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miércoles, 2 de marzo de 2016

LAS MIGRACIONES COMO CONSTANTE VITAL, Salomé Moltó, Alcoy, Alicante, España


Imagen de: www.diariodecultura.com.ar


LAS MIGRACIONES COMO CONSTANTE VITAL

Podríamos pensar sin peligro a equivocarnos, que en la evolución del ser humano ha tenido valor permanente, su instinto migratorio.
                Los antropólogos calculan que el hombre se asentó a los bordes de los ríos, para un mejor aprovechamiento de los recursos, hace más de diez mil años, pero antes, vagó por todo el planeta muchos miles de años más, lo que nos hace pensar, que llevamos en nuestros genes el espíritu viajero que tanto ha guiado nuestros sueños y nuestro afán aventurero.
                Resultaría vertiginoso pensar, después del descubrimiento de América, los millones de personas que se aventuraron a ir a tierras extrañas en busca de una mejor ocasión en que satisfacer sus esperanzas de progreso, de mejoras materiales, políticas y sociales. Porque nadie renuncia a mejorar su situación a todos los niveles y en toda circunstancia.
                Hoy, al contrario de la costumbre que han marcado los tiempos, España es un país de acogida; muchas pateras con personas de África llegan a nuestras costas en condiciones lamentables y que suelen ser devueltas a sus países de origen. El dolor de estas personas no nos deja indiferentes, porque no hace mucho, dos millones de españoles dejaron el suelo peninsular camino de Argentina, Francia, Alemania... El progreso económico de este país se debe en gran medida a las aportaciones económicas que trajeron los emigrados.
                Se compraron muchos pisos, la vivienda soñada, un pequeño local donde abrir un pequeño negocio. Las hipotecas que complementaban la adquisición duraban cuarenta años pero los intereses iban decreciendo y, al contraste del nivel de vida que iba subiendo, en poco tiempo esa angustiosa hipoteca se volvía menos angustiosa, más fácil de pagar, hoy parece todo lo contrario.
                Terminada la II Guerra mundial los países aliados castigaron al dictador Franco con el aislamiento total, para hacerle pagar su adhesión a los países del Eje, pero en realidad, fue el pueblo español, el que sufrió las terribles penurias que tal castigo imponía.
                El primer país que ayudó con su enorme generosidad a este maltrecho pueblo fue la República argentina, su trigo salvo muchas vidas, porque esas hermosas tierras, que tan mal trataron los europeos, son y han sido, una fuente permanente de acogida. Basta visitarlos para constatar la enorme generosidad con la que te reciben.
                Los que fuimos emigrantes en Europa, en París en mi caso personal, hemos podido comprobar la distinta acogida de un país a otro, porque cuando en 2005, pise suelo argentino, invitada para la presentación  del libro de una amiga, me sentí, no diré como en casa, me sentí mucho mejor que en casa propia. Y cuando repetí el viaje para la presentación de un libro propio, he vuelto a sentir la calidez, la cortesía y el cariño de los argentinos. Por eso, me gustaría que mis compatriotas no olvidases, la generosidad con la que han sido tratados y sepamos a nuestra vez, acoger al inmigrante que tanto nos puede enriquecer.
                Algo que parece muy difícil, la rácana Europa cierra sus puertas, el Sr. Berlusconi clamaba al cielo porque su pequeña isla mediterránea, se le llena de desesperados tunecinos. Arde el norte de África, hay sin duda una revolución en el mundo árabe que no creemos tenga connotación religiosa alguna, es un grito de desesperación ante el hambre, la pobreza y la opresión. Porque los pobres están cansados de asistir a los banquetes del mundo occidental como meras figuras de cera. Porque llegados a cierto punto igual da morir de hambre que de una “corná”, como decía el diestro.
                Andamos desenfrenados resguardado el feudo europeo, que como muralla infranqueable se levanta ante todo intento migratorio y lo que más cerca tienen los desesperados tunecinos, egipcios, libios es precisamente el sur de Europa, que hace poco, por no decir nada para socorrerlos.  Hace poco leíamos en el País, que el Sr. Obama exige que cese el “uso escandaloso de la violencia” y nos preguntamos ¿hay algún uso violento que no sea escandaloso? Algunos, de tanta hipocresía nos tiene también muy hartos.
                                                                                                                                                                           
©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora española

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

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