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CUANDO LO DIFERENTE COINCIDE
.- ¡No se la lleven, no se la
lleven! Si me la quitan, me moriré.
.- ¿Eso es lo que dijo el viejo?
.- Exactamente
.- ¿Tanto la quería?
.- Pues parece que sí.
.- Y, ¿nunca se lo dijo?
.- No, nunca, fue ella la que se
declaró a pesar de la diferencia de edad.
.- ¡Vaya sorpresa! ¡Fue ella!
.- Marcelo era un argentino que
vino a luchar a España durante la guerra civil. Lo hirieron en Belchite, al
terminar la guerra estuvo en un campo de concentración, en la cárcel y después
no volvió a su país. Se casó aquí, pero su mujer murió al dar a luz y también
su hijo. Llevó una vida de bohemio, la España franquista le oprimía. Se mantuvo
indiferente, cerrado en sí mismo. Un día
conoció a Clara, ya sabes, en el bar que estaba enfrente de la agencia que ella
regentaba y donde iba a comer todos los días. Él era un harapiento vagabundo
que el dueño del bar le daba de comer a condición de sacar la basura del bar
por las noches y dar un barrido al local.
Un día Clara se lo quedo mirando
y le dijo:
.- ¿Estaría usted dispuesto a
cuidarme el jardín?
.- Deme un cobijo y la comida y
trabajaré para usted
.- ¡Hecho!
A partir de entonces Marcelo
ocupó una habitación en la parte trasera de la casa. Comía en la cocina y
durante el día cuidaba el jardín y los árboles frutales. Con el tiempo de una
parte trasera de la casa hizo un huerto. Clara estaba encantada de comer
verduras y frutas ecológicas.
Hablaban poco, eran dos mundos
diferentes, no sólo por la edad, y no obstante, esos dos mundos diferentes,
esos enfoques, vivencias distintas, se fueron acercando, un tiempo después, a
través de largas conversaciones que no dejaban de sorprender a Clara, aquel
vagabundo era culto, ponderado y respetuoso.
En silencio se fue desarrollando entre ellos, algo profundo que ninguno
de los dos se atrevió a clasificar y revelar, pero que se convirtió en el caldo
de cultivo de su cotidianidad.
.- Es sorprendente cómo las
personas que se ven distantes, cuando las circunstancias surgen se trama un
acercamiento, muchas veces profundo y duradero.
.- Pues sí, hay algo que subyace
en nuestro subconsciente, en nuestra parte más íntima y que puede aflorar en
determinados momentos.
.-La casa de Clara, a menos de
dos kilómetros del pueblo, estaba rodeada de 2.500 metros de jardín y desde que
Marcelo vivía en ella, como ya te digo, también de una hermosa huerta.
Un ictus acabó con la vida de
Clara, con la huerta y el jardín. Los herederos lo vendieron todo y Marcelo con
el petate a cuestas, emprendió otro camino, más viejo y con el corazón
destrozado. Y es que a pesar de la adversidad y sin importar las
circunstancias, hay gente que sabe amar a todas las edades.
©SALOMÉ MOLTÓ,
Socióloga, poeta y escritora española
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Un relato entrañable de una de las historias sencillas, verdaderas que conforman realidades ejemplarizadoras...Los buenos escritores, los que saben penetrar las reacciones humanas y contarlas, son los
ResponderEliminarinvalorables historiadores de la Vida!!!!