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sábado, 13 de septiembre de 2025

«EL HÁBITO Y EL MONJE» - Ángel Medina - Málaga, España

 



«EL HÁBITO Y EL MONJE»  

                                                                                          

«(Sin pretensión de exclusividad y con permiso de la IA que nos hace sentir la inseguridad de la información que se nos proporciona)»

¿Qué habrá de llamar la atención de un hombre que se zambulle en una poza helada a 4º bajo cero, sumergiéndose tres veces en tanto se persigna otras tantas, y de cuyo cuello pende un crucifijo, siendo a la vez el que tiene la capacidad de decidir entre la vida y la muerte, la guerra y la paz que cuesta la vida a millares de personas?

¿Qué habrá de llamar la atención de un hombre que es el rector actual del Pueblo elegido, y que tras cuatro milenios mantiene vigente la vieja ley del talión, haciendo uso de la fuerza desproporcionada del gigante Goliat, que habiendo sufrido en sus carnes él un genocidio sea él quien masacre al pequeño David?

¿Qué habrá de llamar la atención en un hombre que no tiene rubor en confesar públicamente ante los medios de comunicación de todo el mundo que es un devoto cristiano y defensor de la fe, mientras se perpetúa en el poder como dictador mediante un “pucherazo” electoral?

(Por lo general salvo en casos demenciales hasta quienes cometen actos deleznables suelen argumentar una razón la suya propia para justificar su conducta)

La extinta URSS desea reconstruir el poder perdido el pasado siglo tras la caída del “muro” y la independencia de las ex repúblicas que se constituían en un colchón de seguridad para su territorio, manteniendo su espíritu imperialista y de anexión. Desde que en 1948 le fue entregado el territorio, Israel ha combatido para no ser arrojado, como pesa la amenaza, desde el río hasta el mar, por lo que mantiene una constante tensión de guerra. En cuanto al autócrata caribeño que somete y divide a su pueblo, se atrinchera en el poder, no dudando en practicar la violencia, y según fuentes internacionales, mantener relación con el mundo de la droga.

Ante esta situación, cualquier persona de bien no puede sino gritar ¡Basta de violencia! No a la guerra de la Ucrania invadida. No a la exterminación de Palestina. No a la dictadura venezolana. Aunque los hay que se inclinan por unos u otros movidos por los idearios políticos que ni siquiera disimulan.

Es de difícil solución poner fin a estos conflictos que tantas vidas inocentes están costando y que por sí sólo no se conseguirá. Para ello urge nuevos acuerdos internacionales que puedan facilitar la mediación de los países que se disputan la hegemonía en el mundo, más allá de la inoperancia de la ONU.

El gigante ruso podrá descansar el día en el que las armas cedan el testigo a la economía ¿qué pretenden las guerras sino dominar los mercados?, no perciba en el cogote el aliento del bloque contrario y cese en su afán de expandirse.

El tirano caribeño se encuentra al borde del precipicio y no le queda otro camino que el de la huida hacia delante. La presión internacional debe forzarle a dimitir, para la reconciliación nacional― y de haberla, la desarticulación de los cárteres.

En lo que respecta al pueblo hebreo sólo podrá relajarse cuando reconozca y sea reconocido por los países árabes, más allá del acuerdo “Abraham” del 2020, patrocinando por EEUU, que sirvió para el mutuo reconocimiento entre judíos y Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos. Es necesario la ampliación del entorno y aislar a Irán, que ha manifestado su voluntad de hacer desaparecer al estado hebreo, así como el reconocimiento mutuo entre Israel y la Palestina liberada de los grupos fanáticos que la gobiernan (aunque ha de resultar muy difícil olvidar el gravísimo ataque terrorista del 7 de octubre del año 2023, cuando un grupo de personas, nacionales e internacionales disfrutaban de una jornada de asueto y fueron asaltados violentamente, vejando y asesinando a más de un millar de personas inocentes, llevándose consigo una cantidad considerable de rehenes, muchos de los cuales ya han sido muertos)

Hasta aquí el deseo de una paz justa y duradera, donde cada uno y todos habrán de hacer concesiones. Pero, como observación sería conveniente fijarnos en la relación entre el hábito y el monje, porque cada uno de ellos mantiene y muestra una relación con lo trascendente. Con Dios mismo. Decíamos al principio: “¿Qué habrá de llamar la atención?”

¿El leño de la cruz que descansa sobre el pecho del ruso? ¿El que se confiesa hijo de la Iglesia y defensor de la fe, pero impone el credo comunista más rancio y doblega al pueblo doliente? ¿El que mandó en el quinto precepto a su pueblo― y por extensión a toda la humanidad―:” ¡No matarás!”, y sin embargo hace oídos sordos extralimitándose en la guerra? ¿En qué Dios cree cada uno de ellos?

Ninguno de los tres es un hombre joven y peina ya canas, lo cual significa que la vida se va a acortando. Sería oportuno recordar al Papa Francisco― denostado por algunos por ser hombre del evangelio― aquellas sus palabras en forma de interrogante: “¿Qué nos llevaremos en el cajoncito”? ¿No debería un hombre creyente― sea cual sea su confesión religiosa― recordar por un momento las “Postrimerías”? ¿Qué responderemos cuando tengamos que mostrar las manos, si las llevamos ensangrentadas? ¿Qué has hecho con tu hermano, Caín?

Ciertamente, el hábito no hace al monje, pero si el monje desea vivir una vida diferente a la que el hábito impone, entonces, al menos debería quitárselo. Nunca identificar a Dios con la sangre vertida.

ÁNGEL MEDINAMálaga, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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