«EL OTRO YO»
Estoy frente al
desdoblamiento de mi “yo”. Quien no me conozca podría decir que soy él mismo,
pero más joven― debo aclarar que aun habiendo nacido después que yo, en
realidad aparenta más edad de la que tenía yo cuando la suya ahora. Esto se
debe a que la primera célula de su cuerpo, la del donante pertenecía a un
hombre que era de mediana edad cuando se inició su vida, por lo que desarrolló
su existir, digamos que prematuramente― Pero, yo sé, que no soy el que me mira,
a pesar de que el parecido pueda asemejarse al que tienen dos gotas de agua
entre sí. Él ignora todo de mí, pero yo sé todo lo suyo. Yo fui él y él
intentará de cierta manera ser como yo. Es algo así como poder contemplar desde
el presente el pasado que se convertirá en futuro.
Me miró a los
ojos. No nos habíamos visto hasta entonces. Dudó. Lo vi en sus pupilas.
Insistió en su duda. Me pregunto quién era yo, y por qué éramos tan iguales. Le
respondí que era su padre. Perplejo me hizo una pregunta que sabía que antes o
después la formularía. ¿Quién es mi madre? Lo que le dije le dejó estupefacto.
No podía mentirle. No tenía madre. Los que son como él tienen un padre o una
madre, pero no un padre y una madre. Para que me entendiese tuve que
explicárselo como si fuese un niño.
Porque, de todos
es sabido que el primer latido de una nueva vida comienza en el cigoto,
producto de la fusión de dos células germinales, esto es, espermatozoide y
óvulo― los profanos, aquellos que defienden el aborto, para sostener su
planteamiento dicen que se “mata” igualmente con la masturbación, porque se
elimina al espermatozoide, lo cual no es verdad, porque lo que se excluye es
una célula germinal, pero no la unión de las dos reproductoras que son las que
inician una nueva vida―, aunque se ha observado en animales y plantas lo que
llamamos partenogénesis, o sea, que
el gameto femenino se desarrolle sin el gameto masculino. ¡Ojo! Esto podría dar
lugar a una sociedad exclusivamente de féminas― después del empoderamiento sólo faltaría el matriarcado― (para que digan del sexo “débil”) ¿Cómo? Para ello bastaría
tomar un óvulo y vaciarlo de sus 23 cromosomas, introduciendo una célula
somática (= cuerpo) de la propia mujer ―u otra persona― (que posee 46), con lo
cual se daría a luz a una criatura con el mismo código genético que el “del-la”
donante, y por tanto con igual parecido que el que guardan entre sí dos gotas
de agua.
Pero, hombre, ¿es
esto viable? Le tuve que explicar los pasos anteriores dados con animales. Ahí
está la célebre ovejita “Dolly”. Eso sí, no fue fácil. Fueron necesarios más de
trescientos intentos (léase embarazos) hasta conseguirlo. Lástima que murió
prematuramente―recordemos que procedía de una oveja adulta― ¿Qué mujer podría
soportarlo? Tendría que contarse con una legión de vientres de alquiler. Algo
costoso que sólo podrían pagarse los ricos.
Otra pregunta de
difícil respuesta. ¿Para qué clonar a un ser humano? Se dice que lo que es
posible para la ciencia, debe hacerse. Investigarlo. Con el paso del tiempo me
pregunto: ¿También lo que no es ético? Se alega que podría ser un recurso
médico a la hora de efectuarse un trasplante de hígado, riñón, médula o corazón, todos órganos vitales para la vida.
La primera, conseguir ése órgano. La segunda, la incompatibilidad del rechazo.
¿Y qué decir de las quemaduras graves que requieren la regeneración de la piel
y el tejido? O el Parkinson, para restituir las células cerebrales dañadas. O
en amputaciones, para recibir a tiempo un miembro sano. Todo eso podría
solucionarse si dispusiésemos de donantes adecuados con el mismo genotipo,
evitándose así cualquier posibilidad de rechazo.
Claro, que para
obtener esos órganos habrían de amputárseles al donante. Esto es, el “clon”. Y
la idea suscitó en mí la duda. ¿Es moral matar a uno para que viva otro? ¿Puede
el ser humano ser usado como una cobaya destinada a ir muriendo agónicamente
según el interés del que lo compra?
¿Y si la técnica
cayese en manos desaprensivas― un científico loco o sin escrúpulos que sólo
esté interesado por el dinero ―, no podrían con el tiempo tratar de “recuperar”
personajes célebres desaparecidos, como un músico excepcional (Mozart), un
genio universal del Arte (Miguel Ángel), un científico (Einstein), y así muchos
más? Pero, es cierto que en tal caso también podría intentarse recuperar a
personajes siniestros como dictadores de la talla de Hitler y Stalin. ¿No es
para repensárselo?
Hay algo que
ahora puedo entender (yo, no el otro). ¿Quién es realmente esa criatura? Es
independiente y al mismo tiempo dependiente. Pues; ¿hasta qué punto prevalecerá
en él sus sentimientos? ¿O serán los míos? ¿Aunque provenga de mí―todo el
cuerpo humano está compuesto por células; así, la primera, el óvulo fecundado
se divide en dos, las dos en cuatro, las cuatro en ocho y las ocho en dieciséis
¿Hasta esta fase son células “toti potente”, es decir, pueden dar lugar a un
nuevo individuo, y a partir de ahí se especializarán por grupos para configurar
el cuerpo ― el ambiente no habrá de contribuir a forjar su personalidad?
Pero, el hombre
tiene además un psiquismo, una conciencia propia, un espíritu, un alma. ¿Poseerá
también la mía? Y si es así, ¿igualmente habrá heredado mis vicios y pecados―
que a estas alturas de la vida reconozco que son muchos―?
No sé qué
responder a la pregunta que me hace con el parpadeo de sus ojos, si bien, con
el paso del tiempo me temo que «Natura
homini non ignoscit quod Deum simulat». Ciertamente, la Naturaleza no
olvida que el hombre juegue a ser como el Creador.
Me viene a la memoria aquella película musical de dibujitos de Disney, en la que el ratoncito travieso, queriendo emular al genio, repetía sus palabras mágicas, y tomando la escobar barría todo, ocasionando un total desbarajuste hasta que regresó su amo, poniendo todo en orden. No obstante, el desorden estaba ya servido.
ÁNGEL MEDINA – Málaga, España
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Blog <autor: https://www.facebook.com/novelapoesiayensayo
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