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LA FOTO
Se sentó en el banco con la cabeza cacha mirando los
zapatos ajados que tanto le disgustaban. Metió la mano en el bolsillo de la
chupa y sacó un paquete de tabaco medio vacío del que sustrajo un cigarrillo,
con el mechero lo encendió y empezó a fumar muy lentamente. Al cabo de varias
exhalaciones, levantó la vista y se detuvo mirando el árbol que,
majestuosamente extendía sus ramas más allá del seto. No se oyen los pájaros,
se dijo para sí mismo. Ya en las últimas caladas sus dedos ansiosos se
deslizaron por el bolsillo junto al pecho, de donde sacó una foto bastante
deteriorada, en donde una hermosa y joven mujer vestida de forma pulcra y
sencilla, esbozaba una dulce sonrisa. El hombre la contempló largo tiempo, el cigarrillo
se había consumido. Pasó la yema del dedo por toda la figura deteniéndose en
los labios de la hermosa mujer, pasando el mismo dedo por sus labios secos y
arrugados, una y otra vez. Fue repitiendo el mismo movimiento mucho tiempo,
como si esperase una respuesta. La mujer de la foto era joven y vestía
elegantemente con un vestido de otra época. Él era viejo con una larga y
descuidada melena, con el rostro quemado y encartonado, las manos ajadas. Una
gran melancolía emanaba de aquel descuidado cuerpo. Acercó la foto a sus labios
y la besó largamente y con un gran suspiro se desplomó. La gente cercana al
parque, vio a aquel pordiosero derrumbarse y de inmediato, llamaron a una
ambulancia. Cuando ésta llegó los conductores verificaron que el vagabundo había
fallecido. Lo colocaron en la camilla pero no pudieron sacarle, de entre los
dedos la foto de una hermosa mujer que sonreía. Poco después la enfermera tiró
con fuerza y pudo soltar la foto de entre los enjutos dedos, al tiempo de tener
la sensación de haber sentido un lamento. Miró la foto y miró al difunto y sin
saber porque les dijo a los encargados de la funeraria. .- No dejen de poner
esta foto junto al corazón del fallecido cuando lo acomoden en el ataúd. Si por
algo se separaron, ahora que emprendan juntos el camino de la eternidad.
©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora española
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Cuántos secretos amores, vagarán en el espacio en circunstancias parecidas.....¡cuántas fotos, serán guardadas con el alma despoblada y la mirada perdida....Precioso relato!!!!!
ResponderEliminarUna detallada instantánea de un momento cualquiera, pintado con palabras.
ResponderEliminarUn abrazo, querida Amiga.
Marián