Imagen de: El Liberal
POBRE MARÍA
Solemio
Acuchillada en un rincón
de la habitación del motel, solo rompía el silencio el aura aún presente y
suspirante de mujer en desgracia. El olor era rojo, como la sangre y el momento
parecía interminablemente solo.
Llevaba minutos en esa
posición, viéndose muerta, oliéndose muerta, esperando al ángel que supuestamente
la buscaría. Y nada ocurría, nadie encontraba su cuerpo.
No sabían de ella en el
pequeño pueblo de Comodoro Py, no tenía hijos, ni hombres ni amores, trabajaba
en forma temporaria. El dueño del motel conocía de su largos días de alcohol y
pesadillas por lo que pasaría al menos una semana antes que se preocupe por
ella.
Creyó que morir sería una
liberación para dejar atrás la soledad, podría así compartir con almas y
pensamientos eternos.
Guardó pacientemente lo
trabajado en los últimos dos meses para pagarle al chiquito que contrató para
acuchillarla. Porque no quería ruidos, las armas suenan, ella no gritaría, el
chico quería plata, la plata era para droga, y su droga era la muerte.
Pero seguía allí: sola y
volátil, desesperadamente triste. Tortuosamente muerta. Igualmente vacía, sin
ayuda, sin abrazos, virgen. Una virgen ensangrentada y cruel que se atrevió al
más allá pensando en la compañía celestial, o al menos espectral. Nada de eso
existía. Continuaba igual, sin cuerpo, pero con el dolor pesando, como si
cargara al mundo. Pobre María.
©SOLEDAD VIGNOLO, poeta y escritora argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
Estremecedor relato, sueño oculto de muchas mentes y almas cansadas del dolor de vivir....Estremecedor.
ResponderEliminarDramático y terrible ,oscuras ideas, que subyugan nuestros momentos de dolor.
ResponderEliminarinútil sacrificio ,que solo lo multiplica----!