PERLAS METAFÍSICAS
Una perla es algo
precioso, aunque oculto, pero requiere el esfuerzo de abrir la concha para
contemplarla.
En ocasiones es
mejor decir no diciendo. Son perlas deslavazadas. Esto es, sugerencias. Dar
pistas inconclusas para que se establezca una comunión más personal entre el
que escribe y el que lee. El primero arroja la flecha y el segundo la recoge
para hacer suya la reflexión.
Concepción virginal.
Los niños no
vienen de París y la Naturaleza suele tener sus propias normas. El artífice de
la Creación ha impuesto unas leyes a la naturaleza y ésta se rige por ellas.
Sin embargo, en ocasiones hay excepciones en la procreación. Existen especies
que para reproducirse no necesitan el concurso del gameto masculino. Por ejemplo,
algunas variedades de avispas, crustáceos o lagartos. No es así en el ser
humano. Sin embargo, sí puede el hombre crear esa posibilidad en un
laboratorio, dando lugar a la partenogénesis. En la reproducción in vitro puede
tomarse el óvulo de una hembra y vaciarlo de sus cromosomas, introduciendo en
ella una célula somática (sea de varón o hembra) para dar lugar a un individuo
completo, de la misma naturaleza que el donante. Esto es un dato científico, y
por tanto verificable. Es más―puede parecer ciencia ficción, pero la
partenogénesis nos dice que es realizable―, en el futuro sería posible una
sociedad plenamente matriarcal, en la cual todos sus miembros fuesen mujeres.
Se hace
inconcebible desde el punto de vista racional la concepción virginal, más la misma
razón nos enfrenta a meditarla. El que ha creado todo ¿no podrá alterar en un
determinado momento el curso de sus propias leyes? ¿El hombre sí y Él no?
Azar y Creacionismo
Cuando en una
noche oscura miramos el cielo infinito perdemos el sentido de la distancia y
todo lo que alcanzamos a ver son diminutos puntitos tintineantes. Resulta
mareante calcular las dimensiones del espacio. Si la Vía Láctea tiene una
magnitud, de un extremo al otro equivalente a casi 53.000 años luz (300.000 X
60 X 60 X 24 X 365 X 53.000) ― según unas fuentes, aunque hay otras más
extensas―, y resultando que hasta el momento conocemos aproximadamente dos
billones (con “B”) de galaxias, el Universo ha de parecer perturbador.
Todo lo que
existe únicamente puede proceder de lo casual o lo causal. Lo primero es
admitir que no tiene sentido y está ahí “porque sí” (no se sabe dar ninguna
razón, aunque realmente lo que se hace es afirmar la sinrazón) ¿En base a qué?
Lo segundo, abrir la docta ignorancia a que ha de haber una Causa Primera, pues
el más elemental sentido de la lógica nos dice que no hay efecto sin causa, y
necesariamente todo lo que existe ha de tener un comienzo.
Así, pues ¿azar o
creacionismo?
Si lo primero,
nada responde. Si lo segundo, estamos ante la antesala del Misterio al que
llamamos Dios. Si no, que nos digan qué.
Razón y Fe
Decía Descartes
aquello de “Cogito ergo sum”, a lo que otro pensador de su talla llamado Pascal
oponía “Credo, ergo sum”. Pensamiento y Fe. ¿Dos monedas distintas o dos caras
de la misma moneda? Pensar y confiar forman parte de lo que es el hombre. O, si
se prefiere, cuerpo y alma, lo tangible y lo invisible. Inmanencia y
trascendencia. Sin cualquiera de las dos no hay hombre.
Materia y Espíritu
Ciertamente, el
hombre es materia. Todo su cuerpo está formado por un paquete de células. Sin
embargo, la célula no tiene constancia de que en su conjunto constituyen un ser
con inteligencia. Es como la gota del océano, que siendo parte de él ignora lo
que es el inmenso mar.
Y surge la
pregunta: ¿qué hace posible que de aquello que no deja de ser materia― y el
cerebro lo es― surja el pensamiento, que no pertenece al mundo de lo tangible?
¿Puede dar un manzano brevas? ¿No habrá que caerse el hombre de la higuera y
entender que es materia, sí, pero también espíritu?
La razón primera
Aquel teutón
llamado Kant hizo tres preguntas capitales. ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo
hacer? ¿Qué puedo esperar? A lo que responde con tres respuestas. Razonar.
Rectitud. Metafísica. Razonar para entender (ante todo qué es el hombre).
Rectitud o cómo conducirse en la vida. Y finalmente arañar en ese Misterio que
es la Causa Primera de todo. De la “Crítica a la razón pura” a la “Crítica de
la razón práctica”. Estos tres planteamientos tratan de hacer que el hombre
pueda horadar el velo que le separa del Misterio, sin abandonar el cordón
umbilical que le une a él. El derecho a reconocerse. Pues, ¿cómo va a haber
derechos fundamentales sin valores fundamentales? ¿Y qué ha de ser fundamental
sino aquello que fundamenta todo? Todo comienza por reflexionar. Mejor hoy que
después.
El gusano y la mariposa
El precio que ha
de pagarse por sostener la incredulidad en estado de pureza intelectual ha de
ser alto. Durante la vida el gusano se
arrastra por la tierra. Es necesario que muera envuelto en la sepultura del
capullo para que resucite convertido en una crisálida. Metamorfosis.
¿Respondería esto de alguna manera a nuestra inquietud ante el hecho de la
muerte?
La razón del ser del hombre
Llegaron a tomar
al cuerdo por loco. Aquel sabio del candil, que al mediodía buscaba en el Ágora
ateniense a un hombre, estando rodeado por la multitud. Y es que, la locura
puede ser tomada como manifestación de la cordura cuando lo que debe de ser
cuerdo camina por la cuerda floja con el riesgo de caerse, no el pensamiento,
sino también estrellarse el que no se comprende. Si la libertad consiste en
depender de los que no se comportan como hombres plenamente o se es esclavo de
las propias pasiones, el resultado podría ser que el hombre se ha estancado en
su evolución humana y se ha atascado en algún momento en el chimpancé que lleva
dentro. El destino del hombre se inicia en la inmanencia, pero debe ir dando
pasos hacia la trascendencia.
Pecado original
Pregúntele a
alguien qué es eso y verá las muchas explicaciones inconclusas que le responde.
Tuvo que ser un existencialista el que escribiese en su obrita de teatro “Las
moscas” aquello que le dijo la criatura al dios Júpiter: “Apenas me has creado
he dejado de pertenecerte” ¿No será esta la tragedia humana? Que el hombre
pretenda alejarse de su procedencia y caminar errante, ¿pero, hacia dónde?
El tiempo
Cuando hablamos
del tiempo, ¿qué es lo que queremos decir? Porque, esto que estoy escribiendo
en este preciso instante del presente, pertenece ya al pasado. Lo reciente y lo
pretérito van infinito-decimalmente unidos. En cuanto al futuro, siempre está
por venir, pues, cuando llega vuelve a tomar apariencia de presente y se
convierte en algo que ya no es. El tiempo ha de ser nada. Tan solo experiencia
de vida del pensante. El hombre es tiempo, pues procede del pasado, vive el
efímero presente y camina hacia el futuro.
Y aquí reside el
drama. Que el tiempo quiere permanecer en presente. El hombre se siente
presente. Y, sin embargo, es consciente que camina hacia un futuro que es la
muerte. Cuando se convierta en presente, dejará de ser.
Lo que para el
hombre no es posible, sí lo es para Dios.
ÁNGEL MEDINA – Málaga, España
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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