Transcripción de Nota de intereres general, anteriormente publicada por el autor: "Carlos Penelas habla del Dr. René Favaloro", Buenos Aires, Argentina
Se cumplieron cincuenta y cinco años
del primer bypass coronario. Lo realizó, como usted bien sabe, el Dr.
Favaloro el 9 de mayo de 1967 en la Cleveland Clinic. Aparte de haber estado al
lado del Dr. René Favaloro durante veintidós años, de haber
sido un amigo cercano y confidente, estuvo en la Fundación desde sus inicios,
antes de su inauguración, ¿Qué cargos ocupó?
El Dr. Favaloro y Carlos Penelas
– Bueno,
conocí – como lo manifesté en muchas oportunidades – a partir de un libro.
Publiqué en 1978 – época dramática, difícil, compleja – Conversaciones
con Luis Franco. El Dr. Favaloro era un admirador del
poeta catamarqueño, con quien me formé entre otros escritores e intelectuales.
Le alcancé un ejemplar. A los dos meses me llama para conocerme. Desde ese
momento tuvimos un gran apego, una comunicación plena. Al tiempo ingresé como
Jefe de Relaciones Públicas. Con los años se agregaron tareas: fui Jefe de
Prensa de los Congresos Internacionales de Cardiología de la Fundación, luego
Jefe de Coordinación de Pacientes, Miembro del Comité de Ética y Sub-Director
de las publicaciones de la Fundación. El Director de estas publicaciones era el
doctor.
– ¿Cómo
fueron esos años, que nos puede contar?
– El
proyecto de Favaloro fue inmenso, inigualable. Apenas pudo cumplirlo. Desde
nuestro primer encuentro, 1978, me entusiasmó. Venía de trabajar quince años en
una empresa alemana, de reconocimiento mundial. Y me fui con su proyecto.
Tenía, al ingresar, el legajo número 22. Es importante recordar – la
gente muchas veces se olvida o se hace la distraída – que sin la enorme
colaboración de Ángel Peco, es decir SDDRA – Sociedad Distribuidora de Diarios
Revistas y Afines – y la del Dr. Guillermo Masnatta la idea de
Favaloro no se hubiera logrado. El doctor llega de EEUU a la
Argentina luego de tres intentos de regreso – las puertas suelen cerrarse – y
con el apoyo de Mauricio Barón ingresa al Sanatorio Güemes. Toma contacto con
los mejores médicos y especialistas del país para crear la Fundación. Nombres
de primera línea, grandes profesionales y de calidad humana, difíciles de
hallar en nuestros tiempos. Recuerdo: Ernesto Weinschelbum, Víctor Caramutti,
Néstor Wainstein, Mario Racki, Fernando Boullón, Branco Mautner, Juan Antonio
Mazzei, Ricardo Pichel, Luis Suárez, Bernardo Boskis, Augusto Torino, Liliana
Grinfeld, Enrique Gurfinkel, Miguel Borruel, Jorge Decoud. Y una Jefa de
Enfermería que marcó una época: Juana Bustingorri. La secretaria de toda su
vida – con quien trabajé codo a codo durante todos esos años – Graciela
Cordero. El único que sigue en la Fundación hoy en día es un médico de gran
trayectoria y calidad humana, Jefe de la Unidad Renal. Hablo del Dr. Pablo
Raffaele.
– ¿Cómo
ve hoy la Fundación?
– Renuncié
a la Fundación al mes del suicidio del doctor. No sé, salvo por alguna noticia
en los diarios, nada de ella. Los médicos que nombré no están más, eso es
claro. A la hora de su muerte estuve en su domicilio, luego hice, ese mismo
sábado, una conferencia de prensa a las 20 horas en la puerta de la Fundación
anunciando oficialmente la tragedia. Al mes presenté mi renuncia. Lo hice
además público, salió en diarios, vinieron a mi casa para entrevistas,
etc. Mi abogado y amigo era en esos momentos el Dr. Ricardo Monner Sans. Luego
publiqué en 2003 Diario Interior de René Favaloro. En esta
oportunidad tuve asesoramiento jurídico del Dr. Monner Sans y la del fiscal
Julio César Strassera. Nada era fácil. Favaloro era un hombre ético,
un profesional descollante. Toda su vida luchó contra la corrupción social y
política de Argentina. Y contra un sistema de salud envilecido.
– En
una nota de hace unos veinte años se dice: “Mariano Favaloro, primo de René, se
desvinculó de la Fundación al año siguiente de su fallecimiento, por no estar
de acuerdo con el rumbo que había tomado”. Abrán Moszemberg, un amigo de la
infancia, expresó que “Hubo un antes y un después de Favaloro en la Fundación.
La medicina solidaria ha desaparecido”. También dice que Carlos Penelas, vocero
y amigo íntimo, advirtió “que la fundación transita por caminos que no condicen
con el pensamiento de René. A mi modo de ver, empiezan a primar actitudes,
personas y climas que conducen a un lento e inexorable cambio de directrices.”
¿Eso tiene relación con lo que manifestó recién?
– Bueno,
creo haber señalado esto. Pienso que no vale la pena volver sobre el tema. He
dado entrevistas, conferencias, mi libro donde de una y otra forma he sido lo
más objetivo posible. Pero esto que usted cita creo que aclara todo.
– No
puedo dejar de mencionar, pues mucho se habló, que la trágica decisión de
Favaloro se debió en parte al rechazo del Presidente Fernando de la Rúa a
facilitarle ayuda y a la actitud de Rodríguez Larreta de negarle apoyo desde
PAMI.
– Si,
falta decir que la Magnun 357 se la compraron ellos. Sí podemos recordar que
Cecilia Felgueras no se comportó bien que lo tuvo esperando al doctor durante
media hora para atenderlo. Iba con cita previa. Otra vez la inoperancia, la
ingratitud, la soberbia. Pero eso es burocracia estatal, negligencia, desidia,
incuria. Ya sabemos de sobra – en líneas generales – lo que significa nuestra
administración pública. Bueno volviendo a su pregunta: la imbecilidad, la
ignorancia, el desatino, la intencionalidad siempre tiene forma de
manifestarse. Seré breve, de esto hablé también en su momento. Favaloro envió
una carta desesperada al presidente de la Rúa el jueves por la tarde. El
cadete, más allá de indicaciones precisas, la dejó en Mesa de Entradas de la
Casa de Gobierno. Jueves por la tarde. Favaloro se suicida el sábado a las 14
horas. El presidente la lee el lunes. Además lo que le pide con urgencia el
doctor de la Rúa no podía resolverlo en veinticuatro horas. En cuanto a lo de
Horacio Rodríguez Larreta hay que buscar más atrás. Él hereda un problema.
Hablamos del gobierno de Menem, de Matilde Menéndez (1994 o 1995) las cápitas
mensuales a los prestadores, clínicas quebradas, pago de sobreprecios en la
compra de marcapasos, cuotas retornos, “sobres de Pami 25%”… Fue sobreseída de
treinta y dos cargos. Vale la pena recordar las declaraciones de Menéndez en la
causa AMIA. En fin…historias de nuestra decadencia, de políticas
contradictorias, de corrupción. Vale la pena recordar que al tiempo tuve que
salir publicamente en defensa del Dr. Claudio Escribano por críticas
disparatadas que recibió. Volviendo al tema: Favaloro me llamó quince días
antes de su deceso y me hizo enviar cerca de cien cartas a empresarios,
dirigentes, sindicalistas con tono desesperado. Nadie respondió. Otra vez:
algunos por egoísmo, otros por desinterés, otros sospecho porque les era
imposible acudir al pedido. En verdad, hay que decirlo, la administración de la
Fundación, desde el punto de vista contable, tenía serios problemas.
– ¿Habló
con Favaloro en esos días, noto algo en él diferente o que pudiera sospecharse
del desenlace?
– Generalmente
hablábamos casi a diario. Estaba sumamente preocupado, angustiado. Le pregunté
una semana antes si íbamos a la quiebra. Era lo que se comentaba en la
Fundación. Personajes indeseables, oportunistas, macaneadores se abrían paso.
Favaloro estaba desgastado, confundido. Deseaba saber la situación pues de
producirse una quiebra o algo similar era yo el que debía dar
explicaciones a los medios y a la sociedad. Estar preparado, en una palabra.
Nos encontrábamos sentados uno al lado del otro. Me tocó la rodilla derecha con
su mano izquierda y me dijo: “Quédate tranquilo, Carlos. Ya vamos a salir”. Esa
fue la última vez que nos vimos.
– Una
anécdota que recuerde en este momento.
– Ambos
cumplíamos años en julio. Yo nací el 5 de julio y me anotaron el 9. Él había
nacido el 12 y lo anotaron el 14. Era toda una simbología, una clave entre
nosotros. Una más. A veces, para aligerar las tensiones del día solíamos
escuchar en su despacho a Alfredo Zitarrosa o los Nocturnos de
Chopin. En silencio, por supuesto.
– ¿Qué
desea agregar, Penelas?
– A
cincuenta y cinco años del primer bypass coronario debemos señalar que hubo en
la cardiología mundial un antes y un después de Favaloro. Cambió la cardiología
del mundo, la historia de la medicina en este aspecto. En EEUU o en Israel hay
cátedras que llevan su nombre. Lo mismo ocurre en otros países. Favaloro es una
leyenda en la medicina. El suicidio, por supuesto, hay que analizarlo desde
otras ópticas y no buscar culpables de manera absurda. Para mi estar a su lado
tantos años – compartir horas de trabajo, proyectos, cenas, encuentros,
salidas, confesiones – fue una experiencia única. En lo personal fue una
pérdida tremenda. Con momentos únicos, con conversaciones íntimas, cargadas de
sinceridad, de amistad. Los primeros años trabajé muy unido a Graciela Cordero
y a los doctores Masnatta y Pichel. Fue utópico y fenomenal esa época.
Pensábamos en el futuro, pensábamos otro país.
CARLOS PENELAS, poeta y escritor
argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO
ARGENTINA
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