Bienvenidos

sábado, 6 de diciembre de 2025

ESTAS NO SON HOJAS - Irma Kurti - Albania-Italia

 









ESTAS NO SON HOJAS


Estas no son hojas que el otoño
arroja sobre mi cabello, mis hombros;
son manos que me saludan hoy
mientras arrastro una vieja y pesada maleta
que guarda las estaciones que vivimos juntos.
Estas no son gotas de lluvia que corren por
mis mejillas, sino lágrimas: tan límpidas y claras.
Estos no son charcos que reflejan ahora mi
rostro, sino ríos de pensamientos y reflexiones.
Las despedidas siempre duelen; te dejan
amargura en el corazón, aunque, en algún lugar
ahí fuera, te espere un mundo de mágicos colores…
Traducción al español por Mariela Cordero



IRMA KURTI – Albania - Italia

Irma Kurti es una poeta, escritora, periodista y traductora albanesa. Se ha naturalizado italiana y vive en Bérgamo, Italia. En 2020, se convirtió en presidenta honoraria de WikiPoesia, la enciclopedia de la poesía. También ganó el prestigioso premio literario Naji Naaman 2023 por su obra completa. Irma Kurti es miembro del jurado de varios concursos literarios en Italia y también traductora de la Fundación Ítaca en España. Irma Kurti ha publicado más de 100 obras, entre las que se incluyen libros de poesía, ficción y traducciones. Sus libros han sido traducidos y publicados en 20 países.

A ENRIQUE HORACIO PUCCIA – Luis Alposta- Buenos Aires, Argentina

 



 

A ENRIQUE HORACIO PUCCIA






Matasello emitido por el Correo Argentino
dibujo de Luis Alposta (h)

 La expresión “maestro”, tan difundida, sólo recupera su verdadero significado, el cabal contenido de idealismo y de conducta que la hicieron respetable y respetada, de aplicarse a personalidades como la de Enrique Horacio Puccia, quien enseñaba por lo que hacía, por lo que decía y por lo que inspiraba.

Su obra ha sido la de un historiador enamorado de su barrio, Barracas, y de la ciudad toda. Sus libros, de consulta obligatoria, son de apasionante interés para todos los que busquen ahondar en la historia de Buenos Aires.

La Historia cotidiana, doméstica -o como quiera llamársela- en él dejaba de ser una simple disciplina de inventario para convertirse en el “camino diario” hacia un palpitante ayer histórico. La suya ha sido siempre la postura de un iniciado que supo arrancarle al tiempo profundos secretos. Fue un historiador nato que ha sabido reforzar su don de observación de las costumbres y tradiciones porteñas mediante el estudio y la investigación seria. 

De lo mucho y bueno que le debemos, acaso lo más importante sea que, junto a Ricardo M. Llanes y a Antonio J. Bucich, haya logrado hacer de la llamada “historia menuda” una importante herramienta sociológica.

          Su prestigio lo llevó a presidir la Junta Central de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires, entre 1980 y 1995, institución de la que fue uno de sus miembros fundadores.

La obra de Puccia nos permite conocer a la ciudad toda, desde su trama más íntima y reveladora, transportándonos al tiempo de Villoldo, hablándonos de "Barracas en la historia y en la tradición" y de una Buenos Aires a la que amó entrañablemente.

Por eso el Día del Historiador Porteño (14 de noviembre) fue instituído en homenaje a él.

Además de sus méritos intelectuales, Enrique tenía otros títulos más íntimos a nuestra consideración y a nuestro afecto. Su sentido de la amistad, su trato amable y cordial, nos lo hacían particularmente dilecto.

Su presencia deparaba siempre las más gratas sorpresas. Se le veía llegar con el rostro sonriente y de inmediato nos atrapaba con su conversación, en la que no faltaba la anécdota sabrosa, la referencia erudita, la evocación de un tiempo en la que la ciudad toda era canto.

 

Fue el 31 de agosto de 1982.

Acababa de finalizar el Segundo Congreso de Historia de los Barrios Porteños y los Amigos del Café Tortoni decidieron homenajear a Enrique Horacio Puccia, presidente entonces de la Junta Central y del mencionado Congreso, entregándole la “Orden del Pocillo”

Aquella noche le dediqué estos versos:


A ENRIQUE HORACIO PUCCIA

Camina
como quien lleva en los bolsillos
el rumor de viejas esquinas
y un destello de futuro.

Su nombre abre puertas que no se ven:
archivos que respiran,
calles que vuelven a contarse,
vidas que encuentran su hilo
en la paciente trama de la memoria.

Hay en él
una vocación de lámpara:
ilumina sin ruido,
acompaña sin imponer sombra,
y limpia el paso del polvo
para que otros puedan ver.

Y así sigue,
entre papeles, barrios y voces,
como un tejedor de instantes
que sabe que cada historia,
por mínima que sea,
merece su lugar en el tiempo.


LUIS ALPOSTA – Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA

AZÚCAR - Salwa Ben Rhouma, Túnez

 














AZÚCAR


Yo... un terrón de azúcar.
El té lo anhela
yi lo obtiene!
…Se empodera...
Pequeño terrón.
En su presencia
El café se disgusta.
Terrón… te disuelve en sus venas
y el calor de una cuchara
mueve sus almas,
entonces tú,
presente en la noche del nacimiento.
Giras… Fermentas
y en su presencia
La vida tiene mejor sabor
… Un terrón de azúcar
posee la dulzura del mundo
que el mundo no posee.
Más delicioso que su nombre
al ser mencionado,
mientras te olvidas,
¡Es... un terrón de azúcar!


©Traducción al español Michel Yazye, Junín, Buenos Aires, Argentina


SALWA BEN RHOUMA - Túnez

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

Salwa Ben Rahme, poeta, actriz y locutora de radio tunecina
Nacida en la ciudad de Sfax
Obtuvo una licenciatura en artes
Estudió francés durante un primer año en la Facultad de Artes, Sfax, luego se incorporó al mercado laboral
Su presencia cultural:
Presidente y fundadora del "Club de Culturas Mediterráneas" en el complejo cultural, Mohamed Al-Jamousi
Ex miembro del club de mujeres literarias "Majida Boleila"
Ex miembro del Modern Club of Music
Ex miembro del Comité Cultural de New Sfax
Un miembro de alto nivel del organismo fundador de la Organización Árabe de Medios Culturales Electrónicos
Ex miembro del Consejo Asesor Supremo de Diwan y la agencia de noticias Jordan Poets

CICLO - Rodolfo Leiro - Buenos Aires. Argentina













CICLO


Cuando acabe mi ciclo inexorable
y se estalle mi póstumo latido
lo que fuere mitral de mi sentido
habitando mi pecho insobornable,

bordará mi bonanza, indevelable,
el coraje sensual de lo que he sido
y quedará mi sueño convertido
en ritos de asonancia inolvidable;

tal vez, la luna amiga y venerable
que fuera mi romántica incurable
en el tiempo de un hito imperativo

me llame a su recinto inexpresable
y me ruede en su mundo, consolable,
como el poster abrazo de un amigo.


©RODOLFO LEIRO - Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO FUNDADOR Y PRESIDENTE HONORARIO DE ASOLAPO ARGENTINA





EMBRIÁGAME - Olga Hernández Osorio - Medellín, Colombia

 











EMBRIÁGAME


Embriágame con tu loco frenesí,
con pasional embrujo de tu aliento,
cual fragante nardo, blanco alelí,
la luz de tu cálido pensamiento.

De tu cuerpo regálame el aroma,
el mar brillante de tus ojos claros,
la palabra fresca que enamora,
la tibieza dulce de esas manos.

Navegar por siempre sin descansar,
en el mar azulado de tus ojos,
ser dueña de tu sueño para soñar,
estar contigo puesta de hinojos.

Refugiar mi alma en tu regazo,
en ese fino bosque de ternura,
fundirnos en un eterno abrazo,
con un beso colmado de frescura.

Escuchar el encanto de tu risa,
al arrullo jovial de tus caricias,
hacer el amor sin ninguna prisa
en ese paraíso de delicias.



OLGA HERNÁNDEZ OSORIO – Medellín, Colombia

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

BUSCO MI YO - Martha Inés Vélez - Colombia

 











BUSCO MI YO


“Pienso, luego existo”. Duda metódica            “ Ser o no ser, he ahí el dilema”
     René Decartes                                                         William Shakespeare



Existo… al pensar la duda Cartesiana.
Busco mi yo en el vértigo profundo
de las complejidades cotidianas.
En mi exilio interior…
En con toda la acepción gramatical de la palabra,
con la singularidad de la certeza
que la razón consagra.

Me celebro a Mí misma.
Respiro la existencia que cálida me abraza
y me ata a la más grande historia
cósmica, sacra y profana.

la fatiga de mi piel cansada,
en la indeterminada extrañeza
de la frontera humana.

En el humo, en la huella, en el polvo, en el agua,
en la perplejidad esquiva
de la azorada brisa que me alcanza,
en la cicatriz del paisaje
de las someras rocas de obsidiana,
en el precepto del sol
que el aire enciende en ruborosa calma.
Me busco en la unicidad, la cordura, el designio
del caótico orden que la naturaleza entraña,
en la profusa diversidad del mundo
con la enigmática aleatoriedad que lo acompaña.

Me encuentro en cada cosa….
en la lluvia, en el trino, en la luz, en mi estancia!!!
Y me encuentro en el otro….


MARTHA INÉS VÉLEZ
– Colombia

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

SOPA DE LETRAS - Nedy Varela Cetani - Urguay

 















SOPA DE LETRAS


El fondo de la sopa de letras
se encontró con la última oración del plato hondo
rogando: estemos siempre tibios
para calmar la sed de bocas sin palabras.
La cuchara sigue el trajín de los relojes
sin notar que una letra del abecedario
sobre el mantel se escapa.
Un estrépito acuático moja el pan
dejando frases secas y apretadas.
Oración que a la letra
de la sopa acompañas.
No dejes que nos mientan como siempre
las sopas instantáneas.
Con este tazón de caldo nuevo,
no cometamos más
las mismas faltas


NEDY VARELA CETANI
– Uruguay

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

AUSENCIA - Jorge Bonomo - Santa Fe, Argentina










Ausencias - Steemit

AUSENCIA


Cuando sientas la ausencia
de sensaciones nuevas
de noches luminosas
de extrañas confusiones
cuando sientas que escapa
el calor de tu cuerpo
y veas que tu vida
se gasta en las poltronas
cuando el polvo te cubra
y los techos te aplasten
cuando midas tu tiempo
antes de ser la hora
y percibas tus días futuros
sin que cambie el temblor de tu sangre
cuando sientas que a tus ojos vuelven
paisajes ya pasados
que te hace falta
un río
un puerto
una baranda
un día misterioso
que te lleve a decir palabras
tontas y sinceras
una calle sin rumbo
que en la noche llegue hasta tu esencia
Cuando sientas
que todos son recuerdos
recuerdos que en bandadas te recuerdan la vida
no intentes agarrarlos
llama a quien con ellas
también vive
a quien patear la tierra
le será mucho más fácil pudiendo contemplarte
a quien fundirá tu cuerpo
con el calor de su aliento
a quien necesita
apoyarse en tus caderas
para salir de su cueva
a mostrarte la vida

Y así
juntos
nuestras doradas cabezas brillarán al sol
cuando caminemos sobre la gente
La gente
que sobre la tierra
también espera para mostrar su camino
cuando quieras llegar
no debes venir
debes llamarme
siempre
cuando lo sientas.


JORGE BONOMO – Santa Fe, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

EL SENTIDO LÚDICO EN PAUL AUSTER - Carlos Penelas - Buenos Aires, Argentina

 



EL SENTIDO LÚDICO EN PAUL AUSTER

 

Siempre hay ante una obra, una ciudad mítica o un paisaje mágico,  la evocación de una experiencia emocional, sensible. Por lo general éste hecho se enfatiza con imágenes. Y a partir de ese momento – las palabras, las voces – pasan a leerse en íconos, en figuras, en emblemas. 

Durante muchos años se entendió por novela “una epopeya en prosa”. Estamos hablando de la novela caballeresca o de la novela realista. Podemos dar diversas definiciones. Una: Albert Thibaudet llama a la novela “antología de lo posible”. Obviamente esta definición excluía a las fantásticas. Otra: André Maurois escribió acerca de la novela: “Nosotros pedimos a la novela un universo de socorros, en el cual pudiéramos buscar emociones verdaderas y encontrar personajes inteligibles y un destino a la medida del hombre”. Maurois nos dice simplemente que la novela aborda un conjunto de sucesos posibles y verosímiles, pero que no siempre son exactos.

Al leer La música del azar de Paul Auster nos encontramos con casi todos estos signos con fluidez de lenguaje, cierta temporalidad expuesta en paralelismos, hechos cotidianos que nos envuelven con la magia del destino o del azar. Lleva, además, desde las primeras páginas, el tópico de las novelas americanas clásicas: un individuo que deja una vida atrás y emprende un viaje sin destino fijo. En esa carretera (donde el ex bombero de Boston escucha a Mozart y a Bach) el camino es la soledad, la existencia hacia lo incierto. Toda obra -lo hemos repetido hasta el cansancio- es un viaje. La Odisea, El Quijote, La Divina Comedia, Veinte mil leguas de viaje submarino, Ulises, La invención de Morel, Pinocchio, Caperucita Roja, El conde de Montecristo, Las mil y una noches, Bola de sebo…

En toda la novela vemos las limitaciones de la libertad, el asedio de un mundo, lo aleatorio y la causalidad, el sueño americano, una narrativa que elude las expectativas del lector, una búsqueda incesante donde predomina la espontaneidad y no lo deliberado.

Wallace Stevens,  poeta estadounidense, señaló: “…la maravilla y el misterio del arte, como por cierto de la religión, consisten en la revelación de algo absolutamente otro, gracias a lo cual la inexpresable soledad del pensamiento se quiebra o se enriquece. El poeta, el hombre religioso, ni siquiera sueñan con dictar las reglas del juego: se limitan a andar por el mundo con el amor de lo real (de esa realidad otra) en sus corazones.”

Podemos observar ciertas fuentes fundamentales: Kafka, Beckett, Ionesco, London, y en alguna medida Flaubert (Bouvard y Pecuchet) y por supuesto la propia trayectoria de Auster. Es imposible no mencionar -por el clima, por la atmósfera, por el desaliento- a Raymond Carver y a Cormac McCarthy.

Jim Nashe y Jack Pozzi son  individuos que se complementan, que se necesitan; ambos llevan la fantasía y la sensibilidad más allá de la razón. Imposible la realidad de uno sin el otro, el destino de uno sin el otro. El lector experimenta también desconcierto al no hallar relaciones directas o lógicas. Pero las hay, están en el medio social, en la actitud psicológica de ellos pero ocultas en alguna medida en una estructura social.  Esa carrera nocturna, esa velocidad por el vacío, ese juego de cartas, ese trabajo alucinante de levantar un muro, esos dos millonarios que conocen, genera ansiedad, urgencia, un volver a empezar. Todo esto con ironía,  crueldad,  poética parquedad, virtuosismo de expresión.

Esta significativa y trascendente novela contemporánea nos lleva a analizar lo subjetivo, el auge de la arbitrariedad, la hegemonía del subconsciente. Detrás, sospechamos, las vigilias armadas, la agonía, las guerras, las crisis económicas. Una literatura de esta magnitud posee lirismo pero también una simbología que obliga al ser humano a mirar su mundo interior con la misma avidez que observa y analiza el exterior.

Esta angustia no paraliza la acción, la promueve. La angustia es parte del camino, de la elección. No hay amor en sí, los otros son parte de mi existir. Tal vez debamos retomar a Sartre: “Sin libertad no hay responsabilidad; sin responsabilidad no hay literatura”.

Julio Cortázar, en Clases de Literatura, Brekeley, 1980, señaló: “Para empezar, un escritor juega con palabras, pero juega en serio; juega en la medida en que tiene a su disposición las posibilidades interminables e infinitas de un idioma…”

Lo hemos afirmado reiteradas veces: la urdimbre de un texto no siempre depende del objeto sino del lector. Lo esencial es descubrir una realidad imaginable.


CARLOS PENELAS – Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


DON JULIAN - Salomé Moltó, Alicante, España

 


DON JULIAN


Martina salió ya muy tarde a tirar la bolsa de basura. Soplaba un aire frío, pero se sentía a gusto de quedarse un rato al fresco, no había salido en todo el día de casa. Se sentó en el borde de la verja
y vio a lo lejos una figura que se acercaba lentamente. Observó con más detenimiento y comprobó que se trataba de D. Julián, su vecino.
Desde que había quedado viudo iba todas las tardes a dar un paseo y volvía entrada la noche.
- ¿Dando el paseíto de todos los días? Le dijo:
- Sí, pero no consigo acallar mi conciencia. -repuso D. Julián mientras que en su mano derecha apretaba una pequeña caja de píldoras.
Miró a Martina como ausente, luego, fijando su mirada más atentamente en ella, le dijo con voz entrecortada.
- He matado a mi mujer y no puedo con mi conciencia.
- ¡Pero! ¿Qué dice? Se ha pasado usted un montón de años cuidándola. ¡Gracias a sus atenciones ha podido sobrevivir a la trombosis que tuvo! ¿Cómo dice eso, D. Julián?
- Sí, pero no le di esto que la hubiera salvado -contestó con tono
amargo mientras mostraba a Martina la cajita de píldoras que llevaba en la mano.
- ¿Pero...?
- Sí, las medicinas que tomaba eran muy caras porque venían del extranjero. Con los ajustes presupuestarios del Gobierno, dejaron de llegar esas medicinas imprescindibles para mi esposa. Consulté con el médico y me recetó otras, pero que tampoco las pude hallar.
Tuve que recorrer toda la ciudad, todas las farmacias, las casas particulares de los médicos, y las de otras personas que tenían la misma enfermedad que mi mujer. Fue todo en vano, la última caja se terminaba y yo no encontraba por ningún sitio la dichosa medicina. Mi esposa era consciente de todas mis inquietudes, de mi impotencia y desesperación. Hubiera bajado al mismo infierno por salvarla. Fue una gran mujer y una gran compañera y, aunque nuestros hijos, marcharon pronto de casa, supo amarme como nadie, me perdonó mis debilidades y me apoyo en todos mis proyectos, aunque algunos fueron descabellados. Cuando tuve el revés, ese revés que la vida siempre te aguarda, y perdí el trabajo, estuvo a mi lado tendiéndome una mano amiga. ¿Cómo no hacer cuanto fuera necesario por salvarla? Por último, fui a ver a mi amigo Samuel, le expuse mi situación. Por la tarde me llamó y fui a recoger estas pastillas. “Ven una vez al mes” me dijo secamente con su característica y profunda mirada. Esa mirada testigo mudo de todo el devenir humano.
Cuando llegué a casa, aunque cansado, me dispuse animoso a darle la medicina. Ella me cogió del brazo y me dijo:
- Julián, no me des las pastillas, llevo muchos años sufriendo y haciéndote sufrir. Quiero descansar ya.
Me derrumbé en el sillón y no reaccioné. Aquella misma noche murió, yo no la había obligado a tomarse las pastillas. ¡No hice nada!¡Nada!
Martina escuchaba impresionada e impotente. Don Julián seguía llorando.
Sólo el aire cada vez más frío, movía las pocas hojas de las acacias que todavía no habían caído.
- Don Julián, está usted muy solo. Dentro de unos días es Navidad, venga a comer a casa con nosotros, hay pavo y el calor familiar que a usted le falta.
Minutos después, encorvada su espalda, cansino su paso, Don Julián se perdía tras la vetusta acacia que iniciaba el recodo del sendero.
Martina quedó largo tiempo pensativa, don Julián la conmocionó y no llegaba comprender su abatimiento, ya que como vecina había podido comprobar que la vida de la pareja no había sido en absoluto modélica, por lo menos como intentaba demonstrar D. Julián en aquel momento. Se acordaba de la “despreocupación económica” que tuvo para con su esposa Elia, con tantas estrecheces, sus infidelidades, en fin, todo el pasado se desarrollaba ahora en su memoria.
- ¿Ya has echado la basura? Has tardado un poco -le repuso su marido.
- Sí, he charlado un poco con D. Julián y he observado su abatimiento. Acaba de perder a su esposa.
- Sí, ya lo sé -repuso su marido.
- Lo que me choca es verlo tan triste cuando hace unos pocos años lo indiferente que se mostraba con su mujer y ¿te acuerdas que incluso la trataba con desprecio?
- Sí, suele pasar, ella dejo su trabajo para atenderlo, los hijos, una vez ya mayores, han emigrado muy lejos, y no han tenido ni el placer de disfrutar de los nietos y... no sé, es muy triste.
¿Qué es lo que mueve el entusiasmo de la gente? ¿Tú crees que el ambiente incluso la herencia genética, la educación, el medio geográfico pueden influir en nuestro carácter y determinar nuestras actitudes?
Los ojos del marido se hicieron como platos, no entendía en absoluto a su esposa ni el porqué de sus expresiones.
- Pero ¿qué dices? ¿Qué tiene que ver el medio geográfico con el carácter de cada cual?
- Yo creo que sí. Un sueco o noruego que viven en el frío continuo o casi, no tienen nada que ver con un brasileño y un estadounidense o con un argentino y pertenecen al mismo continente
- Bueno, bueno, no desvaríes, yo creo que son más importantes la cultura y la religión que cada cual recibe.
- Sí, pero ellas, la cultura y la religión se han desarrollado en un ambiente físico, geográfico en fin... y...
Al levantar la cabeza vio a D. Julián que los observaba.
- He pensado aceptar su invitación, me siento tan solo...
Aquella noche cenaron los tres juntos y después lo siguieron haciendo repetidas veces.


SALOMÉ MOLTÓ – Alcoy, Alicante, Espàña
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

 


sábado, 29 de noviembre de 2025

SIN REGRESO - Germain Droogenbroodt - Altea, españa

 









SIN REGRESO


Pero qué quiere decir el río

que no conoce ni silencio

ni tranquilidad

y murmura sin cesar

qué más quiere decir

sino que para todo lo que vive

no hay ni parada ni retorno.


Del libro "Reflexiones poèticas", España 2023


GERMAIN DROOGENBROODT - Altea, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

ALZO MI COPA - Norberto Pannone - Argentina

 
















ALZO MI COPA


Alzo mi copa.
En mi vino de gris
galopa el verso.
Busco la región de lo sublime
y colisiono con el límite
fatal de la poesía.
El cristal se rompe
derramando la vid.
Mi sueño permanece
aún austero.
Me requiebran
de ausencias
tus recuerdos,
…y bebo.


NORBERTO PANNONE - ARGENTINA

TRADUCCIÓN AL POLACO

Wznoszę Swój Kielich

Wznoszę swój kielich.
W moim winie, bez wyraźnego smaku,
galopuje wiersz.
Poszukuje strefy wzniosłości,
ale zderza się z nieszczęsną
granicą poezji,
i kryształowe szkło pęka,
rozlewając wino.
Mój sen trwa
ciągle wyrazisty.
Dręczą mnie
wspomnienia
twoich nieobecności
... i piję.

Norberto Pannone, ArgentYna
Przekład na angielski: Germain Droogenbroodt – Stanley Barkan

Przekład na polski: Anna Maria Stępień – Mirosław Grudzień


SIN TITULO - GLORIA NISTAL - Madrid, España

 










SIN TÍTULO


El bullicio alocado se vació
por el sumidero de la ignominia.
Quedaron las construcciones
silenciosas, secas, asoladas.
En la mente se empecinaban
los recuerdos.

Aún flotaba oleante
una sospecha lejana
de sonrisas anchas.

¿Cabrían de nuevo miradas
felices, nuevas
algarabías?



GLORIA NISTAL – Madrid, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

TENEBROSIDAD DEL ALMA - Hilda Augusta Schiavoni - Inriville, Córdoba, Argentina

 







TENEBROSIDAD DEL ALMA


Quiero escribir en un libro
la soledad que siento
la cual taladra mis vértebras
y cada uno de mis sueños
los que roen mis entrañas
y electrizan mis nervios.
Tengo el pecho ansioso
de un cariño sincero.
Nada ni nadie
acaricia mis desvelos
y tú
sólo piensas en mi cuerpo
cuando mis fibras se desgajan
de tanto desasosiego.



HILDA SCHIAVONI – Inriville, Córdoba, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

TE QUIERO A LAS DIEZ DE LA MAÑANA - Jaime Sabines - México

 







TE QUIERO A LAS DIEZ DE LA MAÑANA

 

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?


JAIME SABINES – México

Jaime Sabines Gutiérrez fue un poeta y político mexicano, reconocido como uno de los grandes poetas mexicanos del siglo XX.​ Wikipedia

Nacimiento: 25 de marzo de 1926, Tuxtla Gutiérrez, México

Fallecimiento: 19 de marzo de 1999, Ciudad de México, México


DESILUSIÓN SUPREMA - Liana Friedrich, Villa Regina, Argentina

 







DESILUSIÓN SUPREMA


Irredento protoplaneta.
Traspasado de todas
las inconsciencias del desamor,
arrasado por ígneas maldiciones
y abisales contiendas desatadas
en diversos frentes de la sin razón.
Abismales diatribas ideológicas
te sumergen en océanos de violencia.
Desesperanza. Desaliento. Desunión.
Nada resulta ya: ni rezos, ni conjuros.
Tampoco los exorcismos calmarán
el ardor de las furias...


LIANA FRIEDRICH - Villa Regina, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


PIEDRA LIBRE – Antonio Requeni – Buenos Aires, Argentina

 



 





PIEDRA LIBRE


El padre juega con sus criaturas.
La cara vuelta contra la pared
y el brazo levantado hasta los ojos,
está contando como si llorara.
Y mientras cuenta sus criaturas crecen,
van por el mundo, suben escaleras,
se enamoran o estudian geografía.
Cuando termina de contar, el padre
entra en los cuartos y revisa muebles.
Apenas ve. ¿Quién apagó las luces?
Su voz, que ha enronquecido, los invita
a dejar de una vez sus escondites.
Y los hijos regresan, jubilosos.
¡Cómo han crecido! Son casi tan altos
como los sueños que en su juventud
solían desvelarlo dulcemente.
¡A contar! ¡A contar! –exclama el padre.
(Los grandes siempre vuelven a ser niños.)
Y los hijos se apoyan contra el muro,
hunden la frente entre los brazos. Cuentan.
Y mientras cuenta –once, doce, trece…-
el padre se va haciendo pequeñito.
Cuando terminan de contar lo buscan.
Lo buscan pero el padre no aparece.
Se ha escondido debajo de la tierra.


ANTONIO REQUENI - Buenos Aires, Argentina 

ACERCA DE UN FRANCÉS A QUIEN GARDEL LE SALVÓ LA VIDA - Luis Alposta - Buenos Aires, Argentina










Luis Alposta y Tomás Barna junto a la tumba de Paul Eluard

en el Cementerio de Père-Lachaise - París 1986

 

ACERCA DE UN FRANCÉS A QUIEN GARDEL LE SALVÓ LA VIDA

 

                Considero innecesario relatar circunstanciadamente los datos biográficos de mi amigo Tomás Barna, y destacar que fue escritor, poeta, ensayista, crítico literario, dramaturgo, conferencista, productor de programas culturales en radio y televisión de la UNESCO, en París, ciudad en la que vivió durante veinticuatro años. Y recordar que fue co-fundador y asesor artístico de la legendaria tanguería “Trottoirs de Buenos Aires”. De hacerlo, aunque ya no esté con nosotros, creo que, igualmente, llegaría a esgunfiarlo en su recato.

            Pero, lo que sería imperdonable, es que dejase de contar la historia, real, auténtica, que él nos refiere en su libro “Fascinación del misterio”, donde nos habla de Charles, Carlos (¡Carlitos!), su amigo francés, a quien su admiración por Carlos Gardel lo llevó a ponerse a estudiar nuestro idioma siendo casi un niño.

            En 1943, Charles (Carlitos), con sólo 17 años, abandonó su casa paterna para ir a luchar por la liberación de su país que había caído bajo las garras del nazismo.

              Entró a formar parte del denominado “Ejército de las Sombras” o ”Maquis”, es decir la resistencia contra el ocupante nazi.

            Fue saliendo de una zona boscosa, en Saulieu, cuando él y tres amigos fueron hechos prisioneros. “Enjaulados”, entre salvajes gritos de mando y ladridos de perros, fueron interrogados, torturados, y comenzaron a ser brutalmente ejecutados uno a uno. Él buscó evadirse, aunque fuera mental, imaginariamente, de ese infierno. De pronto, sin saber cómo ni por qué, sólo atinó a ponerse a cantar el tango “Como abrazao a un rencor”. Cuando fue su turno, los alemanes lo oyeron cantar y no precisamente en francés.

            Alguien dice que se trata de un español enloquecido y, a patadas, lo “devuelven” al encierro.

            Veinticuatro horas después fue la Liberación.

            ¡Pero el que le salvó la vida fue Gardel!

 

LUIS ALPOSTA – Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA

 

"Como abrazao a un rencor" - tango

Letra: Antonio Miguel Podestá - Música: Rafael Rossi - Canta Carlos Gardel 

https://www.youtube.com/watch?v=PWsRbfeIcqk&t=4s


LA INTRUSA - Jorge Luis Borges - Buenos Aires, Argentina

 



LA INTRUSA

2 Reyes, i, 26.

         Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor de los Nilsen, en el velorio de Cristián, el mayor, que falleció de muerte natural, hacia mil ochocientos noventa y tantos, en el partido de Morón. Lo cierto es que alguien la oyó de alguien, en el decurso de esa larga noche perdida, entre mate y mate, y la repitió a Santiago Dabove, por quien la supe. Años después, volvieron a contármela en Turdera, donde había acontecido. La segunda versión, algo mas prolija, confirmaba en suma la de Santiago, con las pequeñas variaciones y divergencias que son del caso. La escribo ahora porque en ella se cifra, si no me engaño, un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos. Lo haré con probidad, pero ya preveo que cederé a la tentación literaria de acentuar o agregar algún pormenor.

         En Turdera los llamaban los Nilsen. El párroco me dijo que su predecesor recordaba, no sin sorpresa, haber visto en la casa de esa gente una gastada Biblia de tapas negras, con caracteres góticos; en las últimas páginas entrevió nombres y fechas manuscritas. Era el único libro que había en la casa. La azarosa crónica de los Nilsen, perdida como todo se perderá. El caserón, que ya no existe, era de ladrillo sin revocar; desde el zaguán se divisaban un patio de baldosa colorada y otro de tierra. Pocos, por lo demás, entraron ahí; los Nilsen defendían su soledad. En las habitaciones desmanteladas durmieron en catres; sus lujos eran el caballo, el apero, la daga de hoja corta, el atuendo rumboso de los sábados y el alcohol pendenciero. Sé que eran altos, de melena rojiza. Dinamarca o Irlanda, de las que nunca oirían hablar, andaban por la sangre de esos dos criollos. El barrio los temía a los Colorados; no es imposible que debieran alguna muerte. Hombro a hombro pelearon una vez a la policía. Se dice que el menor tuvo un altercado con Juan Iberra, en el que no llevó la peor parte, lo cual, según los entendidos, es mucho. Fueron troperos, cuarteadores, cuatreros y alguna vez tahúres. Tenían fama de avaros, salvo cuando la bebida y el juego los volvían generosos. De sus deudos nada se sabe ni de dónde vinieron. Eran dueños de una carreta y una yunta de bueyes.

         Físicamente diferían del compadraje que dio su apodo forajido a la Costa Brava. esto, y lo que ignoramos, ayuda a comprender lo unidos que fueron. Mal quistarse con uno era contar con dos enemigos.

         Los Nilsen eran calaveras, pero sus episodios amorosos habían sido hasta entonces de zaguán o de casa mala. No faltaron, pues, comentarios cuando Cristián llevó a vivir con Juliana Burgos. Es verdad que ganaba así una sirvienta, pero no es menos cierto que la colmó de horrendas baratijas y que la lucia en las fiestas. En las pobres fiestas de conventillo, donde la quebrada y el corte estaban prohibidos y donde se bailaba, todavía, con mucha luz. Juliana era de tez morena y de ojos rasgados, bastaba que alguien la mirara para que se sonriera. En un barrio modesto, donde el trabajo y el descuido gastan a las mujeres, no era mal parecida.

         Eduardo los acompañaba al principio. Después emprendió un viaje a Arrecifes por no sé que negocio; a su vuelta llevó a la casa una muchacha, que había levantado por el camino, y a los pocos días la echó. Se hizo más hosco; se emborrachaba solo en el almacén y no se daba con nadie. Estaba enamorado de la mujer de Cristián. El barrio, que tal vez lo supo antes que él, previó con alevosa alegría la rivalidad latente de los hermanos.

         Una noche, al volver tarde de la esquina, Eduardo vio el oscuro de Cristián atado al palenque. En el patio, el mayor estaba esperándolo con sus mejores pilchas. La mujer iba y venia con el mate en la mano. Cristián le dijo a Eduardo:

         —Yo me voy a una farra en lo de Farias. Ahí la tenes a la Juliana; si la queres, úsala.

         El tono era entre mandón y cordial. Eduardo se quedó un tiempo mirándolo; no sabía qué hacer, Cristián se levantó, se despidió de Eduardo, no de Juliana, que era una cosa, montó a caballo y se fue al trote, sin apuro.

         Desde aquella noche la compartieron. Nadie sabrá los pormenores de esa sórdida unión, que ultrajaba las decencias del arrabal. El arreglo anduvo bien por unas semanas, pero no podía durar. Entre ellos, los hermanos no pronunciaban el nombre de Juliana, ni siquiera para llamarla, pero buscaban, y encontraban, razones para no estar de acuerdo. Discutían la venta de unos cueros, pero lo que discutían era otra cosa. Cristián solía alzar la voz y Eduardo callaba. Sin saberlo, estaban celándose. En el duro suburbio, un hombre no decía, ni se decía, que una mujer pudiera importarle, mas allá del deseo y la posesión, pero los dos estaban enamorados. Esto, de algún modo, los humillaba.

         Una tarde, en la plaza de Lomas , Eduardo se cruzó con Juan Iberra, que lo felicitó por ese primor que se había agenciado. Fue entonces, creo, que Eduardo lo injirió. Nadie, delante de él, iba a hacer burla de Cristián.

         La mujer atendía a los dos con sumisión bestial; pero no podía ocultar alguna preferencia por el menor, que no había rechazado la participación, pero que no la había dispuesto.

         Un día, le mandaron a la Juliana que sacara dos sillas al primer patio y que no apareciera por ahí, porque tenían que hablar. Ella esperaba un dialogo largo y se acostó a dormir la siesta, pero al rato la recordaron. Le hicieron llenar una bolsa con todo lo que tenia, sin olvidar el rosario de vidrio y la crucecita que le había dejado su madre. Sin explicarle nada la subieron a la carreta y emprendieron un silencioso y tedioso viaje. Había llovido; los caminos estaban muy pesados y serian las cinco de la mañana cuando llegaron a Morón. Ahí la vendieron a la patrona del prostíbulo. El trato ya estaba hecho; Cristián cobró la suma y la dividió después con el otro.

         En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta entonces en la maraña (que también era una rutina) de aquel monstruoso amor, quisieron reanudar su antigua vida de hombres entre hombres. Volvieron a las trucadas, al reñidero, a las juergas casuales. Acaso, alguna vez, se creyeron salvados, pero solían incurrir, cada cual por su lado, en injustificadas o harto justificadas ausencias. Poco antes de fin de año el menor dijo que tenia que hacer en la Capital. Cristián se fue a Morón; en el palenque de la casa que sabemos reconoció al overo de Eduardo. Entró; adentro estaba el otro, esperando turno. Parece que Cristian le dijo:

         —De seguir así, los vamos a cansar a los pingos. Más vale que la tengamos a mano.

         Habló con la patrona, sacó unas monedas del tirador y se la llevaron. La Juliana iba con Cristián; Eduardo espoleó al overo para no verlos.

         Volvieron a lo que ya se ha dicho. La infame solución había fracasado; los dos habían cedido a la tentación de hacer trampa. Caín andaba por ahí, pero el cariño entre los Nilsen era muy grande —¡quién sabe que rigores y qué peligros habían compartido!— y prefirieron desahogar su exasperación con ajenos. Con un desconocido, con los perros, con la Juliana, que había traído la discordia.

         El mes de marzo estaba por concluir y el calor no cejaba. Un domingo (los domingos la gente suele recogerse temprano) Eduardo, que volvía del almacén, vio que Cristián uncía los bueyes. Cristian le dijo:

         —Veni; tenemos que dejar unos cueros en lo del Pardo; ya los cargué, aprovechemos la fresca.

         El comercio del Pardo quedaba, creo, más al Sur; tomaron por el Camino de las Tropas; después, por un desvío. El campo iba agrandándose con la noche.

         Orillaron un pajonal; Cristián tiró el cigarro que había encendido y dijo sin apuro:

         —A trabajar, hermano. Después nos ayudaran los caranchos. Hoy la maté. Que se quede aquí con sus pilchas. Ya no hará mas perjuicios.

         Se abrazaron, casi llorando. Ahora los ataba otro vinculo: la mujer tristemente sacrificada y la obligación de olvidarla.


JORGE LUIS BORGES – Buenos Aires, Argentina

(1899–1986)