ELIGIÓ MORIR
Dijo que iba a morir
cuando el sol de un domingo
se abatiera en la sombras
y arreboles de luces
fenecieran con nubes
en la tarde de abril;
cuando el canto del grillo,
en estéril congoja,
reprochara al rocío su frescor otoñal;
mientras los racimos de las uvas viejas
empujaran sus culpas por las ramas secas de la inútil vid.
Dijo que se iría, sola con su alma,
por acequias sin agua, por senderos de parra
arrullando cogollos de remotas nostalgias.
Dijo que iba a morir
cuando las simientes dejaran la casa;
cuando nadie viniera;
cuando la olvidaran.
Y eligió morir,
porque estaba segura
que el abril y el otoño
cerrarían las puertas de la vieja casa
Dijo que iba a morir
cuando el sol de un domingo
se abatiera en la sombras
y arreboles de luces
fenecieran con nubes
en la tarde de abril;
cuando el canto del grillo,
en estéril congoja,
reprochara al rocío su frescor otoñal;
mientras los racimos de las uvas viejas
empujaran sus culpas por las ramas secas de la inútil vid.
Dijo que se iría, sola con su alma,
por acequias sin agua, por senderos de parra
arrullando cogollos de remotas nostalgias.
Dijo que iba a morir
cuando las simientes dejaran la casa;
cuando nadie viniera;
cuando la olvidaran.
Y eligió morir,
porque estaba segura
que el abril y el otoño
cerrarían las puertas de la vieja casa
Cuando todos huyeran con fingido gesto
y el silencio pactara con los pobres viejos,
ella aún buscaría la ventana vacía
con la larga porfía de los ojos yertos,
una duda torpe con que miran los viejos!
y el silencio pactara con los pobres viejos,
ella aún buscaría la ventana vacía
con la larga porfía de los ojos yertos,
una duda torpe con que miran los viejos!
Y la luz de la tarde feneció de carmines.
Ella estaba quieta con su pantomima,
obcecada pose que adoptan los muertos.
©2016 NORBERTO PANNONE, derechos reservados
Buenos Aires, Argentina
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