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sábado, 9 de julio de 2022

Transcripción de Nota de intereres general, ya publicada por el autor: "Carlos Penelas habla del Dr. René Favaloro", Buenos Aires, Argentina


Transcripción de Nota de intereres general, anteriormente publicada por el autor: "Carlos Penelas habla del Dr. René Favaloro", Buenos Aires, Argentina

Se cumplieron cincuenta y cinco años del primer bypass coronario. Lo realizó, como usted bien sabe, el Dr. Favaloro el 9 de mayo de 1967 en la Cleveland Clinic. Aparte de haber estado al lado del Dr. René Favaloro durante veintidós años, de haber sido un amigo cercano y confidente, estuvo en la Fundación desde sus inicios, antes de su inauguración, ¿Qué cargos ocupó?

El Dr. Favaloro y Carlos Penelas

–         Bueno, conocí – como lo manifesté en muchas oportunidades – a partir de un libro. Publiqué en 1978 – época dramática, difícil, compleja – Conversaciones con Luis Franco. El Dr. Favaloro era un admirador del poeta catamarqueño, con quien me formé entre otros escritores e intelectuales. Le alcancé un ejemplar. A los dos meses me llama para conocerme. Desde ese momento tuvimos un gran apego, una comunicación plena. Al tiempo ingresé como Jefe de Relaciones Públicas. Con los años se agregaron tareas: fui Jefe de Prensa de los Congresos Internacionales de Cardiología de la Fundación, luego Jefe de Coordinación de Pacientes, Miembro del Comité de Ética y Sub-Director de las publicaciones de la Fundación. El Director de estas publicaciones era el doctor.

–         ¿Cómo fueron esos años, que nos puede contar?

–         El proyecto de Favaloro fue inmenso, inigualable. Apenas pudo cumplirlo. Desde nuestro primer encuentro, 1978, me entusiasmó. Venía de trabajar quince años en una empresa alemana, de reconocimiento mundial. Y me fui con su proyecto. Tenía, al ingresar, el legajo número 22.  Es importante recordar – la gente muchas veces se olvida o se hace la distraída – que sin la enorme colaboración de Ángel Peco, es decir SDDRA – Sociedad Distribuidora de Diarios Revistas y Afines –  y la del Dr. Guillermo Masnatta la idea de Favaloro no se hubiera logrado.  El doctor llega de EEUU a la Argentina luego de tres intentos de regreso – las puertas suelen cerrarse – y con el apoyo de Mauricio Barón ingresa al Sanatorio Güemes. Toma contacto con los mejores médicos y especialistas del país para crear la Fundación. Nombres de primera línea, grandes profesionales y de calidad humana, difíciles de hallar en nuestros tiempos. Recuerdo: Ernesto Weinschelbum, Víctor Caramutti, Néstor Wainstein, Mario Racki, Fernando Boullón, Branco Mautner, Juan Antonio Mazzei, Ricardo Pichel, Luis Suárez, Bernardo Boskis, Augusto Torino, Liliana Grinfeld, Enrique Gurfinkel, Miguel Borruel, Jorge Decoud. Y una Jefa de Enfermería que marcó una época: Juana Bustingorri. La secretaria de toda su vida – con quien trabajé codo a codo durante todos esos años – Graciela Cordero. El único que sigue en la Fundación hoy en día es un médico de gran trayectoria y calidad humana, Jefe de la Unidad Renal. Hablo del Dr. Pablo Raffaele.

–         ¿Cómo ve hoy la Fundación?

–         Renuncié a la Fundación al mes del suicidio del doctor. No sé, salvo por alguna noticia en los diarios, nada de ella. Los médicos que nombré no están más, eso es claro. A la hora de su muerte estuve en su domicilio, luego hice, ese mismo sábado, una conferencia de prensa a las 20 horas en la puerta de la Fundación anunciando oficialmente la tragedia. Al mes presenté mi renuncia. Lo hice además público, salió en diarios, vinieron a mi casa para entrevistas, etc. Mi abogado y amigo era en esos momentos el Dr. Ricardo Monner Sans. Luego publiqué en 2003 Diario Interior de René Favaloro. En esta oportunidad tuve asesoramiento jurídico del Dr. Monner Sans y la del fiscal Julio César Strassera. Nada era fácil. Favaloro  era un hombre ético, un profesional descollante. Toda su vida luchó contra la corrupción social y política de Argentina. Y contra un sistema de salud envilecido.

–          En una nota de hace unos veinte años se dice: “Mariano Favaloro, primo de René, se desvinculó de la Fundación al año siguiente de su fallecimiento, por no estar de acuerdo con el rumbo que había tomado”. Abrán Moszemberg, un amigo de la infancia, expresó que “Hubo un antes y un después de Favaloro en la Fundación. La medicina solidaria ha desaparecido”. También dice que Carlos Penelas, vocero y amigo íntimo, advirtió “que la fundación transita por caminos que no condicen con el pensamiento de René. A mi modo de ver, empiezan a primar actitudes, personas y climas que conducen a un lento e inexorable cambio de directrices.” ¿Eso tiene relación con lo que manifestó recién?

–         Bueno, creo haber señalado esto. Pienso que no vale la pena volver sobre el tema. He dado entrevistas, conferencias, mi libro donde de una y otra forma he sido lo más objetivo posible. Pero esto que usted cita creo que aclara todo.

–         No puedo dejar de mencionar, pues mucho se habló, que la trágica decisión de Favaloro se debió en parte al rechazo del Presidente Fernando de la Rúa a facilitarle ayuda y a la actitud de Rodríguez Larreta de negarle apoyo desde PAMI.

–         Si, falta decir que la Magnun 357 se la compraron ellos. Sí podemos recordar que Cecilia Felgueras no se comportó bien que lo tuvo esperando al doctor durante media hora para atenderlo. Iba con cita previa. Otra vez la inoperancia, la ingratitud, la soberbia. Pero eso es burocracia estatal, negligencia, desidia, incuria. Ya sabemos de sobra – en líneas generales – lo que significa nuestra administración pública. Bueno volviendo a su pregunta: la imbecilidad, la ignorancia, el desatino, la intencionalidad siempre tiene forma de manifestarse. Seré breve, de esto hablé también en su momento. Favaloro envió una carta desesperada al presidente de la Rúa el jueves por la tarde. El cadete, más allá de indicaciones precisas, la dejó en Mesa de Entradas de la Casa de Gobierno. Jueves por la tarde. Favaloro se suicida el sábado a las 14 horas. El presidente la lee el lunes. Además lo que le pide con urgencia el doctor de la Rúa no podía resolverlo en veinticuatro horas. En cuanto a lo de Horacio Rodríguez Larreta hay que buscar más atrás. Él hereda un problema. Hablamos del gobierno de Menem, de Matilde Menéndez (1994 o 1995) las cápitas mensuales a los prestadores, clínicas quebradas, pago de sobreprecios en la compra de marcapasos, cuotas retornos, “sobres de Pami 25%”… Fue sobreseída de treinta y dos cargos. Vale la pena recordar las declaraciones de Menéndez en la causa AMIA. En fin…historias de nuestra decadencia, de políticas contradictorias, de corrupción. Vale la pena recordar que al tiempo tuve que salir publicamente en defensa del Dr. Claudio Escribano por críticas disparatadas que recibió. Volviendo al tema: Favaloro me llamó quince días antes de su deceso y me hizo enviar cerca de cien cartas a empresarios, dirigentes, sindicalistas con tono desesperado. Nadie respondió. Otra vez: algunos por egoísmo, otros por desinterés, otros sospecho porque les era imposible acudir al pedido. En verdad, hay que decirlo, la administración de la Fundación, desde el punto de vista contable, tenía serios problemas.

–         ¿Habló con Favaloro en esos días, noto algo en él diferente o que pudiera sospecharse del desenlace?

–         Generalmente hablábamos casi a diario. Estaba sumamente preocupado, angustiado. Le pregunté una semana antes si íbamos a la quiebra. Era lo que se comentaba en la Fundación. Personajes indeseables, oportunistas, macaneadores se abrían paso. Favaloro estaba desgastado, confundido. Deseaba saber la situación pues de producirse una quiebra o algo similar era yo el que debía dar explicaciones a los medios y a la sociedad. Estar preparado, en una palabra. Nos encontrábamos sentados uno al lado del otro. Me tocó la rodilla derecha con su mano izquierda y me dijo: “Quédate tranquilo, Carlos. Ya vamos a salir”. Esa fue la última vez que nos vimos.

–         Una anécdota que recuerde en este momento.

–         Ambos cumplíamos años en julio. Yo nací el 5 de julio y me anotaron el 9. Él había nacido el 12 y lo anotaron el 14. Era toda una simbología, una clave entre nosotros. Una más. A veces, para aligerar las tensiones del día solíamos escuchar en su despacho a Alfredo Zitarrosa o los Nocturnos de Chopin. En silencio, por supuesto.

–         ¿Qué desea agregar, Penelas?

–         A cincuenta y cinco años del primer bypass coronario debemos señalar que hubo en la cardiología mundial un antes y un después de Favaloro. Cambió la cardiología del mundo, la historia de la medicina en este aspecto. En EEUU o en Israel hay cátedras que llevan su nombre. Lo mismo ocurre en otros países. Favaloro es una leyenda en la medicina. El suicidio, por supuesto, hay que analizarlo desde otras ópticas y no buscar culpables de manera absurda. Para mi estar a su lado tantos años – compartir horas de trabajo, proyectos, cenas, encuentros, salidas, confesiones – fue una experiencia única. En lo personal fue una pérdida tremenda. Con momentos únicos, con conversaciones íntimas, cargadas de sinceridad, de amistad. Los primeros años trabajé muy unido a Graciela Cordero y a los doctores Masnatta y Pichel. Fue utópico y fenomenal esa época. Pensábamos en el futuro, pensábamos otro país.

 

CARLOS PENELAS, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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