CORNELIO SAAVEDRA
Las Invasiones Inglesas descubrieron en Saavedra una inesperada vocación por las armas. A propósito de esta iniciación castrense, estampó en sus memorias su propia explicación: "Este fue el origen de mi carrera militar: el inminente peligro de la patria, el riesgo que amenazaba a nuestras vidas y propiedades, y la honrosa distinción que habían hecho los hijos de Buenos Aires prefiriéndome a otros muchos paisanos suyos para jefe y comandante, me hicieron entrar en ella".
En efecto, durante las invasiones ingleses, el cuerpo de Patricios lo eligió Comandante, marchando él a la cabeza como primer combatiente de este cuerpo, integrado por tres batallones y 23 compañías. Entre quienes despedían a las tropas que iban rumbo a Barracas figuraba su segunda esposa - la primera había fallecido en 1798 -, Saturnina Bárbara de Otárola y del Ribera. Su prestigio creciente en la población de Buenos Aires lo llevó a desempeñar un papel decisivo en las jornadas de Mayo. En la reunión de comandantes del 20 de Mayo negó su apoyo a Cisneros. Dos días más tarde, en el Cabildo abierto, al votar por la destitución del Virrey, obtuvo la adhesión de 86 cabildantes, entre quienes figuraban Castelli, Belgrano, French y otros.
Presidente de la Junta del 25 de Mayo, Saavedra tuvo que enfrentar las
alternativas de un clima el cual no estaba acostumbrado. Es decir, un clima
político de sutilezas y argucias, de fervor revolucionario con todos los
posibles excesos y deformaciones inevitables en un movimiento de esta
naturaleza. Después del golpe del 5 y 6 de Abril de 1811 (en el cual Saavedra
creyó fortalecerse, apresurándose a separar a los elementos morenistas)
abandonó Buenos Aires con rumbo a Salta, con el objeto de reorganizar el
derrotado ejército del Desaguadero. Pero el viaje fue aprovechado por sus
adversarios para asestar varios golpes: separado del gobierno y del ejército,
se intentó confinarlo en San Juan, pero, alertado a tiempo, Saavedra cruzó la
cordillera de los Andes por ignotos caminos, arribando a tierra chilena en
compañía de su hijo Agustín, de 10 años de edad. En 1814 decide volver a la
patria, para no caer en manos españolas, pues los ejércitos reales amenazaban por
entonces a Coquimbo. Y mientras vuelve a cruzar la cordillera, su esposa
tramita en San Juan el ingreso de Saavedra, que es negado por el Teniente de
Gobernador. Doña Saturnina apela al Gobernador Intendente de Cuyo, es decir a
San Martín, quien accede a la solicitud.
Finalmente, Saavedra es enviado a Buenos Aires con escolta para hacer acto de presencia en el juicio que se lo había iniciado y tras la revolución del 15 de Abril de 1815, el Cabildo le devolvió su grado militar. De inmediato, sin embargo, al asumir Álvarez Thomas el cargo de Director suplente lo relega a Arrecifes. En 1818 obtuvo la rehabilitación, Desempañó varios cargos militares, aunque de escasa importancia, y en 1822 se le otorgó el retiro absoluto del ejército.
Murió el 29 de Marzo de 1829, y dos días después el diario "El Tiempo" se hizo eco del fallecimiento en escuetas líneas: "A las 8 de la noche del domingo murió repentinamente el Brigadier General Cornelio de Saavedra. Los buenos patriotas deben sentir su pérdida, por los servicios que aquel ciudadano ha prestado al país".
En Diciembre del mismo año, el gobierno del General Juan José Viamonte concretó su homenaje trasladando los restos de Saavedra a un mausoleo de la Recoleta. Alberdi lo reinvindicará: “¿Que quería Saavedra? - pregunta Alberdi – Que el gobierno argentino fuese obra de todas las provincias de la nación: ¡a eso llamaba Mitre, ´conservador´! ...el partido de Saavedra era el partido verdaderamente nacional. Pues quería que la nación toda interviniese en su gobierno...” (Alberdi. Grandes y pequeños hombres…) (AGM. Proceso al liberalismo argentino. p.76)
Por su parte Rosas pocos meses después de asumir el gobierno, dio el siguiente decreto de honores póstumos al “prócer desconocido”:
“Buenos Aires, diciembre 16 de 1829.- El primer comandante de Patricios, el primer presidente de un gobierno patrio, pudo sólo quedar olvidado en su fallecimiento por las circunstancias calamitosas en que el país se hallaba. Después que ellas han terminado, sería una ingratitud negar a ciudadano tan eminente el tributo de honor rendido a su mérito, y a una vida ilustrada con tantas virtudes, que supo consagrar entera al servicio de su patria. El gobierno, para cumplir un deber tan sagrado, acuerda y decreta: Artículo 1º: En el cementerio del Norte se levantará, por cuenta del gobierno, un monumento en que se depositarán los restos del brigadier general D. Cornelio Saavedra. Artículo 2º: Se archivará en la Biblioteca Pública un manuscrito autógrafo del mismo brigadier general, con arreglo a lo que previene el decreto de 6 de octubre de 1821. Artículo 3º: Comuníquese y publíquese. Rosas – Tomás Guido”.
Fuente: www.lagazeta.com.ar
Finalmente, Saavedra es enviado a Buenos Aires con escolta para hacer acto de presencia en el juicio que se lo había iniciado y tras la revolución del 15 de Abril de 1815, el Cabildo le devolvió su grado militar. De inmediato, sin embargo, al asumir Álvarez Thomas el cargo de Director suplente lo relega a Arrecifes. En 1818 obtuvo la rehabilitación, Desempañó varios cargos militares, aunque de escasa importancia, y en 1822 se le otorgó el retiro absoluto del ejército.
Murió el 29 de Marzo de 1829, y dos días después el diario "El Tiempo" se hizo eco del fallecimiento en escuetas líneas: "A las 8 de la noche del domingo murió repentinamente el Brigadier General Cornelio de Saavedra. Los buenos patriotas deben sentir su pérdida, por los servicios que aquel ciudadano ha prestado al país".
En Diciembre del mismo año, el gobierno del General Juan José Viamonte concretó su homenaje trasladando los restos de Saavedra a un mausoleo de la Recoleta. Alberdi lo reinvindicará: “¿Que quería Saavedra? - pregunta Alberdi – Que el gobierno argentino fuese obra de todas las provincias de la nación: ¡a eso llamaba Mitre, ´conservador´! ...el partido de Saavedra era el partido verdaderamente nacional. Pues quería que la nación toda interviniese en su gobierno...” (Alberdi. Grandes y pequeños hombres…) (AGM. Proceso al liberalismo argentino. p.76)
Por su parte Rosas pocos meses después de asumir el gobierno, dio el siguiente decreto de honores póstumos al “prócer desconocido”:
“Buenos Aires, diciembre 16 de 1829.- El primer comandante de Patricios, el primer presidente de un gobierno patrio, pudo sólo quedar olvidado en su fallecimiento por las circunstancias calamitosas en que el país se hallaba. Después que ellas han terminado, sería una ingratitud negar a ciudadano tan eminente el tributo de honor rendido a su mérito, y a una vida ilustrada con tantas virtudes, que supo consagrar entera al servicio de su patria. El gobierno, para cumplir un deber tan sagrado, acuerda y decreta: Artículo 1º: En el cementerio del Norte se levantará, por cuenta del gobierno, un monumento en que se depositarán los restos del brigadier general D. Cornelio Saavedra. Artículo 2º: Se archivará en la Biblioteca Pública un manuscrito autógrafo del mismo brigadier general, con arreglo a lo que previene el decreto de 6 de octubre de 1821. Artículo 3º: Comuníquese y publíquese. Rosas – Tomás Guido”.
Fuente: www.lagazeta.com.ar
©CÉSAR TAMBORINI DUCCA, poeta y escritor
argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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