EL CÍRCULO
"El Círculo es perfecto" (E.
A. Pesante, l932-1988, in memoriam)
“Gracias quiero dar al divino / laberinto de los efectos y de
las causas / por la diversidad de las criaturas / que forman este singular
universo, / por la razón, que no cesará de soñar / con un plano del laberinto
(…)”
– (“Otro
Poema de los Dones” - Jorge Luis Borges).
Hubo un momento en que el Círculo fue el acoplamiento sistémico de
esmeriladas y esféricas espirales concéntricas… Como esas enigmáticas galaxias,
arracimadas en forma cuántica, que no solo hacían suponer sino que demostraban,
palmariamente, la infinitud de un Universo…
Un Universo emboscado, a su vez, por
un continuo movimiento, ora parabólico, ora sinuoso o, asimismo, perfectamente
circular…
Un Universo tan geométrico como
aquel bellísimo y tornasolado Círculo del que formaba parte, girando, girando y
girando
hasta un sitio ignoto del Metaverso que parecía, al mismo tiempo y espacio,
punto de partida y llegada…
Pero, de hecho, tampoco supo cuándo
se vislumbró, en aquella gigantesca rueda giratoria, como un ser consiente y
consciente de su presencia hecha de aquellas, como sustancias organizadas tras
una sinuosa columna a la que llamó huesos, como pudo haberla nombrado con
cualquier otra vibración acústica a la que, a su vez, nombró palabra…
… En tanto que, a todo aquel
encapsulado organismo semejante a una suerte de gelatinoso conglomerado, llamó
cuerpo, y a la patina envolvente y suave -a la que tuvo por piel- compuesta de
una delicada sustancia a la denominó carne…
El Hijo del Círculo observó, no
obstante, y con otros de sus fantásticos miembros membranosos (eran dos y se
llamarían ojos), que un extraño lazo lo conectaba, en una cavidad acuosa de la
que era parte…
Luego de otro tiempo espacio que no
supo ni pudo calcular, sintió como de súbito todo lo que para él era cuerpo,
abría aquel Agujero Negro raramente enrojecido y se asomaba, con una chillante
bocanada, a otro Universo que pareció estallar como un enorme sol galáctico, y…
nació. Alguien le llamaría a aquello "vida" también, aunque para él
la vida había sido, hasta entonces, una espejada realidad mansa y etérea aunque,
y de igual modo, sustancial...
Pero no supo que lo había hecho. Que
había nacido… Y que estaba vivo en aquella dimensión extraña contenida en el
Círculo… Pues solo después de cuatro giros alrededor de la estrella de aquel
planeta (así lo llamaban Ellos) donde había estrenado su nuevo estado
existencial, lo sabría… Una etapa que cobraría materialidad compartiendo más
adelante imágenes (foto-videográficas) de esa, su estrenada niñez…
Así, y al paso lento pero inexorable
del nuevo espacio tiempo que lo contenía, entendería por qué había sido
concebido tras una nueva palabra que no registrara en ningún sitio del Círculo
de dónde provenía… Y que de tanto escucharla con aquel específico sentido
orgánico llamado, por Ellos, oído, se supo hijo de Hombre, y Hombre varón y se
auto percibió también como hijo de la Luz, hijo de la Alborada de aquella
particular Realidad llamada vida… Luego, también comprendería que, aquellos
otros miembros que lo acunaban con notable suavidad y esmero, serían de otro
Hombre, pero sexuado mujer…
Sería esta, ahora y como jamás lo
había experimentado, la primera de las Cuatro Estaciones Planetarias de un
astro, de otro Círculo azulado -terrestre, marítimo y nuboso-, que habría de
transitar hasta treinta y tres años circunvalantes,
como un fugaz Eternauta de la Materia; ello, antes de regresar -con su
espiritual Alma trascendente- al seno del Círculo Creacional del que había sido
esencialmente sustraído, y a fin de alcanzar a comprender (in situ) el Origen
Humano de un paterno, Arcano Sueño existencial…
No tuvo miedo por ello: su Padre velaría por Él y unos seres difuminados
llamados ángeles custodios, lo servirían en su -ahora- homeostática Presencia
y, en especial, al cabo de los primeros cuatro años de extraña incubación
encarnada; tiempo en el que, Abba, comenzaría a revelarle, paso a paso, el
sentido mesiánico de la enigmática extrapolación sensorial a la que había sido
expuesto, y que le sería revelada como crucial y salvífica Misión en bien del
Círculo: la de redimir del pecado, la ignorancia y el error, al Universo Material todo.
ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO, Santa Fe, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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