comienzo, todo buen comienzo es el de unos pocos. Y empezarás de nuevo. No temas, por favor. Quizás seas un Elegido. Quizás Alguien te ha dispuesto para esto. Y pase lo que pase, que nada acobarde el intento. Llévate también mi corazón... Con él fabricarás un Sillón: puedes llamarlo… Sillón… Sillón de los Sueños, si te parece. Con él dotarás de vibraciones estelares a los hombres enfermos y los devolverás a la vida. Serás ahora y para tu propia gente, lo que fuiste para tanas especies cosmogónicas conocidas: un auténtico... Doctor de Mundos. Y nada será en vano. Aunque lo parezca… Ahora basta. Desármame. Tengo en mi consola las instrucciones que necesitas para ello. Pero antes, una cosa. Lubrica mis sentidos con una estupenda lata de “gameplás”. Estoy inspirado, y quiero grabar mi último suspiro en la memoria:

      “Claves de sol para la música / insondable del Misterio // Partes de un Dios de metal y fuego (en su vientre, Yo), / que no quema, pero alumbra. // Cálido en la vejez de mil estrellas, / Es espléndida la muerte bajo tus manos. // En tanto, pregunto, ¿qué o quién soy yo, sino apenas, un Computador que se desconecta… / (Como los hombres quebrados por la siega, y vueltos a nacer desde la tierra madre en festiva primavera) / y para… vida nueva a la existencia?”

      Y al segundo día, con su Sillón de los Sueños a cuestas, el Doctor de Mundos bajó del cohete, lo difumó antes con un haz de energía telequinética, y cruzó aquel ignoto desierto, regresando esta vez y para siempre a su terráqueo planeta -como el Abogado Cósmico que era-, más para enfrentarse a su ahora desconocido y trasvertido Mundo de los Hombres Clónicos.


ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO - Santa Fe, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA