AQUELLO, QUE
FUE… ¿Y?
Sí, aquello que fue... hermoso, huelga que me lo comentes, no te excuses, ya no sirve de nada, no tienes por qué repetirlo, si lo fue para ti, también lo fue para mí. Lo que no pudimos pensar es que fuese tan efímero, tan poco profundo y volátil.
Y, ¿de todo
ello, qué queda hoy? El destino nos fue avieso, jugó en contra nuestra, me
dirás y que nos arrastró inmisericorde y contra nuestra voluntad al olvido, a
terminar con todo. Sólo ha sido un olvido parcial, porque yo seguí esperando,
para que aquello no fuese, un fue, sino, un continuo ser, un no dejar de ser.
Ya lo sé, el pueblo es pequeño, no hay trabajo. Cerca está el mar y... el barco que zarpó con rumbo lejano llevándote, ¿y? Ya sé, siempre lo he sabido. Otros ambientes, otras circunstancias, otras personas, sobre todo, otras mujeres y, bueno, ¿qué decirte que no sepas?
Este niño
tiene diez años, fue concebido luego de tu partida y varios años más en que ya
no recibía cartas tuyas. Tu hija tiene un año más que mi hijo. De eso me enteré
más tarde, fue lo que me decidió a concebir un hijo, que por supuesto, me
hubiera gustado que fuese tuyo, pero no fue así, sólo era mío y me bastó.
Las noticias también llegan a estos lugares, a estos pequeños pueblos olvidados entre montañas.
Supongo que
has emprendido un nuevo rumbo, una familia nueva e irás creando nuevas
vivencias que con el tiempo, se convertirán también, en algo que fue, o que ha
sido, ¡qué importa! Todo termina.
Pero su
huella, la huella de lo que fue, queda indemne en nuestro corazón, porque sin
duda vivimos aquellos momentos con la profundidad que nuestro amor y voluntad
nos hacía sentir, lo hermoso que fue aquello tan hondamente sentido. Y que yo
pienso que lo fue y por lo tanto, no tiene por qué dejar de serlo.
©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y
escritora española
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO
ARGENTINA
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