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DE FAROS…
Para sentirme pequeño
voy a la orilla del mar.
Él ni repara en mi nada
-minúsculo ser sin traza-,
soberano del espacio,
del tiempo y del infinito.
Lo miro, ebrio de yodo
-lo admiro, más que lo
miro-
en la tarde que se va,
y es un punto el
horizonte,
y es un llegar la marea,
y es un irse las gaviotas
-almas aladas del puerto-,
mientras la marinería
tras la bruma se diluye.
Absorto acompaño el tiempo
que pasa sin dar aviso.
De pronto cruza mi cara
haz de luz del viejo faro
-hierático en la
barranca-,
antinomia de tinieblas,
gozo visual de mi ego.
Cae la noche y las
estrellas
remiendan nubes nevadas,
y el faro, dale que dale,
-mar adentro y tierra
afuera-,
con rítmico movimiento
va descosiendo las horas.
Se me antoja que su luz
es un abrazo de amigo,
que acerca seguridad
y asegura cercanía;
que guía, más no
encandila;
que acompaña, más no
estorba.
A pleno sol, ¡cuántas
veces
necesitamos un faro,
para rumbear adelante
o desandar el camino!
El hombre es su propio
faro
si abdica de la soberbia,
si adentro busca
respuestas
y si comparte su luz.
©VICTOR VELÁZQUEZ, POETA Y ESCRITOR
URUGUAYO
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Ese mar amigo,que mudo nos acompaña, que con las olas responde,cuando golpea con fuerza y se pierde en las arenas de los sueños imposibles.
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