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sábado, 9 de noviembre de 2019

Ítalo Calvino, otro grande de la literatura, Roberto Alifano, Buenos Aires, Argentina

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TRIBUNA

Ítalo Calvino, otro grande de la literatura
Aunque parezca un atrevimiento establecer otro canon entre escritores tan diversos, creo que es imposible imaginar la novela actual sin Henry James y William Faulkner, sin Joseph Conrad y Albert Camus, sin James Joyce y Virginia Woolf, sin Gabriel García Márquez y Vladimir Nabokof; también sin Italo Calvino, que instalado en el mundo de la ficción concibiera textos simbólicos que de un modo singular abarcan la fábula y la parábola. Debemos a él una obra atrapante y curiosa como es Il barone rampante (El barón rampante), que con un gozo casi infantil acabo de releer.
En esta sorprendente novela, Biaggio, el narrador, cuenta la historia de su hermano, el barón Cosimo Piovasco de Rondó, que a los 12 años, hastiado de su decadente familia de clase aristocrática, luego de una discusión con el padre, decide subirse a los árboles y amenaza no volver a pisar el suelo hasta su muerte; cumpliendo la promesa a pie juntillas. Es así que saltando de árbol en árbol el muchacho se las arregla para subsistir decorosamente y proyectarse hacia el mundo desde su incómoda posición; consigue comida mediante la caza de animales y también crea su propia ropa con las pieles que obtiene de ellos. Desde los árboles transita por grandes aventuras y gravita, en cierto modo, sobre la villa a la que pertenece; ni el amor ni la pasión, tampoco le son indiferentes. En sus aventuras, conoce a una niña llamada Viola de la cual estaría enamorado toda su vida. Cosimo recorre muchos lugares vecinos y lejanos debido a su gran agilidad para moverse sobre los árboles, además de procurarse amistades como la de un ladrón que era el más buscado de la región, al cual le facilita los libros que él lee. Desde esa posición conoce mucha gente de otros países, además de aprender idiomas, lo que se convierte en el gran hobby de su vida. Desde los árboles se enfrenta a piratas, vive con desterrados españoles y defiende los bosques de toda clase de depredadores, la mayoría humanos. La fábula, elogiada por Borges, a quien le leí algunos capítulos, es una de las más bellas y originales escritas en el siglo veinte. Lamentablemente, como era su intención, Borges no alcanzó a incorporarla a su biblioteca personal, que alcanzó a incluir a setenta de los cien autores proyectados.
Casi siempre impensada y sorprendente, la vida de cada hombre es una gran aventura. Italo Calvino nació en Santiago de las Vegas, un suburbio de La Habana, en la isla de Cuba. Mario, su padre, era un ingeniero agrónomo de San Remo, especializado en botánica tropical, que también enseñaba agricultura y floricultura, y emigró a México en 1909, donde ocupó un cargo importante en un Ministerio. En un ensayo autobiográfico, Calvino nos cuenta que su padre había sido anarquista en su juventud, seguidor de Kropotkin y luego un reformista, militante del socialismo, quien después de vivir la experiencia de la Revolución Mexicana, se estableció en Cuba. Buen lector de la Comedia de Dante, de ese padre revulsivo él heredó su pasión por la literatura.
Con una profesión muy afín a la de su esposo, su madre, Eva Mameli, era botánica y profesora universitaria. Había nacido en una familia secular, siendo educada en la “religión del deber cívico y la ciencia”.​ Eva le dio a Calvino su primer nombre Italo, bastante inusual, quizá para recordarle su herencia italiana, aunque después terminó creciendo en Italia. Durante su infancia, recibió una educación laica y antifascista, de acuerdo con la actitud de sus padres, que se proclamaban librepensadores. Para seguir en el sendero de ellos se matriculó en la facultad de agronomía de la Universidad de Turín, donde don Mario enseñaba agricultura tropical.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial le obligó a interrumpir sus estudios. En 1943, fue llamado al servicio militar por la República Social Italiana, pero desertó y junto a su hermano, se unió a las Brigadas Partisanas Garibaldi, mientras sus padres fueron retenidos como rehenes por los alemanes. Una vez acabada la guerra, se mudó a Turín, donde colaboró en algunos periódicos, y empezó sus estudios de Letras (se graduaría con una tesis sobre Joseph Conrad, el escritor por el que profesaba una casi devoción) y se afilió al Partido Comunista. Durante este período de su vida entró en contacto con Cesare Pavese, quien hizo que fuese contratado por la editorial Einaudi. El ambiente de la casa editora fue fundamental en la formación cultural de Calvino. Ya en 1947 publicó su primera novela: Il sentiero dei nidi di ragno (El sendero de los nidos de arañas), basada en sus experiencias como partisano. En 1949, dio a la imprenta su volumen de cuentos Último viene il corvo (Por último el cuervo). Las dos obras fueron escritas dentro de la estética del neorrealismo italiano, a pesar de que la primera tiene un tono de fábula. De esta época, también con temática neorrealista y obrera, y con influencias visibles de Pavese, es la novela inconclusa que se tendría que haber titulado I giovani del Po (Los jóvenes del Po). Calvino buscaba entonces una escritura objetiva e intentaba definir la condición del hombre de nuestra época.
En 1952, siguiendo el consejo de su amigo, el novelista y traductor Elio Vittorini, se alejó de la literatura realista con tendencia social y picaresca para dedicarse a una especie de narración fantástica, pero que podía ser leída en diferentes niveles interpretativos. Por esa época publicó la trilogía llamada I nostri antenati (Nuestros antepasados), una representación alegórica del hombre contemporáneo. De ella forman parte tres novelas: Il visconte dimezzato (El vizconde demediado), Il barone rampante (El barón rampante) y Il cavaliere inesistente (El caballero inexistente). La segunda, sin duda la más famosa, es fruto de la decepción ideológica del autor que, tras la invasión de Hungría por la URSS en 1956, había abandonado el Partido Comunista Italiano y apartado del compromiso político.
En 1963 publicó La giornata d'uno scrutatore (La jornada de un interventor electoral), un libro que, de alguna manera, apareció fuera de lugar y a destiempo, aunque cautivó a miles de lectores. Mientras el llamado Gruppo 63, del que formaba parte proponía textos rupturistas, Calvino publicó cuentos y un texto que era todo lo contrario a los ideales neo-vanguardistas del citado grupo, Il castello dei destini incrociati (El castillo de los destinos cruzados). Un año después publicó Marcovaldo, ovvero le stagioni in città (Marcovaldo), una recopilación de fábulas modernas en las cuales se evidencia el contraste entre naturaleza y progreso.
En 1964 hizo un viaje a Cuba que le permitió visitar la casa donde había vivido con sus padres y realizar diversos encuentros, uno de los cuales fue con Ernesto “Che” Guevara, de quien dejó un magnífico testimonio. Ese mismo año, en La Habana, se casó con la argentina Esther Judit Singer, “Chichita”, a quien había conocido en París, y Juntos se irían a vivir a Roma, donde nacería su hija Giovanna.
Lo visité algunas veces en Roma y tengo en lo personal un recuerdo entrañable de Italo Calvino y de su esposa. Conservo con devoción sus libros que cariñosamente me dedicara. En uno de los viajes que realizaron a la Argentina, invitados por la Feria del Libro, cené con ellos en casa de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. Italo y “Chichita” querían escuchar tangos y yo me ofrecí, luego de la cena para llevarlos a un sitio de privilegio de Buenos Aires, el entonces famoso Caño 14, donde la figura central era Aníbal Troilo con su orquesta. Fue una noche gloriosa. El maestro Troilo agasajó a los invitados dedicándoles los tangos más notables de su repertorio. Italo y “Chichita” se quedaron encantados.
Italo Giovanni Calvino Mameli nació el 15 de octubre de 1923 en Santiago de Las Vegas, provincia de La Habana, y murió el 19 de septiembre de 1985 a los 61 años en Siena, una ciudad de la región de la Toscana, donde pasaba sus vacaciones.

©ROBERTO ALIFANO, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE SOLAPO ARGENTINA




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