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sábado, 12 de abril de 2025

LAS PERDURABLES SERIES DE TELEVISIÓN - Roberto Alifano - Buenos Aires, Argentina

 



LAS PERDURABLES SERIES DE TELEVISIÓN

 

El hombre es un niño que nunca termina de crecer”, conjeturó con buen sentido de la observación alguien que ahora no recuerdo quién era. Por su parte, nuestro siempre recordado Pablo Neruda escribió en sus memorias: “En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hace mucha falta”. También están los que dicen, con un criterio práctico y no menos buen humor, que “en la vejez hay un volver hacia aquellos primeros tiempos, ya que asumimos nuestras obligaciones reconociendo que hemos crecido y acumulado experiencias para llegar a lo que se llama (acaso irresponsablemente) la edad adulta”.

Tras esas reflexiones y las inmensas ganas de seguir disfrutando los placeres simples que nos ofrece la vida, se esconden, además, los temores a la soledad y a la inapelable muerte. Pero dejemos a un lado lo patético y vayamos hacia lo reconfortante. “Nada se pierde, todo se transforma”, ilustró el sabio Antoine de Lavoisiere; y ahora, por qué no adosarle los estímulos que nos propone el trovador uruguayo Jorge Dexle: “Cada uno da lo que recibe / y luego recibe lo que da. / Nada es más simple, / no hay otra norma. / Nada se pierde, / todo se transforma…”

Ambas reflexiones nos hacen sentir la generosa prolongación épica del asombro; tampoco debemos olvidar las andanzas del tan entrañable Don Quijote y su escudero Sancho Panza; y por qué no recuperar como otra forma de nuestra nostalgia las famosas series de televisión y su cariñoso costado, para volver a ser niños.

Empiezo este resumen evocatorio con “Los Locos Adams”, serie de la otrora televisión en blanco y negro, que ya ocupa la categoría de clásico. Tanto es así que cada vez que se los menciona, no faltará alguien de la guardia vieja que con un chasquido de dedos cerrará los ojos para cantar el pegadizo “tara-ra-rá” de la presentación musical, que iba seguida de aquel sonar de dedos de todos los integrantes mirando la cámara. Raúl Rafael Carlos Juliá Arcelay, nacido en San Juan de Puerto Rico, fue el actor que caracterizó al personaje y alcanzó fama internacional en la divertida saga de la extravagante familia en la que una mano cobraba vida para intervenir sensatamente en los actos más audaces. A Juliá Arcelay lo secundaba la seductora Carolyn Jones, bajo el nombre de Morticia, su amorosa y enamorada esposa.

Otra serie que se niega a ser archivada por la moderna televisión, es la de “El Zorro”, que bajo el sello de Walt Disney, protagonizara el actor Armando Joseph Catalano, nacido en el Sur de Italia, criado en Nueva York y conocido artísticamente como Guy Williams. Este galán, que el destino trajo a la Argentina, falleció de un fulminante paro cardiaco, el 30 de abril de 1989. Williams era, además de una bellísima persona, un habilísimo esgrimista.

Ya retirado de la actuación, había decidido vivir en Buenos Aires. Guy Williams fue famoso especialmente por interpretar al aristócrata personaje justiciero de la clásica serie. Posteriormente, apareció en algunos episodios de “Bonanza”, interpretando a uno de los personajes y fue el eje central de “Perdidos en el espacio”, donde era al profesor John Robinson, un honorable padre de familia; pero, sin duda, Guy Williams ya era para siempre el justiciero “Zorro”.

Este emblemático actor durante la segunda mitad de su carrera, residió y trabajó mayormente en la Argentina, donde se lo llegó a considerar un ídolo popular y uno de los galanes que más ha logrado cautivar a las mujeres. En la década de los sesenta, muchas madres de Hispanoamérica bautizaron con el nombre de “Diego” a sus hijos debido a la fuerte atracción que despertaba en ellas su célebre personaje.

Aquí, con otro actor argentino, Fernando Lupiz, daban públicamente clases magistrales de esgrima, atrayendo multitudes en sus presentaciones. Yo, gracias al locutor y periodista Antonio Carrizo, conocí al inmortal Guy Williams. Antonio era vecino de él y cada tanto nos encontrábamos en un restaurante de Buenos Aires para compartir una cena. Guy era un hombre amable, encantador y lleno de anécdotas. Vivió sus últimos años en la Recoleta, un exclusivo barrio de la ciudad de Buenos Aires, donde lo encontraron muerto inesperadamente a los sesenta y cinco años.

Queda otro personaje famoso de aquella época, que también me complace recordar. El talentoso antihéroe Peter Falk, intérprete del detective “Columbo”, personaje central de una serie de televisión estadounidense creada por los famosos productores Richard Levinson y William Link. La serie se emitió regularmente entre 1971 y 1978, y esporádicamente entre 1989 y 2003, hasta un total de casi setenta episodios, regresando cada tanto a la televisión argentina.

Se sospecha que su nombre se debe a una parodia del físico-culturista y luchador Franco Columbu debido a su parecido con el actor (a su cara por supuesto, ya que Falk era más bien gordo y bizco). Algunos aseguran que el nombre del personaje es Frank Columbo, pero en ninguno de los episodios se le llama por su nombre, y él siempre se presenta a sí mismo como el “teniente Columbo”. Los propios creadores han aclarado que nunca se le dio un primer nombre; también su esposa en la ficción, que nunca apareció ante las cámaras, y era referida por él como la señora Columbo.

Esta famosa serie es considerada un caso particular en el sentido de que no hay créditos comunes a todos los episodios y cada uno de ellos son una suerte de largometrajes creados en especial para la televisión. Siempre pacífico, sin escenas de violencia, a través de sus brillantes deducciones, el teniente “Columbo” resolvía los casos. Mi amiga, la poeta Silvina Ocampo nunca dejó de agradecerme que le revelara a este personaje del que se hizo adicta. “Columbo es una de las genialidades que le debemos a la televisión”, me confesó.

También destaco la muy divulgada serie de “El Super Agente 86”, una serie estadounidense emitida originalmente entre 1965 y 1970 que parodiaba a las películas y series de espías internacionales; una mezcla de James Bond y el inspector Clouseau, creada por Mel Brooks y Buck Henry, y protagonizada por Don Adams, como Maxwell Smart, el legendario “agente 86”, con Barbara Feldon, como la “agente 99”.

La trama se basaba en los personajes que operaban para CONTROL, una supuesta agencia secreta de espías del gobierno de los Estados Unidos. Al parecer la idea de la serie vino de una propuesta que Daniel Melnick hizo a un productor para sacar partido de los dos personajes más importantes del mundo del entretenimiento: los inefables y ya citados James Bond y el inspector Clouseau. Brooks dijo, un poco de broma, que se excedían en la crítica, ya que “era una combinación demencial y acaso más exagerada que la de James Bond y la comedia de Mel Brooks.

Esa ecuménica serie se emitió en la NBC entre 1965 y 1969. Después se trasladó a la CBS, donde se completó la última temporada, en 1970. La serie fue muy popular y un clásico de la televisión en la década de 1960, siendo repuesta en diversas ocasiones en todo el mundo vía satélite. Ganó siete Premios Emmy y fue nominada para otros catorce y para dos Globos de Oro. Es enternecedor ver durante la última temporada, ya mayorcitos, a Bárbara Feldon y Don Adam representando sus gloriosos papeles.

Agreguemos que se han hecho tres largometrajes basados en la serie: primero, uno con parte del reparto original en 1980, titulada The Nude Bomb (La bomba nudista), también conocida como The Return of Maxwell Smart o Maxwell Smart and the Nude Bomb. Después de éstos, se estrenó un especial hecho para la televisión llamado ¡Get Smart, Again! en 1989. Y también Superagente 86, tomados de películas, protagonizada por Steve Carell, Anne Hathaway y Alan Arkin. Una de ellas se difundió en 2008 en España, con el título de El Súper Agente 86 en Hispanoamérica.

En tanto en los Estados Unidos se estrenó una serie derivada de esta película, titulada Get Smart´s Bruce and Lloyd: Out of Control y una secuela en 1995 protagonizada por Adams y Feldon, con Andy Dick en el papel de su hijo, Zach, uno de los gemelos Smart.

La serie, como siempre, se centra en las aventuras del agente secreto Maxwell Smart (Don Adams), proclive a cometer grandes torpezas a cada momento; conocido también como “Agente 86”. Su compañera (y, más tarde, esposa en la vida real) es la “Agente 99”, la bellísima y carismática Bárbara Feldon, cuyo verdadero nombre nunca se revela. Así, Max y “99” prosiguen trabajando para CONTROL (parodia de la CIA, localizada en Washington D. C. Ambos se embarcan en numerosas misiones alrededor del mundo, entre ellas la Argentina, donde la incompetencia de Smart siempre causa complicaciones.

Sin embargo, Smart nunca falla en sus misiones especiales y gracias a su casual suerte y la imprescindible ayuda de “99”; contando, además, con su infalible “zapatófono”, (un avanzado teléfono celular de la época adosado al zapato, con un disco rígido, es de suponer, en la suela).

No está de más agregar que el superior de Max y su compañera es el sufrido Jefe de CONTROL (famoso Edward Platt), conocido simplemente en ese papel como “El Jefe”. Recuerdo que en un capítulo un juez, encargado de un implacable juzgado, lo intima para que diga su nombre de pila. La respuesta es Tadeo.

La némesis de CONTROL es KAOS (parodia de la KGB), “la organización internacional del mal”, que una igualmente inepta organización de un país desconocido perteneciente al Bloque del Este. CONTROL y KAOS siempre aparecen en mayúsculas, y no son siglas ni acrónimos. El otro dato divertido es el hecho de haber utilizado estos dos conceptos antónimos para definir a las dos organizaciones rivales.

En sus cinco temporadas los creadores se dieron el gusto de parodiar filmes o series como Casablanca, El fugitivo, La gran evasión, Bonnie y Clyde, La ventana indiscreta, Goldfinger, El tesoro de Sierra Madre, Ironside, Asesinato en el Orient Express, Agente 007 contra el Dr. No y hasta a su indirecta competencia, la no menos famosa serie de Los vengadores.

Esta reseña demuestra que la pantalla de TV atesora cosas buenas y cada tanto las revive con generosidad. Se han sucedido décadas y las mencionadas series siguen vigentes. Felizmente no se las echó al olvido. Quizá como yo, un niño que no ha terminado de crecer, otros nostálgicos disfruten de estos personajes inmortales que siguen encantándonos la vida.


ROBERTO ALIFANO – Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFCO DE ASOLAPO ARGENTINA


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