Perplejidad, ignorancia, necedad
Las
ocurrencias no son arte
Avelina Lésper
Lo
que vamos a plantear en este artículo es algo casi tan viejo como el mundo. Hay
por un lado un gusto del público y por otro el de la crítica. (Nuestro querido
Umberto Eco señaló con claridad que “raramente
se tiene en cuenta el hecho de que, dado que la cultura de masas en su mayor parte es producida por grupos
de poder económico con el fin de obtener
beneficios, permanece sometida a todas las leyes económicas que regulan la
fabricación, la distribución y el consumo de los demás productos industriales.”) A
veces coinciden, por lo general no. Hay libros que se venden, y mucho. Y son un
engendro. A veces no es así, las menos, seguro. Esas ventas increíbles no sólo
no aseguran inmortalidad sino que tampoco aseguran talento. Para la gran
mayoría de los figurones –que buscan el calor oficial, los premios, los
reconocimientos, la vanidad de la foto o del abrazo– la popularidad es una
meretriz. Y en muchos casos terminan cenando con ella. Los académicos, salvo
excepciones, llegan con problemas de próstata y ridiculizados. Los “modernos” o
“contemporáneos” ponen una línea debajo de otra o al costado, sin puntuación, o
con la última palabra en mayúscula y creen estar tocando la genialidad, el más
allá, la originalidad. O los escultores que tiran planchas de acero por el piso
con tres o cuatro tubos fluorescentes y luego hablan de la “cualidad del
objeto”. Tom Stoppard lo expresa en una obra de teatro: “La imaginación sin
destreza nos da el arte contemporáneo”. Qué nos queda de los templos de
Agrigento y Seminonte. O Segesta. Así vamos por el mundo. De la perplejidad a
la indignación. Rodeados de figurones donde todo es pintoresco y pocas cosas
elegantes. Podemos ver toda la imbecilidad en la política contemporánea, en el
populismo, en los movimientos irracionales, en los líderes impresentables, en
pueblos seducidos por el mercado, en individuos con un termo en el cerebelo, en
la banalidad y estupidez que nos rodea. Si, por supuesto, hay otros seres.
Pocos, pocos.
Todo
cambia, suele decir mi vecina de ochenta y ocho años. Parcialmente, me digo.
Aristóteles estaba convencido que el hígado cobijaba al espíritu. Galeno, a las
personas nobles, las denominaba de buen hígado, no de buen
corazón. Para los etruscos, en el siglo V antes de nuestra era, era el
hígado una zona sagrada. La cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y ennoblecer, sino clientes que seducir,
nos recuerda una vez más Zygmunt Bauman.
nos recuerda una vez más Zygmunt Bauman.
Así
todo. En la antigüedad la epilepsia fue asociada con la posesión demoníaca. Por
esta razón, y no otra, muchos enfermos terminaron sus días en las cálidas
hogueras de la Inquisición. A pesar del tiempo transcurrido, casi en el siglo
XXI muchos de los que la padecen son discriminados en los trabajos y en la vida
afectiva. Ignorancia, tabúes, imbecilidad, fantasmas. Lo que usted quiera, o
todo junto.
La
palabra melancolía –que viene del griego– que significa “tristeza vaga,
profunda, nacida de causas físicas o morales”, bilis negra o atrabilis. Alguien
me dirá que la temperatura del ser humano oscila entre los 36º5 y los 37º5. Y
que la temperatura del hígado es de 38º porque la de los testículos no
sobrepasan los 36º, pues los espermatozoides no madurarían y por eso están más
aireados.
Leo
una noticia de hace años en The Wall Street Journal; nos da otro
índice de que todo cambia para que nada cambie. Parece ser que cada vez más en
las iglesias de los Estados Unidos, en el momento de la Eucaristía, se está
usando vino blanco y no el tradicional tinto. Se trata de algo simple: resolver
un problema. Y ser prácticos. Las manchas de vino tinto son difíciles de quitar
en las piezas de lino y sale más caro. De esta manera se ahorran unos cuantos
dólares al año. Ya hay grandes discusiones, el “simbolismo” por un lado, el
costo de la “justificación” de los manteles por otro. En este planteo se
introdujo la discusión de las flores artificiales en los altares ¿son lícitas o
no? Mientras tanto en varias parroquias de Italia empezaron a realizar la
comunión con vino blanco. Ante la crisis, una empresa californiana, vinícola,
comenzó a comercializar un removedor de manchas. Se lama Wine Away (fuera
vino). Cosas de la vida, estimado lector.
Creo
que es necesario recordar unas palabras de Abelardo Castillo: “La
lectura es un acto decisivo para la comprensión del mundo en que vivimos. Leer
es descifrar una intrincada escritura que nos circunda y nos rige. Es el hilo
para encontrar el camino hacia nuestra libertad. La instrumentación de la
ignorancia es el arma más formidable para aniquilar la libertad de un pueblo.”
Humoradas,
sin otra intención que sonreír. Pues la risa –según las últimas
investigaciones– promueve la producción de endorfinas, una hormona analgésica.
En otras palabras, reírse disminuye el estrés, refuerza el sistema inmunológico
y eleva la calidad de vida. Como hacer el amor con una bella mujer. Hasta la
vuelta, amigos.
Buenos Aires, febrero 2020
La cultura es una
cosa y el barniz otra
Ralph Waldo Emerson
©CARLOS PENELAS, poeta y escritor argentino
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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