NOSTALGIA DEL MAR
Enero 4, 1950
Parece que fue ayer cuando partí
de un muelle en la bahía de un enero..
de Cartagena la vieja que perdí
salió al mar un marinero sin velero.
Venía de las sombras de su alma,
la que dejó en la negra serranía
que habitó con sus fantasmas
y le marcó su vida de ironías.
Ya era buen poeta cuando zarpó
y en las olas escribía su tristeza
y sin cesar buscaba lo que amó
y nunca pudo hallar en su cabeza.
Perdida estaba su cordura, niño
que de no saber de nada, nada era,
y sin poder ser algo, buscaba abrigo
en la marea que llevaba su destreza.
Siempre quiso convertirse en ola
y nunca ser isla ni siquiera palma,
ese niño era una sombra " larga y sola"
y un proyecto enorme de amargura.
Y fue entonces la llanura aquella
de la sal y la distancia sin frontera
la senda que lo llevó a la estrella
y le entregó su luz y su esperanza.
Mas no fue verano el celestial abrigo
que de allí partió a los inviernos
y se dejó vencer en muchos fueros
y los vio arder y perecer sin ellos.
De eso, amigo, hace ya un milenio
y el poeta niño que lo fue del mar
transita mares de elocuente genio
y aún persiste en irse a navegar.
Repentismo ante el mar que te rodea
allí donde todo fue marea y bajamar.
16.08.2014
Chia, Mar interior de mis anzuelos
© JOSEPH BEROLO, Bogotá, Colombia.
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Enero 4, 1950
Parece que fue ayer cuando partí
de un muelle en la bahía de un enero..
de Cartagena la vieja que perdí
salió al mar un marinero sin velero.
Venía de las sombras de su alma,
la que dejó en la negra serranía
que habitó con sus fantasmas
y le marcó su vida de ironías.
Ya era buen poeta cuando zarpó
y en las olas escribía su tristeza
y sin cesar buscaba lo que amó
y nunca pudo hallar en su cabeza.
Perdida estaba su cordura, niño
que de no saber de nada, nada era,
y sin poder ser algo, buscaba abrigo
en la marea que llevaba su destreza.
Siempre quiso convertirse en ola
y nunca ser isla ni siquiera palma,
ese niño era una sombra " larga y sola"
y un proyecto enorme de amargura.
Y fue entonces la llanura aquella
de la sal y la distancia sin frontera
la senda que lo llevó a la estrella
y le entregó su luz y su esperanza.
Mas no fue verano el celestial abrigo
que de allí partió a los inviernos
y se dejó vencer en muchos fueros
y los vio arder y perecer sin ellos.
De eso, amigo, hace ya un milenio
y el poeta niño que lo fue del mar
transita mares de elocuente genio
y aún persiste en irse a navegar.
Repentismo ante el mar que te rodea
allí donde todo fue marea y bajamar.
16.08.2014
Chia, Mar interior de mis anzuelos
© JOSEPH BEROLO, Bogotá, Colombia.
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

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