LOS ABUELOS,
SIEMPRE ESTÁN
Son muchas las personas que apuntan
a que ya estamos en el cenit de la crisis y que a partir de ahora empezaran a
notase las mejoras en la economía. Muchos dudamos de que así sea, más bien
pensamos, que no hemos hecho más que empezar este calvario de restricciones,
frustraciones y desencantos.
Nos duele la situación por esa
juventud, nunca mejor preparada que la juventud de ahora para poder regir y
administrar la sociedad, sin embargo, el éxodo permanente que se ha emprendido
a la búsqueda de oportunidades nos causa un inmenso dolor, pero no sólo es la
juventud la que lleva la parte más dolorosa de esta situación, hay un colectivo
silencioso, el de los abuelos, que sufre en silencio tanto o más que los demás.
Ese dolor de espaldas al que se está
acostumbrado, porque los fármacos alivian poco,
esas imprecisiones y titubeos que se producen en el diario vivir por el
deterioro que la vida impone, esas arrugas que descubrimos hace tiempo y que ya no importan en absoluto
porque les tenemos cariño. Con todo lo negativo se vive y con lo poco positivo
que queda también. Nos consolamos porque, si hay una verdad más absoluta en los
mayores, es que todo lo dan y si sufren, es porque ya no les queda nada conque
obsequiar, socorrer, y ayudar a los suyos.
Esas manos sabias que tantos guisos
hicieron, tantos bordados, remiendos y también filigranas con que adornaron los
trajes de fiesta para los hijos y nietos, son una constante en sus vidas.
La sociedad, en su avance
generacional, suele olvidar el camino que va a recorrer, que no es más que el
mismo que sus mayores ya han recorrido. Se suele estructurar a las
generaciones en convencionalismos que sirven a unos u otros intereses.
Pero ese viejo que sentado en el
parque observa cómo juegan los niños y cantan los pájaros, esa mujer mayor
relegada a la cocina, a las mil tareas domésticas, sí, esas personas mayores,
siguen pensando en lo bonito que es pasear por las avenidas, los parques y los
jardines charlando con los demás. Les sigue agradando ir al cine, al teatro,
discutir de forma reposada, sobre los
mil problemas que hay que afrontar cada día y lo importante que sigue siendo importante, para
ellos, que se les considere tan válidos como cuando eran jóvenes.
SALOME MOLTO, poeta y escritora
de Alcoy, Alicante, España.
MIEMBRO HONORÍFICO de ASOLAPO
ARGENTINA
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jueves, 16 de mayo de 2013
LOS ABUELOS SIEMPRE ESTÁN
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