ARDE LA TARDE[1]
A la teológica impericia del hombre…
Arde la tarde.
Los fuegos del verano
explotan por doquier…
Y África es testigo de ello.
E Hipona era una ciudad marítima
de la antigua Numidia (Argelia)
en el norte de dicho Continente,
ubicada en una bahía o golfo
a lo largo del río Ubus.
Y con el Mar Mediterráneo
coronando de sal y de barcos
el lúdico paseo del Santo de Hipona
junto a sus recuerdos Socráticos,
Platónicos y Cicerónicos.
Dicen que la voz del Creador
hubo Agustín de escuchar, para
engendrar luego en su alma inquieta
a la Ciudad de Dios; ciudad espiritual
en cuyas murallas sepultara todo
indicio de Maniqueísmo profano
y astutamente ecléctico...
El Universo ha sido
por muchos impetrado,
pero dicen que una brisa
no alcanzará a…
Y me sonrío.
Hace meses que tarda
pero al fin ha llegado…
Cierro los ojos
y me ahueco en la arena.
Mis ojos de infante
encomendado por Abba,
también sonríen y hurgan.
Hurgan con un trocito de caña
arrebatada al cercano monte
agitador de pájaros más no
de gaviotas marineras…
Un trocito de bambú
para el pequeño hueco
que hundirá a ese gran Misterio
que toca, en cuclillas, develar…
Entretanto, el Sol
danza ahora en miríadas
de círculos concéntricos
y despeja el azul horizontal…
San Agustín asoma entonces
los pasos de monje reflexivo
y desliza su sombra tras las huellas
como todo un anticipo de lo que vendrá…
Ahora se detiene, abrupto,
como suspendido
al borde de un filoso
acantilado, y me observa, intrigado
y me pregunta sin más…
¿Qué haces, pequeño?
Y las gaviotas detienen su
vuelo y las nubes esconden
sus faldas acuosas y salerosas…
Ah, le digo. Hago un hueco
en la playa húmeda del estío…
Y el Santo me mira con
una ternura tan prodigiosa
como las infinitas honduras
de lo inefable, aclarando…
Pues disculpa mi supina ignorancia
bello jovencito, pero debo
inquirir el motivo de un afán
tan concentrado…
Por mi parte realizo
mi estival paseo asombrado
por el perfecto enlace
entre Mar y Cielo…
Pues bien, santo varón…
Y de la mía, trabajo calmo y
esperanzado en volcar toda
el agua del Mar en este hoyo.
¡Dios!, clamó el Santo entre los
dientes de una sutil sonrisa…
Pero eso es imposible,
mi amable jovencito de
rizada cabellera, ora rubia
ora gris ora morena…
Es cierto, respondió el infante
mirándolo fijo y sin dejar de
pujar sobre la arena con ojos
ora negros, ora azules ora castaños…
Tan imposible, prosiguió
con voz de viento acallado
y tenso, como que usted pueda
desentrañar alguna vez
la secreta intimidad del Misterio...
Del Misterio de la Santísima Trinidad…
Aturdido por respuesta tan
inesperada, dicen que el Santo
turbó su semblante y cayó
de rodillas frente al niño que,
en verdad, era el Niño...
El chillar de una bandada de
gaviotas hambrientas concluyó
el inesperado éxtasis y, cuando
despejó su mirada mística y volviera
sutilmente a encarnarla,
el Niño, según cuenta y se cuenta,
había desaparecido…
Y en aquella tarde,
los fuegos del verano volvieron,
como nunca, a explotar por doquier…
Sí, África fue testigo de ello.-
ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO - Santa Fe, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
[1] ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO - Santa Fe, Argentina - 04 NOVIEMBRE 2024. Microrrelato poetizado.-
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